Por primera vez en Chile, profesionales de la salud conocieron en el seminario internacional “Plaguicidas Altamente Peligrosos y Transgénicos: Impactos en Chile y Argentina”, las consecuencias del uso masivo de plaguicidas altamente peligrosos (PAP). El seminario, realizado el 29 de agosto de 2015 en Santiago, fue organizado por la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas RAP-Chile y la campaña Yo No Quiero Transgénicos en Chile. Allí se encaró la salud como un derecho humano vulnerado por los gobiernos de Argentina y Chile, que protegen los agronegocios haciendo oídos sordos a las denuncias y a la demanda de prohibición del glifosato (nombre comercial Rooundup). El glifosato es un herbicida reclasificado por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARCIARC ) como probable carcinógeno en humanos.
Entre los casi 40 participantes del seminario –la mayoría mujeres- hubo médicos del Hospital de niños Roberto del Río, un representante del Colegio Médico, así como profesionales de salud del CESFAM de Paine, comuna donde funciona una planta de granos de Monsanto; médicos y directivos de un SAPU y un CESFAM de Viña del Mar; médicos independientes, enfermeras, psicólogos, bioquímicos y nutricionistas. También participaron especialistas en enfoque de género y/o en salud pública; así como practicantes de terapias complementarias y estudiantes de materias relacionadas con el tema.
Los panelistas
En el seminario, expusieron sobre la situación en Argentina, el Dr. Medardo Avila, pediatra, coordinador de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, quien se desempeña en el Hospital de Clínicas de Córdoba y fue ex subsecretario de salud de esa provincia; y el ingeniero agrónomo Javier Souza, profesor de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, presidente de Pesticide Action Network PAN, y Coordinador regional de RAP-AL. La agrónoma cubana Nilda Pérez, experta en control biológico de plagas (Universidad Agraria de La Habana) compartió una ponencia, en tanto que la realidad chilena fue abordada por el Dr. Andrei Tchernitchin (Universidad de Chile) y la investigadora Liliana Zúñiga (Universidad Católica del Norte). Por RAP-Chile, intervinieron su coordinadora nacional, María Elena Rozas, y Lucía Sepúlveda, que también es vocera de la campaña “Yo No Quiero Transgénicos en Chile”. La jornada se realizó en el Hotel Cap Ducal.
Cáncer, transgénicos y deforestación
Según el Dr. Medardo Ávila en Argentina hay 24,5 millones de hectáreas de cultivos transgénicos, con 12 millones de personas afectados por el aumento sin precedentes de cánceres y malformaciones congénitas u otros daños. “Los dueños de los cultivos van a Buenos Aires a atenderse “, dijo el pediatra, “pero los pobres del campo, simplemente mueren”. El trabajo en hospitales es una fuente de datos, como también el trabajo en terreno en localidades como Monte Maíz (Córdoba), donde médicos y estudiantes encuestaron en forma inédita a la población pesquisando cáncer y malformaciones. En la localidad de Malvinas Argentinas, Córdoba.
la población afectada ha reaccionado, impidiendo que Monsanto concretara la construcción de una planta de procesamiento de granos.
El ingeniero agrónomo Javier Souza, por su parte, señaló que Argentina es hoy un ejemplo claro de la baja sustentabilidad, falta de equidad, degradación ecológica y cultural asociadas a los transgénicos. Debido al uso reiterado de los mismos plaguicidas, se crearon condiciones de resistencia genética, lo que incrementó la utilización de herbicidas e insecticidas.
Entre 2007 – 2013 la deforestación fue de 1.893.128 hectáreas, lo que equivale a remplazar, cada dos minutos, una hectárea de bosques por cultivos de soja. El mercado de agroquímicos creció de 120 millones de kilos en 1997 a 300 millones en el período 2009/2010.
