El dispositivo monitorea al niño mientras duerme y lo hace reaccionar si baja su nivel de oxígeno en sangre o frecuencia cardíaca. Podría estar a la venta en 2016.
En los últimos años, las nuevas tecnologías llegaron al campo de la salud. No sólo surgieron miles de aplicaciones para conocer más sobre enfermedades, chatear con médicos, sacar turnos vía web o ver el resultado de estudios, sino que además aparecieron los wearables, técnicamente dispositivos que se llevan sobre la piel o la ropa y permiten, por ejemplo, controlar la presión arterial o las pulsaciones cardíacas.
En este contexto, a un médico argentino se le ocurrió que mediante un wearable sería posible prevenir una patología por la cual durante 2012 en Argentina murieron 282 bebés y que es una de las principales causas de mortalidad posnatal: el síndrome de muerte súbita del lactante. “Buscando soluciones para mi apnea del sueño advertí que el estado de hipoxia que se genera cuando el flujo de oxígeno se interrumpe es el mismo que sufren los bebés. Por ende, si por algún medio se interrumpiera el sueño, podríamos prevenir muchas muertes, algo que hoy no es posible”, explicó a PERFIL Diego Delia, integrante de los equipos de anestesiología del Sanatorio Mater Dei y del Instituto de Ginecología y Fertilidad.
“Así surgió la idea de hacer un dispositivo wearable no invasivo y fácilmente adaptable a la mano del bebé, que cuando detecta una disminución de la oxigenación en sangre o de la frecuencia cardíaca emite una estimulación lo suficientemente molesta, aunque inofensiva, como para hacer reaccionar al niño y que se mueva, aunque luego puede seguir durmiendo normalmente. Dado que ninguna de las teorías sobre el mecanismo de esta enfermedad describe una pérdida de percepción del estímulo doloroso, somos muy optimistas en reducir el riesgo de esta patología”, agregó.
Esa idea, que nació en 2012, lentamente fue haciéndose realidad. Hoy ya cuenta con el segundo prototipo de oxímetro de pulso inalámbrico y “vestible” –es un guante que se le pone al bebito y que monitorea el oxígeno sanguíneo–, y ya cuenta con patentamiento en Nueva Zelanda y Estados Unidos. En ese país, además, está por comenzar la etapa de ensayos clínicos de 6 a 12 meses, requerimiento para tramitar la aprobación por parte de la Food & Drug Administration (FDA).
Por su parte, en Argentina el “Anti-SIDS Device” –nombre provisorio del prototipo– también comenzó el proceso de patentamiento del invento, y el mes próximo se iniciará la etapa de pruebas “oficiales”, ya que el doctor Delia lo testeó en diversos bebés.
“Los prototipos son productos toscos que después, al ser desarrollados por las empresas de tecnología, se vuelven amigables para el usuario. Por suerte hay empresas interesadas, con lo cual quizás podríamos tenerlo para el año que viene”, adelantó el responsable del dispositivo, que fue elegido finalista en dos concursos organizados por Verizon e Intel.
Impacto. Vale destacar que la potencialidad del dispositivo es doble. Por un lado, hace reaccionar al bebé sin necesidad de que un adulto lo haga. Este es, para Diego Delia, el aspecto más importante e innovador, ya que existen en el mercado oxímetros portátiles pero sólo emiten un sonido y no generan movimiento.
Por otro lado, permite la conexión con los padres, que pueden monitorear la saturación de oxígeno en sangre, la frecuencia cardíaca y las veces que el niño recibió la estimulación mediante una aplicación en sus smartphones.
Sin embargo, la salud no es ajena a la premisa según la cual, más allá de la innovación, un desarrollo es exitoso cuando logra su objetivo. En este caso, salvar vidas. “Hoy es imposible saber si el guante puede resultar útil porque hay que realizar las pruebas correspondientes, aunque es un wearable interesante porque capta la disminución de oxígeno y la frecuencia cardíaca, algo nuevo”, opinó Cristian García Roig, jefe de Terapia Intensiva y Emergencias de Pediatría del Sanatorio Mater Dei.
El síndrome causa numerosas muertes al año
La muerte súbita puede ocurrir hasta el año de vida, aunque el pico de incidencia es entre los 2 y 6 meses. Si bien se sabe que no hay diferencias entre sexos, y que los bebés prematuros presentan más posibilidades de padecerla en comparación con los que llegan a término, la causa de este síndrome sigue siendo un misterio.
“Es un cuadro multifactorial en el que influyen la genética, el desarrollo intrauterino y el ambiente, punto en el cual se enfocan las medidas de prevención. Las principales son que el bebé duerma boca arriba porque le será más fácil despertarse en caso de que lo necesite, en un colchón firme y sin mucho abrigo, al lado de la mamá pero no en la misma cama. También es importante que no se fume durante el embarazo o en los ambientes en los cuales está el niño, y durante la lactancia materna”, indicó Manuel Rocca Rivarola, director del Departamento Materno Infantil del Hospital Austral.“Que el bebé duerma en su cuna es la principal forma de protegerlo, porque en la cama de los padres puede caerse o ahogarse”, agregó el pediatra García Roig.
Fuente: Buen Diario