Desde hace casi 2 mil años, las mujeres japonesas que viven en las aldeas costeras se dedican a la pesca de ostión y abulón (caracol de mar que produce perlas). Ellas son conocidas como Ama, las mujeres que se ganan la vida al sumergirse bajo el agua con los pulmones llenos de aire. Ellas bucean por largos periodos de tiempo en el océano Pacífico con una máscara y aletas.
A mediados del siglo XX, Iwase Yoshiyuki regresó a la aldea pesquera en la que creció para fotografiar a estas mujeres cuando la inusual profesión era aún muy practicada en la zona. Después de graduarse de la escuela de derecho, Yoshiyuki adquirió su primera cámara Kodak y retrató la antigua tradición de las buceadoras Ama en su ciudad natal. Sin embargo, ahora esta tradición parece desaparecer rápidamente, por lo que sus fotografías son consideradas el único documento bien preservado que existe sobre esta tradición casi extinta.
Las mujeres, además de la pesca de perlas de abulón y ostiones, también cosechan algas y caracoles. Para esto deben sumergirse en aguas prácticamente congeladas durante dos minutos y después respirar apenas unos segundos. En cada sesión de buceo realizan este procedimiento unas 60 veces hasta tres veces al día.
Los pobladores creyeron que las mujeres eran más aptas para realizar esta actividad porque tienen una capa adicional de grasa en su cuerpo, lo que les permite aguantar la respiración por más tiempo. Según el razonamiento de los pobladores, como pueden sostener más el aire, también pueden recolectar más perlas y ganar más dinero de lo que los hombres podrían recolectar para su aldea en un año.
Las mujeres debían nadar desnudas debido a que el traje de buceo al que ahora estamos acostumbrados no estuvo disponible hasta los años 50, y los trajes de algodón disponibles eran muy incómodos cuando se mojaban puesto que pesaban demasiado y les hacía sentir un frío mucho más intenso fuera del agua. De este modo, optaron por nadar desnudas; su cuerpo se secaría más rápido gracias al calor corporal.
La mayoría de las Ama usaba sólo un diminuto taparrabos y una máscara. Cuando aumentó el turismo en Japón después de la Segunda Guerra Mundial, los extranjeros comenzaron a hablar sobre la desnudez de las mujeres buzo. Después fueron obligadas a cubrirse más. Yoshikuyi logró captar la tradición tal y como era antes de desaparecer.
Muchas de las mujeres Ama ahora son mayores y conservan la tradición que por siglos fue el principal sustento de la comunidad; sin embargo, ahora muchas jóvenes de los poblados de la costa nipona ven esta actividad como un trabajo que no realizarían, tal vez debido a la poca paga que reciben por el gran sacrificio que hacen, exponiéndose, en muchas ocasiones, a grandes peligros como los tiburones que nadan a su alrededor.
Las mujeres son capaces de sumergirse unos 20 metros, y permanecen debajo del agua el mayor tiempo posible para lograr recolectar el anhelado tesoro. El oficio se transmite de generación en generación y las más jóvenes comienzan a los 13 años. Por otro lado, las Amas de más edad tienen alrededor de 60 años y la menor 50. En la actualidad, las Amas existentes realizan su actividad en Ago, ubicado en el Parque Nacional de Ise Shima en la provincia de Míe.
Fuente: messynessychic