No existen obstáculos técnicos para que el Presidente cumpla con las promesas de su campaña. Las alternativas existen y sólo basta que su palabra empeñada se traduzca en voluntad política y decisiones concretas.
Durante la campaña electoral, al entonces candidato Sebastián Piñera, en una entrevista radial, se le consultó su opinión sobre las plantas termoeléctricas a carbón. «Hay un plan para instalar dos termoeléctricas a 22 km de Punta de Choros, una reserva marina conocida a nivel internacional, ¿usted se opone?», preguntó el periodista. «Sí», contestó categórico Piñera, añadiendo luego que lo que estamos haciendo -llenar el país de termoeléctricas- le parecía «una locura».
Para no dejar espacio a duda alguna, el periodista contrapreguntó: «Para que nos escuchen las personas que están allá, usted, de ser Presidente, ¿se opondría a la creación de esas dos termoeléctricas?». El entrevistado fue claro: «Yo me voy a oponer a todas las plantas termoeléctricas que atenten gravemente contra la naturaleza, las comunidades y la calidad de vida».
Ahora que Piñera es Presidente, se enfrentará al escenario que se anticipaba en dicha entrevista. En pocos meses, su gobierno deberá pronunciarse sobre la calificación ambiental de los proyectos energéticos referidos -Barrancones y Cruz Grande- y sobre el otorgamiento de concesiones marítimas para desembarcar el carbón y desechar agua a alta temperatura al mar en forma continua y masiva, sin las cuales en la práctica no pueden operar. Deberá, además, decidir sobre otras 10 termoeléctricas en el país, todas las cuales, según la evidencia científica disponible, amenazan gravemente a la naturaleza, las comunidades y la calidad de vida.
Si lo afirmado con tal elocuencia constituye la posición oficial de Piñera sobre la materia, es alentador pensar que se opondrá a estos proyectos, además de buscar fuentes de energía limpia que reemplacen al carbón. Afortunadamente, lo señalado por el actual Presidente es factible y dichas centrales térmicas pueden perfectamente ser rechazadas sin dejar de satisfacer la demanda por electricidad.
En primer lugar, Chile tiene un potencial excepcional para energías renovables no convencionales. Contamos con extensos lugares aptos para aprovechar el viento -en tierra y mar- y el sol, a lo que se suma la energía mareomotriz. Estas fuentes han dejado de ser marginales para erguirse como aportes sustanciales a las matrices eléctricas en distintos países. En noviembre de 2009, España batió su récord al cubrir hasta el 44% de la demanda diaria de energía mediante fuentes eólicas.
Segundo, no hemos aprovechado la capacidad domiciliaria para producir energías limpias a pequeña escala, permitiendo la inyección de excedentes a la red. Este modelo -que opera en países como Alemania- permite contar con más energía limpia y bajar las cuentas de luz. ¿Por qué no dotar de paneles solares progresivamente a las casas y descontar de su propio consumo lo que aportan al sistema?
Por último, tenemos la oportunidad de profundizar en materia de eficiencia energética. La necesidad de reconstrucción luego del terremoto nos ofrece la posibilidad de decidir qué tipo de infraestructura usaremos, por ejemplo, en relación con el uso de materiales aislantes. Por otro lado, sectores energo-intensivos como el minero, que explican gran parte del consumo energético y son los impulsores de la construcción de termoeléctricas, deben hacer más esfuerzos que el resto para gastar menos energía e invertir en fuentes renovables. Recursos para ello tienen de sobra.
No existen obstáculos técnicos para que el Presidente cumpla con las promesas que expresó durante su campaña. Las alternativas existen y sólo basta que su palabra empeñada como candidato se traduzca en voluntad política y decisiones concretas, ahora que es Presidente.
Por Alex Muñoz
Director Ejecutivo Oceana