Como ya se ha observado y contra lo que podría suponerse, Shrek no es un film dedicado (exclusivamente) al público infantil. A lo largo de sus 92 minutos, tiene innumerables guiños para los adultos, que, por lo general, terminan más entusiasmados que los niños. Contiene una serie de bromas escatológicas y alusiones sexuales que divierten al mayor sin que el menor las perciba. Hay, pues, dos niveles de lectura: el de la historia infantil y el de la parodia y, a pesar de estar destinados a públicos distintos, funcionan ambos. Para decirlo ya: en Shrek hay una fusión y burla de diversos cuentos de hadas.
El hito dentro de los cuentos de hadas es la colección que publicaron los hermanos Grimm, en 1812. Se trata de una antología, constituida por relatos populares. Entre ellos, se cuentan Caperucita Roja, Cenicienta y Blancanieves.
Todos los märchen (esta es la designación alemana para cuento de hadas) contienen una enseñanza moral y un simbolismo que, muchas veces, en nuestros tiempos, pasan desapercibidos. Por ejemplo, la capa roja de Caperucita es una representación de la menarca y el lobo una representación de la lujuria y habla sobre el desvío del camino «recto»; Cenicienta tiene un serio complejo de Electra y el zapatito de cristal representa la vagina, según el psicoanálisis; Blancanieves cae por comer del fruto prohibido y vive en el bosque (lugar de extravío moral por excelencia) con siete enanitos (los siete pecados capitales), etc.
Pero más allá de esta carga moral de los märchen (son relatos de larga raigambre histórica, muchas veces, anteriores a la Edad Media, es decir, momentos en los que no había escuelas y se educaba por medio de historias), el rasgo que tienen en común es la construcción por medio de estrategias discursivas más o menos fijas (no es relevante, para la definición del género, por ejemplo, la presencia o ausencia de seres sobrenaturales; llegado el caso, lo que es indiscutible es que se trata de un reino mágico). Entre estas estrategias, las más evidentes son las fórmulas de principio y cierre: Érase una vez, hace mucho tiempo en un reino muy lejano, había una vez… / Y vivieron felices por siempre, y fueron muy felices, colorín colorado…
Shrek empieza de este modo: se enfoca un libro, del que van pasando las hojas y una voz va contando la historia en estos términos: «Una princesa muy bella vivía encerrada en una torre custodiada por un dragón…», hasta que, en un momento, el protagonista arranca una hoja y dice «bah, quién cree en estas historias». Y luego se lo muestra saliendo de un baño (como si se hubiera limpiado con ese papel). La fórmula que aparece al final es «Y fueron feos por siempre».
En el transcurso de la película, aparecen Pinocho, los tres cerditos, Blancanieves, la Cenicienta, Campanita, el flautista de Hamelin, etc., etc., etc., diríamos, casi, todos los personajes de cuentos de hadas conocidos.
Asimismo, Shrek realiza el recorrido típico del héroe: sale de su tierra hacia lugares lejanos y desconocidos, cuenta con un ayudante, debe superar pruebas… Sin embargo, el protagonista de esta historia no tiene las cualidades estándar del héroe: no es buenmozo, esbelto, gallardo; es, por el contrario, un ogro gordo, sucio y verde, y además, huraño. Y su oponente se define, también, por ser enano y aspirar a ser rey sin formar parte de la realeza. Y la princesa, tras sufrir un encantamiento, se vuelve fea por las noches y, durante el día, no es lánguida, frágil ni pasiva, sino más bien, todo lo contrario.
¿Estos deslices y variaciones se deberán a que no es una historia más de Disney (pertenece a la productora Dreamworks Animation)? Sea como fuera, la parodia también tiene que permitir la identificación con el género original. Así, el final es un previsible final feliz. No obstante, cuando el ogro besa a la princesa, ella se transforma en ogro también. Su menudo talle, de pronto, se ensancha considerablemente. Se vuelve «fea», porque siente el amor verdadero, con quien pasa el resto de su vida, fea y feliz por siempre.
Como se dice en la Biblia: «no brilla nada nuevo bajo el sol». Los directores de Shrek se valen de tópicos y estrategias típicos de la literatura de hadas o märchen, pero, en el camino, surge una historia sumamente original, signada por el tono paródico.