A pesar de ser detenido debido al desalojo de la Sede del PS me sentí digno. La ocupación que realizamos fue un acto de desagravio a la casa del partido de Salvador Allende. Él, que con su ejemplo heroico —y junto a otros que antes y después lucharon por el socialismo—, hicieron digno a este partido. Dignidad que ha sido brutalmente menoscabada por la corrupción, el acomodamiento dirigente y la negación que en la práctica política se da de los principios con que se fundara el socialismo chileno. Mientras nos sacaban de París 873 y un cuadro del “compañero Presidente” nos miraba, una profunda emoción se palpaba entre los detenidos: Nos desalojaban de nuestra propia sede por defender los principios del socialismo, los mismos por los que lucharon y dieron su vida tantos compañeros.
Era la noche del martes 17 de junio y entre los universitarios socialistas había una idea: manifestarse en la sede del PS. La razón: varios parlamentarios socialistas votarían a favor de la Ley General de Educación. Pocos llegaron durante la mañana del miércoles 18, pero al avanzar la tarde más y más jóvenes se hicieron presentes.
Los socialistas de la Universidad de Chile y de comunales territoriales tuvieron toda una tarde de discusiones sobre la LGE, sobre el rol que ha ocupado el Partido y el gobierno, en este proceso. La crítica era contundente. Primero, se recriminó que la LGE sigue los pilares fundamentales de su antecesora, LOCE. Así mismo, el partido no interpretó las demandas de estudiantes, profesores y, en definitiva, del mundo social. Sino que, por el contrario, su excesivo pragmatismo y carencia de proyecto político de izquierda, provoca que la directiva actúe y planifique sus estrategias en lo meramente electoral y en la contención del poder ejecutivo a como de lugar. El gobierno, por su parte, cogobierna con la derecha a pesar de los esfuerzos discursivos que hagan ministros y Camilo Escalona.
Atraviesa a esta crítica la sensación de que se ha fundido al gobierno con el partido. El gobierno no está preocupado de hacer grandes transformaciones, sino que de reelegirse -y ojalá perpetuarse-. Actúa como un dique que contiene por un lado a la derecha complaciéndola con leyes a su gusto para que no se rebele, ya que con su poder sobre los gremios de productores podría poner en peligro la gobernabilidad (como en Argentina con los Agroproductores). Y, en la otra vereda, oprime a los movimientos sociales con Carabineros, convertidos hoy en una especie de policía política, porque la presión ciudadana podría poner en jaque los arreglos que hace con la derecha y cambiar la propia visión de los ciudadanos respecto del gobierno. Por su parte, el partido justifica su actuar —muchas veces insensato, inconsistente y contradictorio respecto de sus propias resoluciones— con el objetivo de no perjudicar al gobierno en su intento por mantenerse “posicionado como único capaz de gobernar” para enfrentar nuevas elecciones y controlar así el aparato estatal. Prueba de lo anterior, se produjo en la comisión política del PS del 4 de noviembre de 2007 cuando se pidió el apoyo para el pacto de educación que creaba la LGE y el principal argumento esgrimido para apoyarla era no catapultar las iniciativas de la Presidenta, a pesar de que dentro del debate hubo varias voces en contra a dicho proyecto, sólo 4 no votaron a favor[i].
Los jóvenes que estábamos ahí esa tarde adoptamos una posición política: rechazamos la LGE propuesta por el gobierno porque es una ley que hace suyos los principios voraces del capitalismo con se que promulgara la LOCE, además, va contra la visión del socialismo aprobada en congresos y conferencias internas sobre el tema. En síntesis, nos desalojaron por defender los principios del Socialismo Chileno, por orden de nuestros “compañeros”.
