Desde hace un mes el gobierno del Pasok (Movimiento Socialista Panhelénico) lleva adelante un duro ataque contra los trabajadores con severas medidas económicas que golpean duramente los salarios de los empleados públicos.
Los grandes medios de comunicación lo explican de esta manera: el país toma estas medidas presionado por las deudas y bajo la intensa presión de los mercados y de la Unión Europea para tratar de reducir el déficit del 12,7 al 8,7 por 100 antes de que finalice el año 2010.
En la última semana el gobierno ha aprobado medidas por un importe de 6.500 millones de euros que prevén los recortes de los salarios de los empleados públicos, la congelación de las jubilaciones y el aumento del IVA.
La deuda del Estado con los cuatro principales bancos del país aumentó un 23 por 100, mientras el gobierno precedente de ND (Nueva Democracia), hace solo ocho meses, había concedido a todos los bancos griegos 28.000 millones de euros para ayudarlos a enfrentar la crisis económica.
Una primer huelga de respuesta a estas maniobras fue realizada el 10 de febrero, convocada solo por Adedy, la unión de los sindicatos de los empleados públicos, otra sucesiva el 24 de febrero, organizada por Adedyy GSEE (la confederación de los sindicatos del sector privado).
Los trabajadores han cruzado nuevamente los brazos el 5 de marzo y cerca de 25.000 personas participaron en la manifestación principal, en Atenas. Los sindicatos controlados por el estalinista KKE (Partido Comunista Griego), y que forman parte del frente sindical del Pame, han decidido organizar marchas separadas en Atenas y en otras ciudades del país.
En esta jornada se produjeron enfrentamientos entre los manifestantes y la policía antidisturbios. Además, durante la manifestación en Atenas, los trabajadores atacaron al secretario del GSEE, también miembro del Pasok. En la misma manifestación el anciano militante de izquierda Manolis Glezos, de 88 años, fue víctima de un ataque policial mientras intentaba evitar el arresto de un manifestante. Por fortuna no tuvo daños físicos: Manolis Glezos es aquel que, con otro compañero, subió a la Acrópolis para quitar la bandera nazi durante la ocupación alemana en Grecia.
El 11 de marzo fue proclamada otra huelga general de GSEE y Aded con la participación de un gran número de trabajadores. En las dos manifestaciones en Atenas participaron más de 40.000 y cerca de 15.000 en Salónica. También en esta ocasión hubo mucha tensión entre los manifestantes y las numerosas fuerzas del orden presentes. Hubo enfrentamientos cuerpo a cuerpo entre los manifestantes (en gran parte anarquistas) y policías, bancos y grandes negocios fueron asaltados: nueve son los detenidos y trece los policías heridos. La orden de la policía era evidentemente no tolerar ataques. En algunos casos la policía antidisturbios atacó a los manifestantes, y en particular a los grupos anarquistas, de manera premeditada y muy violenta.
A pesar de todo esto, el gobierno socialdemócrata de Papandreu, en el poder desde hace seis meses, si bien no ha obtenido el apoyo de la población ha logrado ser tolerado. Los griegos se niegan a creer que el Estado y el Capital estén preparando un pésimo futuro a la población, y que su nivel de vida pueda empeorar, así como los salarios y las condiciones de trabajo. Del mismo modo parecen haber perdido confianza en las acciones colectivas y en particular en los grandes sindicatos. Por lo tanto, a pesar de que sienten el ataque del gobierno, son muchos los que evitan enfrentarse con él participando en las movilizaciones.
Por otro lado, hay una parte importante de la sociedad que se moviliza contra el ataque de clase de los capitalistas griegos y europeos. En la última gran manifestación en Atenas la policía no logró salir bien parada ante la gran masa de manifestantes y durante dos horas hubo enfrentamientos difusos, sobre todo en la zona de Exarjia.
En las últimas tres décadas los lideres del Pasok y del KKE han tenido un control férreo sobre los trabajadores. Aún hoy los lideres sindicales tienen el control de la mayoría de los sindicatos públicos y en el sector privado lo dividen con los estalinistas del KKE. Los líderes sindicales son sindicalistas profesionales y miembros de peso de los grandes partidos, por tanto los trabajadores en general no tienen confianza en ellos, pero los sostienen por que son capaces de resolverles los problemas cotidianos en el lugar de trabajo.
Sin embargo en los últimos cinco o seis años algo comenzó a cambiar. Algunos trabajadores, como los empleados de librerías, han comenzado a experimentar una nueva forma de acción sindical, una especie de sindicalismo de base. Al mismo tiempo otros grupos asalariados de izquierda y anarquistas han dado distintos pasos para dar fuerza a la lucha de clases y conducirla hacia el sindicalismo de acción directa.
El Estado sabe que hoy en Grecia los militantes anarquistas tienen una constante presencia e influencia no sólo entre los jóvenes, sino también en algunos barrios y puestos de trabajo. Al mismo tiempo el movimiento antiautoritario mantiene una presencia dinámica en las calles y responde a la represión policial.
En los últimos tres años el nuevo gobierno del Pasok ha hecho una intensa propaganda contra la «violencia criminal» de los anarquistas y sobre la necesidad de neutralizarlos. La creación de una nueva unidad de policía en motocicleta (grupo Delta) que controla el centro de Atenas es una de las nuevas medidas «antianarquistas». Ciertamente el Estado quisiera eliminar todo tipo de resistencia antes de concretar las anunciadas medidas económicas. Pero ha tenido éxito solo en parte.
Sabemos que los días que vendrán serán muy difíciles. Las nuevas medidas golpean no solo las posibilidades económicas de las personas sino también su forma de vida. El miedo al paro y la presencia de casi un millón de emigrantes especialmente de Asia y de África pueden crear condiciones sociales peligrosas. No sabemos cuánta pobreza nos espera y cuál será la salida al odio social que está aumentando. Debemos crear nuevas formas de lucha, de solidaridad y de apoyo mutuo entre los explotados.
La guerra de clases nos debe encontrar unidos en los próximos difíciles años que vendrán para todo el sur de Europa (y no solo). Debemos confiar a pesar de todo en una sociedad que no parece tener fe en sí misma, porque tal carencia puede ser muy peligrosa incluso para el movimiento anarquista. Debemos por lo tanto crear nuevas relaciones sociales a través de nuevas formas de lucha y organización.
Fuente: Tierra y Libertad