El pasado viernes 24 de julio, en el contexto de una protesta de los trabajadores contratistas de Codelco en El Salvador, resultó muerto Nelson Quichillao López (47). El hecho ocurrió en medio de una manifestación por el Acuerdo Marco 2015, la que fue brutalmente reprimida por Fuerzas Especiales de Carabineros.
De acuerdo al parte policial, funcionarios de Fuerzas Especiales que llegaron a desbloquear la Ruta C 183, que une la localidad de El Salvador con la mina El Salvador, tomada por los trabajadores, realizaron en total 33 disparos en su contra. Quince de esos disparos fueron realizados por el Sargento 2do. Marco Guerrero Martínez, de dotación de la 7ma. Comisaría de Carabineros de Valparaíso.
Un reconocimiento que el mencionado policía realizó luego de haber negado en un primer momento haber hecho uso de su armamento, como quedó establecido en el parte. “Se hace presente que originalmente el señalado sargento manifestó ante la revisión del armamento que no había hecho uso del mismo, pero dado que no tenía el cargador explicó que se le había caído. Posteriormente, en una segunda revisión por parte del capitán Juan Serrano Perkes conjuntamente con el Gope, percibieron un fuerte olor a perfume que frente a la insistente pregunta de su jefe de sección, el teniente Roberto Bustos Rodríguez, admitió haber echo uso del arma en las 15 oportunidades señaladas (sic)”, dice el documento.
En otras palabras, el Sargento 2do Marco Guerrero trató de esconder las evidencias relacionadas al arma que portaba. El 25 de julio, el fiscal de Diego de Almagro, Julio Artigas, informó que había sido identificado el carabinero que efectuó el disparo que terminó con la vida de Quichillao, pero no entregó su nombre: «Tenemos claridad del arma utilizada y del funcionario que efectúo el disparo, hasta el momento vamos a reservar su identidad y será informada oportunamente», declaró.
Sin embargo, el programa Informe Especial de TVN logró acceder a un documento reservado en el que se plantea respecto a la identificación del arma homicida, lo siguiente: “Se encontraron coincidencias de huellas de clase e individuales que en su conjunto permiten concluir que el proyectil dubitado por el ánima del arma de fuego, tipo pistola, marca Taurus serie TBX 11361, arma utilizada por el sargento primero Marco Guerrero Martínez”. Es decir, desde el arma de este carabinero habría salido la bala que mató a Nelson Quichillao.
“Me pegaba patadas en mis testículos”
De acuerdo a información recibida por El Ciudadano, el carabinero Marco Guerrero Martínez es la misma persona que hoy está en calidad de imputado en una causa por detención ilegal y apremios ilegítimos en la ciudad de Valparaíso. Un hecho importante que viene a sumar antecedentes a la causa respecto a esta persona y que a continuación exponemos en el relato del propio afectado.
La noche del jueves 11 de julio de 2013, Jorge Brito -estudiante de 5º año de Ingeniería Civil Industrial y ex presidente de la FEUTSM- participaba de un cacerolazo en las afueras de la universidad en calle Placeres, cruzando intermitentemente el paso peatonal como forma de protesta. Fue cuando junto a otros compañeros intentó entorpecer la detención de otro estudiante que esa manifestación se transformó en una feroz detención para Brito.
“Un efectivo de Fuerzas Especiales me toma por la espalda, me lanzan un polvo químico directo a mi cara, y luego con aproximadamente 7 o más me llevan detenido a subirme a la micro de Fuerzas Especiales de la 7ª Comisaría. Apenas me tiraron al bus policial, caí en el piso. Un efectivo se deja caer sobre mi cuello con su rodilla mientras me daba golpes de puño en el cuerpo y mientras otro hombre me pegaba patadas en mis testículos. Me estaba ahogando mucho, ya no podía respirar, hasta que el hombre quitó un poco de peso de mi cuello, y con una bomba lacrimógena en su mano me preguntaba si quería que él siguiera o que encendiera la bomba en mi cara. Al pasar unos minutos así, no recuerdo cuántos, con amenazas de patadas y empujones me hicieron sentarme en el piso al fondo del bus policial», relata Jorge.
Brito continúa: “Una vez ahí ya sentía mi cara adormecida por los golpes y me costaba aún respirar. Noté que en el piso había un círculo de sangre del tamaño de un plato de almuerzo. Pensé en algún detenido que pudo haber habido antes de mí, cuando al cabo de unos minutos me di cuenta que era mía, pues tenía mi mentón y oreja sangrando. Dos tipos, que supongo que fueron los que me dieron la golpiza, se mantuvieron insultándome y culpándome de haberles pegado cosa que nunca hice. Además uno de ellos me dice: Tú te pegaste sólo al subir”.
El entonces dirigente fue trasladado al Policlínico del Cerro Placeres, donde fue revisado por una doctora. “Ante mi comentario de que me dolían los testículos ella dijo que no tenían para ver eso. La enfermera amablemente me curó la sangre de mi cara, oreja y cuello mientras me mantenía esposado en una camilla. De reojo pude ver que el carabinero se entretenía revisando mi celular, mis contactos, y mis conversaciones por whatsapp. La enfermera dijo que me recomendaba poner puntos, pero el carabinero dijo que no, por lo que llamaron a la doctora y ella dijo que no me pusieran puntos. Al finalizar me llevaron a la Tercera Comisaría de Barón. Me desnudaron completamente en el baño, me voltearon contra la pared, manos en la cabeza, y bajar hasta el piso y subir unas 3 o 5 veces, con el dolor de los golpes fue algo difícil. Luego me dieron mi ropa y entré al calabozo”, continúa.
Tras ser dejado en libertad esa misma noche, Jorge se dirigió al Hospital Gustavo Fricke, donde fue auscultado por un médico cirujano plástico y un médico traumatólogo: Herida contusa en el mentón, contusión testicular y escrotal bilateral, fue el diagnóstico, por lo que le pusieron 7 puntos en su mentón y ketoprofeno intravenoso, junto con una suspensión vertical por 10 días de sus testículos y diclofenaco por una semana.
Jorge Brito interpuso una querella contra quienes resulten responsables de estas brutales agresiones, causa que terminó finalmente en manos de la Justicia Militar. El dirigente nos explica que la fiscal a cargo de la investigación intentó desacreditar las pruebas con las que cuenta para sostener su versión de lo ocurrido, pero el juez militar rechazó el cierre de la causa. Brito tiene a su favor un documento del Servicio Médico Legal que acredita que sus lesiones son concordantes con su relato y de carácter grave. Junto con esto, cuenta con el relato de una testigo que estaba en la celda de al lado de Brito y confirma sus acusaciones.
Brito accedió al expediente y se enteró de que el principal imputado por los abusos sufridos era Marco Guerrero Martínez, el mismo sargento 2° señalado como el responsable de la muerte de Nelson Quichillao. Este próximo 22 de septiembre ambos y un tercer implicado, un suboficial de Carabineros, se encontrarán nuevamente en un careo dentro del proceso de la Justicia Militar.
“La muerte de Nelson Quichillao hubiese sido completamente evitable si es que la institución de Carabineros no buscara de una u otra forma ocultar los abusos y el Estado y el gobierno de Chile no fueran cómplices de dejar en la impunidad a quienes ostentan el poder de abuso”, declara el ex dirigente Jorge Brito.
Por Daniel Labbé Yáñez