Investigaciones en Chile La investigadora Liliana Zúñiga, del laboratorio de Neurotoxicología de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica del Norte compartió la metodología, objetivos y resultados de estudios realizados en la región de Coquimbo, sobre Biomarcadores de la exposición de temporeros a plaguicidas organofosforados, en especial clorpirifos. Explicó la importancia de contar con estos indicadores ( biomarcadores) para medir, por ejemplo, el daño en el ADN (con el Ensayo del Cometa) o bien alteraciones de comportamiento tales como fallas de memoria, las que se pueden asociar a un daño o enfermedad tras exposición a organofosforados. Se trata del único estudio de este tipo con trabajadores y trabajadoras agrícolas, que incluyó un centenar de personas entre afectados y grupo de control, en la comuna rural de Paihuano.
Sobre el “imprinting”, impacto generado durante la exposición prenatal o infantil temprana a agrotóxicos, metales pesados y otros agentes como las dioxinas, expuso el Dr. Andrei Tchernitchin, toxicólogo e investigador presidente de la Comisión de Medio Ambiente del Colegio Médico.
El imprinting por exposición hormonal (ejemplo, el DDT que presenta actividad estrogénica) genera entre otros problemas, cambios en la programación celular y en la acción de las hormonas, así como patologías que se presentan años después del nacimiento.
El omitido daño crónico
María Elena Rozas, de RAP-Chile señaló que hasta hoy los organismos encargados del registro y regulación de los plaguicidas omiten el efecto crónico en la clasificación de los plaguicidas. Agregó que en la región, los plaguicidas se venden con etiquetas sin frases de riesgo crónico lo que impide la prevención de cáncer, entre otras enfermedades. Se refirió también a una nueva categoría emergente, los Plaguicidas Altamente Peligrosos (PAP) que son aquellos que representan riesgos agudos o crónicos particularmente elevados para la salud o el medio ambiente, destacando como un avance el reciente llamado a formar una “Alianza mundial para la prohibición gradual de los plaguicidas altamente peligrosos” realizado por gobiernos de la región africana más algunos países de América Latina, Asia, Europa del Este, junto a ONGs como PAN Internacional, RAP-AL, IPEN y la Confederación Internacional de Sindicatos de Trabajadores.
Prohibición del glifosato
Lucía Sepúlveda, de RAP-Chile y YNQT, expuso acerca de glifosato y los transgénicos, cultivos manipulados para “tolerar” fumigaciones con plaguicidas peligrosos. Informó que además del Roundup de Monsanto, SAG autoriza en Chile 38 marcas con este principio activo, y de ellas 14 son productos fabricados por China. SAG y Aduanas se han negado a revelar la cantidad de glifosato que ingresa anualmente a Chile, y no se publican las estadísticas de muertes por cáncer y malformaciones por comunas. Sólo se sabe del uso de glifosato en las 117.418 hectáreas existentes de cultivos de maíz (convencional y semilleros transgénicos), pero no hay cifras oficiales de su extendido uso en hortalizas y especies exóticas como pino y eucaliptus. Enfatizó que la demanda de RAP-Chile formulada al gobierno en abril de este año sobre prohibición del glifosato y de los plaguicidas que matan a las abejas, implica una apuesta por una forma de producción diferente de nuestros alimentos, a partir del uso de semillas libres de plaguicidas, patentes y transgénicos.
Las tendencias en Cuba
La ingeniera agrónoma, Nilda Pérez, destacó que desde la década de 2000 hay una reducción de más del 75% del uso de plaguicidas en Cuba, pero en el caso de la papa se usan plaguicidas altamente peligrosos. En una evaluación realizada en la Universidad Agraria de La Habana sobre la tendencia del uso de plaguicidas y agentes de control biológico en el cultivo de la papa en el trienio 2011-2013, se identificó la provincia de Artemisa como ecosistema vulnerable en relación con el uso de plaguicidas, concluyendo que se deben aplicar estrategias orientadas a la reducción de estos contaminantes y políticas preventivas en salud.
Los asistentes al seminario quedaron convocados al tercer congreso de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, a realizarse en octubre próximo en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, Argentina.
Más información sobre estos temas en www.rap-al.org