Corría el año 1997 y una mujer, que en ese entonces tenía 23 años, decidió salvar a Luna, una secuoya de 60 metros de altura y más de 500 años. Ese 10 de diciembre, Julia convirtió a aquel árbol en su hogar durante dos años, cambiando su vida y la de Luna para siempre.
Más de mil anillos tenía el tronco de Luna cuando una motosierra quiso atravesarlo. Por suerte, el destino de este árbol se torció. Una joven mariposa se posó en él y pasó 738 días en sus ramas obligando a la compañía Pacific Lumber a suspender la tala de éste y otros árboles del Bosque de Stanford, en California.
Julia Butterfly Hill, nació en una familia muy humilde del sudoeste de Estados Unidos el 18 de febrero de 1974. Estudió en su hogar hasta los 12 años y junto a su familia llevó una vida nómada y ambulante.
Se hace llamar «Butterfly» (mariposa, en inglés) porque de pequeña, en una de sus caminatas por la naturaleza con su familia, una mariposa aterrizó en su hombro y permaneció sobre ella durante todo el trayecto. Esta casualidad no solo marcó su apodo, sino también su vida, una vida aventurera llena de retos en conexión con la naturaleza.
A los 22 años tuvo un grave accidente de tránsito. Esta secuencia fue traumática para su vida y le dejó muchas secuelas cerebrales que requirió de un largo proceso de rehabilitación. En este camino hacia una mejoría de salud, Julia comenzó a pasar mucho más tiempo conectada con la naturaleza y contemplando los fabulosos bosques de su ciudad.
Ella misma cuenta en su libro «El legado de Luna” : “Me adentré en el bosque y por primera vez experimenté lo que significa de verdad estar vivo. Entendí que yo formaba parte de aquello. Poco después supe que la Pacific Lumber Maxxam Corporation estaba talando esos bosques y mi confusión fue total. Contacté con la asociación Earth First, que hacía sentadas en los árboles para impedir su tala. Así conocí a Luna(…).»