1. Rosa de chicas, azul de chicos
Ya lo sabes, los aliens verdes, las niñas rosa y los niños azul. Pero no siempre fue así. Aliens aparte, en los siglos anteriores al XX los tintes en la ropa mínimamente elaborados eran para gente adinerada o para soldados. Por eso niños y niñas solían vestir de parduzco, llámalo gris, llámalo marrón, poco importa.
En el siglo XX, comenzó el debate. En 1918, la revista Earnshow’s, sobre temas infantiles, lo tenía claro: “el rosa es un color más decidido y fuerte… más apropiado para el niño. El azul es más delicado y delicado, más bonito para la niña”.
No convenció a todos la idea, pero tampoco se decantaba el mundo occidental por lo contrario. La revista Time aún publicaba en 1927 una lista de qué tiendas abogaban por una opción o por otra. No se sabe cómo, pero, en 1940 ya había triunfado el estereotipo actual. Y así seguimos.
2. Llorar es de chicas
Los hombres no lloran, o eso dice alguna canción. Y aún hay hombres que creen que no deben llorar. Pero no siempre fue así. En el mundo griego clásico los héroes lloran y se espera que lloren cuando hay en juego aspectos importantes de su vida. El honor de su familia, su tierra amada o la muerte de un hijo están muy presentes en el mundo clásico.
Pero no sólo, también en la Edad Media los caballeros lloran cuando la ocasión lo requiere. Más recientemente, las lágrimas se han considerado un signo de honradez tanto en hombres como en mujeres.
3. El síndrome premenstrual hace intratables a las mujeres
Las mujeres están locas. Quién sabe, quizás es cierto. Pero los hombres que hablaron de las mujeres, esos sí que estaban verdaderamente afectados por ese virus llamado…. Sexismo. Hemos reseguido las opiniones de autoridades en la materia femenina (ninguna es mujer) y aquí va la lista: tienen mal humor porque su útero bloquea el corazón (Hipócrates, Grecia), son unas loquelas porque tienen demasiado sexo (Edad Media cristiana), tienen humores repentinos porque pasan demasiado sin quedar embarazadas (siglo XVIII). Su síndrome premenstrual las hace intratables (un don nadie cualquiera, hoy, 8 de la mañana).
4. Los homosexuales son menos bravos
Así que eso es lo que piensas, eh, machote. Pues tú no durabas ni un telediario en la Grecia clásica. Lo tenían bien claro, si vas a la guerra mejor te mandamos con tu amado, porque eso nos garantiza que lucharás a muerte. Los 300 de las Termópilas, famosos hoy por la película 300, eran en realidad homosexuales, aunque no se haya hecho mucha publicidad de este detalle.
De hecho, todo hombre joven que se preciara tenía o un maestro con quien se acostaba o un alumno con quien se acostaba. Uno tenía el conocimiento, el otro la belleza erótica. ¿Y las mujeres? Pues si pensaste que el hecho de que hubiera una homosexualidad abierta hacía que se las respetara más… pues no fue así. La mujer era la encargada de la casa y de los niños. ¿Les gustaban a los hombres? Sí, sin duda. Pero el prestigio público era ir con varones.