Quien no haya hecho algo por satisfacer a su pareja, que tire la primera piedra. Todos/as hemos empleado cualquier cantidad de artilugios para que la situación se ponga a tono y todos quedemos satisfechos, a punto de soltar una ovación después de una noche de pasión desenfrenada.
Muchas mujeres optan por hacer ejercicios de Kegel para lograr la recuperación del suelo pélvico, o dicho de otra forma, para tonificar los músculos vaginales y prolongar losmomentos de goce y felicidad para ambos. Otras optan por reconstruir sus vaginas mediante la cirugía.
Sin embargo, a pesar de las diferentes alternativas, a algún ocioso u ociosa se le ocurrió utilizar métodos mucho más agresivos para lograr que haya más fricción y se produzca el ‘sexo en seco’ para que el hombre sintiera más placer al tener relaciones sexuales.
Esto implicaría mucho dolor para la mujer (y a pesar de la creencia, también para el hombre). Aquí les va de qué se trata:
El nuevo ‘método’
Resulta que quisieron hacer una versión extrema (bastante dañina y peligrosa) de la canción del General que alababa a las mujeres ‘ricas y apretaditas’. Descrito por Mark Schoofs en una serie de publicaciones que hizo The Village Voice sobre el Sida en África, ganadoras del premio Pulitzer en 2000, el sexo en seco es una práctica que se reportó en el sur de ese continente, donde las mujeres empleaban (y aún emplean) materiales como: detergente, algodón, medias, hierbas, periódicos, ‘mutendo wegudo’, que según Schoofs es tierra con orina de mandril, para secar sus vaginas y que el hombre experimente mucho más placer durante las relaciones sexuales.
Supuestamente, al estar menos lubricado, se generaría más presión y el hombre disfrutaría más al hacerlo.
El problema es que en la actualidad esta práctica se ha puesto de moda y se ha extendido a otros lados con la falsa creencia de que esto provocaría largas sesiones de orgasmos a un precio accesible.
O sea, no tendrían que lanzarse por lubricantes carísimos y sofisticados, pues cualquier cosa que encuentren en la cocina o en el cuarto de lavado les secaría la vagina con la promesa de vivir las mejores noches de sus vidas.