Zeinat fue capturada por el Estado Islamico al pie de las montañas Sinjar, en Irak. Separada de su padre y de sus hermanos, como miles de otras mujeres de la minoría religiosa yazidí, Zeinat se convirtió en esclava del grupo terrorista, siendo elegida para servir al líder terrorista Abu Bakr al Baghdadi, a su familia y a sus amigos.
En una entrevista exclusiva con CNN, la chica de 16 años relata cómo Al Baghdadi la golpeaba y la humillaba y cómo abusaba de Kayla Mueller, la prisionera estadounidense capturada en 2013.
Cuando a Zeinat la llevaron a Raqqa, inmediatamente le mostraron videos de decapitaciones de periodistas internacionales, advirtiéndole que correría la misma suerte si no renunciaba su fe.
Según el relato de Zeinat, Al Baghdadi y su familia se mudaban constantemente de una casa a otra y de una ciudad a otra. El día de su llegada a Raqqa un ataque aéreo destruyó una casa que estaba junto a la del líder terrorista, por lo que se mudaron en seguida a otra localidad. Al Baghdadi la golpeaba constantemente, recordándole que era «propiedad» de Estado Islámico. Durante su cautiverio, tanto ella como otras esclavas también debían servir a sus tres esposas y seis hijos.
«Tomamos la llave y abrimos la puerta, corrimos y corrimos. Vimos una casa a las afueras de Alepo, donde había una mujer árabe. Ella nos dijo: ‘Entrad. Os ayudaré a llegar a Irak’. Pero aunque dijo que nos ayudaría, se fue y llamó a Al Baghdadi», relata el primer intento de fugarse.
Zeinat contó que como castigo fue golpeada por el líder terrorista con una manguera y un cinturón, que le dejaron cicatrices por todo el cuerpo.
La mujer reveló, además, que el líder terrorista tenía pánico a los teléfonos móviles, pues creía que los aviones de la coalición internacional contra el EI detectarían la señal y lo atacarían inmediatamente.
En un segundo intento, Zeinat y otra prisionera lograron finalmente huir a través de una pequeña ventana. Tuvieron que esconderse y correr durante muchas horas hasta que llegaron a una casa y pidieron ayuda. Esta vez tuvieron más suerte y fueron llevadas a casa en Irak en motocicletas. Tras casi tres meses de cautiverio, la chica regresó a su familia, aunque su padre desapareció y algunas de sus hermanas todavía se encuentran cautivas en manos del Estado Islámico.
«Espero que lo maten pronto», dice la chica. Y concluye: «Quiero que el mundo sepa lo malvado que es».