Por más de setenta años que para Rusia o antes, Unión Soviética, el Cáucaso es un gran dolor de cabeza, ya que el separatismo checheno y la rebeldía del pueblo osetio han marcado sangrientas jornadas y enfrentamientos. Sin embargo, la soberbia y autoritarismo del imperio ruso siguen despertando la furia y las ansias de libertad de un pueblo oprimido que busca seguir su propio destino.
De acuerdo a los antecedentes entregados por la policía rusa, los atentados perpetrados en dos estaciones de metro en Moscú el pasado 29 de marzo que causó la muerte de 34 personas y dejando 26 heridos, tuvo origen en autobombas provocadas por dos mujeres de origen checheno, específicamente del Cáucaso Norte, lugar donde por años Rusia ha invadido sus territorios e impuesto duras condiciones de apaciguamiento en pos de la campaña contra los insurgentes y movimientos separatistas.
¿Qué razón tiene Rusia para controlar a los separatistas? En la región del Cáucaso Norte, Rusia tiene grandes intereses en petroleras y reservas carboníferas, cuyos ingresos le reportan el 45% de su PIB, lo cual implica que exista un fuerte control policial y de inteligencia para controlar la sublevación de estos pueblos.
El Cáucaso se ubica entre los Mares Caspio y Negro y se divide en dos regiones; Transcauscasia o Cáucaso del Sur compuesto por Georgia, Armenia (cristianos) y Azerbaiyán (musulmán). Mientras que la vertiente norte pertenece a la Federación Rusa y se divide en siete naciones autónomas: Chechenia, Osetia del Norte, Ingusetia, Kabardino-Balkaria, Karacháevo-Cherkesia, Adisguesia y Degestán.
Luego de la caída del imperio soviético, las regiones de Chechenia, Osetia del Norte e Ingushetia vieron la ocasión de lograr la ansiada independencia de los rusos, sin embargo el conflicto se ha extremado debido al enorme poderío militar de la ex Unión Soviética.
Desde comienzos de los años noventa que Chechenia se ha enfrentado con Moscú provocando decenas de miles de muertes civiles y la destrucción masiva de campos agrícolas, principal fuente laboral de los caucásicos.
Otro punto en conflicto permanente es la aparición de grupos extremistas chechenos islámicos, que han operado por medio de los atentados en centros de gran afluencia de personas en Moscú y otras ciudades rusas.
Una de las tragedias más recordadas en el Cáucaso fue la masacre en Beslán en Osetia del Norte, donde una combinación de terroristas islámicos entre chechenos e ingusetios tuvo secuestrada una escuela básica por dos días. Al tercero, se inició un enfrentamiento con fuerzas militares rusas dejando un saldo de 370 muertos (171 niños) y más de doscientos heridos.
Según el analista de la BBC, Stephen Murvey, en los últimos 14 años los militares rusos han dejado una estela de destrucción física y psicológica en Chechenia, dado que existen un gran número de mujeres que perdieron a sus padres, esposos e hijos y que además fueron violadas, desencadenando una ola de furia y un shock postraumático severo en el pueblo checheno.
Esta situación fue aprovechada por los separatistas y en especial por el líder checheno Shamil Basayev, quien asesinado en el 2006, se jactaba de tener un batallón de mujeres suicidas dispuestas a luchar por la independencia de Chechenia.
En tanto que el actual líder, Doku Umarov, declarado “emir” del Cáucaso Norte ha anunciado su intención de establecer la Sharia –o ley islámica- en toda la región.
El primer ministro ruso, Vladimir Putin le declaró la guerra a los grupos extremistas y anunció “su exterminación” radical, de manera que el conflicto está lejos de calmarse ya que a su vez, los chechenos también anunciaron recrudecer los ataques en objetivos civiles en Rusia.
Por Claudia Pedreros
El Ciudadano