Pero no todo fue discusión política, también hubo maniobras. La más sorprendente fue la bipolaridad con la que actuó parte de la Mesa Directiva encabezada por Daniel Melo, quien combatió con ferocidad y prepotencia a los compañeros que primero llegaron, para luego señalar que él quedaba a cargo de la ocupación de la Sede y que decidía soberanamente no dejar entrar más militantes a ésta. Desató este hecho la batahola entre los presentes, sobre todo cuando sí dejaban pasar a “sus cercanos”. Como los compañeros que estaban afuera entraron finalmente, la Directiva anunció su retiro y que procedería, en consecuencia, el desalojo de Carabineros. En ese instante, en un diálogo abierto y sincero, Patricio Mery, de Comité Central del PS, propone que Melo y él firmarían la declaración redactada durante la tarde, a cambio de que se desalojara la sede. Sin duda, que de haber firmado habría robustecido la presión y el gesto se agradeció. Lamentablemente, no entendieron —al parecer— que a quién se pretendía presionar con la ocupación era a los diputados socialistas y no a ellos. Aunque su apoyo nos resultaba significativo, no era suficiente para que los diputados rechazaran la LGE. En consecuencia, la ocupación seguía.
Lo paradójico, es que todos los allí presentes decían estar en contra de la LGE, pero cuando tuvieron la oportunidad de estar en la Comisión Política del partido votaron a favor del acuerdo del gobierno con la derecha. “Tenemos que entender que algunos compañeros tienen mucho que perder con ésta ocupación” señaló un dirigente JS en pleno debate, lo que desnudó el por qué del comportamiento esquizofrénico de algunos: la máxima preocupación de muchos dirigentes de la JS se centra sus propias carreras políticas, lo que exige como requisito “no ser un peligro para ningún barón del PS”.
Pero entró Carabineros y nos desalojaron mientras cantábamos –a pesar de todo- el himno partidario. Nos trasladaron a la Comisaría a ese trámite lato y desagradable. Afortunadamente, tuvimos un buen trato mutuo con Carabineros, incluso “chao, compañeros” se despidió uno. Quizás, motivado por las visitas ilustres que tuvimos durante nuestra detención: el abogado y ex ministro, Jorge Arrate y el Senador de la República, Alejandro Navarro.
Al otro día se aprobó en la Cámara de Diputados, con los votos de la Derecha y parte de los de Concertación, la LGE. Sin embargo, se escuchó en el hemiciclo: “Con el actual sistema educacional estamos reproduciendo una sociedad segregada y clasista, que impide la inclusión y movilidad social a través del mérito, de la calidad, de la responsabilidad e inteligencia”, señalaba diputado socialista Sergio Aguiló en su intervención.
“El actual modelo de educación, estructurado sobre los pilares básicos de la dictadura militar, cosa que no debemos olvidar nunca, como lo hizo la ministra en su intervención, es un freno para nuestro desarrollo y una fuente de desigualdades. Este modelo tiende a cristalizar las profundas diferencias sociales que imperan en Chile, a través de un sistema formativo que antepone el lucro y la propiedad privada al interés colectivo y a la calidad de los servicios que presta a los ciudadanos y ciudadanas”, acusó Aguiló.
Afortunadamente, “aún tenemos patria, ciudadanos” y algunos parlamentarios votaron contra la LGE, pero no fue suficiente. Al parecer, un esfuerzo aún más grande tendrán que hacer los movimientos sociales y un desafío de más largo aliento se abre para quienes nos consideramos de izquierda. Los primeros, deberán hacer sentir su voz más fuerte en todos los rincones de la patria para contrarrestar el desprestigio del que son víctimas en los medios tradicionales de comunicación y aumentar la presión. Los segundos, debemos articularnos —dejando a un lado viejos resquemores y otros prejuicios— para levantar una alternativa que encarne los ideales de justicia que inspiran a las luchas sociales que nos han antecedido, pero que interprete y encause las necesidades del pueblo y el ciudadano en el siglo XXI.
[i] Datos obtenidos de un “informe” realizado por un miembro de la CP y que también votó favorablemente. El estatuto establece además, que las actas son públicas: Art 3°, letra b: “La información es un derecho militante que debe garantizarse transparentando toda la información que exista” luego señala que “generar un sistema de comunicación interna basado en el principio de la circulación universal de la información partidaria, que comprenda desde el padrón hasta las actas de la Comisión Política y de la Mesa”. Así que si se quiere comprobar dicha información diríjase a París 873, comuna de Santiago.
Juan Francisco Castillo. Socialista, estudiante universitario y desalojado.