Todo ha ocurrido en Nabi Saleh, una villa palestina de Cisjordania, en la que cada semana se llevan a cabo manifestaciones contra la ocupación de Israel.
Un soldado de las IDF -con el rostro oculto y un fusil- se dispone a detener a un niño de 12 años, con el brazo enyesado. Cuando los demás palestinos que están en la zona se dan cuenta, se abalanzan sobre el militar para tratar de impedirlo. La mayoría son mujeres y niños, que se afanan a empujones, golpes y hasta bocados.
La escena ha sido recogida por a agencias internacionales cono AFP y Reuters y por activistas locales, y esas imágenes ahora están dando la vuelta al mundo como un símbolo de la causa palestina.
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El Ejército de Israel ha explicado que el soldado resultó herido leve y que quería arrestar al menor porque supuestamente había estado tirando piedras.
Ante la oposición de los demás palestinos, la detención no se produjo, finalmente, indica el diario israelí Haaretz.
Lanzar piedras contra las fuerzas de seguridad o contra civiles podrá castigarse con hasta 20 años de cárcel en Israel, tras un cambio de ley hecho a principios de verano. Israel dicta cada año unas 1.000 condenas por tirar piedras, según datos de la Knesset (el Parlamento).
Hasta ahora, la ley ya preveía un máximo de 20 años para quienes arrojaban piedras a vehículos o individuos, pero era necesario demostrar que hubo intención de provocar daño. A partir de ahora, quien lance una piedra a un vehículo podrá pasar 10 años en prisión sin tener que demostrar que tuvo intención de dañar. Si se prueba que esa intención existió, la pena ascendería hasta los 20 años.
A los niños palestinos, como a los adultos, se les aplica una ley especial militar que permite su encarcelamiento sin tener en cuenta que son menores de edad.