¿Hasta dónde llegan los derechos de los «amigos con derechos»?

Pareciera que tener una relación de amigos con derecho es la cosa más sencilla del mundo

¿Hasta dónde llegan los derechos de los «amigos con derechos»?

Autor: Arturo Ledezma

Pareciera que tener una relación de amigos con derecho es la cosa más sencilla del mundo. Sin embargo, como todas las demás relaciones humanas, también tiene sus contras. Hoy los analizamos

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Pareciese que muchas parejas de hoy en día no quieren encasillarse en la monogamia, en el juntos para siempre, o simplemente atarse a una relación seria. Los “amigos con derecho” están de moda. Y podrían parecer la relación más simple de llevar a la práctica. Tú tienes tu vida. Yo tengo la mía. Pasamos el rato que ambos queremos juntos. Tenemos sexo. Y poco más. No hay complicaciones. Al menos, eso es lo que parece desde fuera, pero ¿de verdad ser amigos con derecho es tan fácil cómo se pinta? ¿Son todas estas relaciones modernas algo mejor o más llevadero que una relación de pareja? Hoy te contamos todos los pros y contras que quizás no has valorado para tener un amigo con derecho.

Creo que la base de una relación de “amigos con derecho” no dista mucho de la que debe tener una relación de pareja o una relación de pura amistad. La comunicación es la clave para mantenerlo todo en su sitio. Sin embargo, en la mayor parte de las ocasiones, esto no basta. El roce hace el cariño, o al menos eso es lo que dicen. Y precisamente en esa tesitura nos encontramos cuando uno de los dos empieza a sentir. Cuando uno de los dos quiere ir más allá. Esto sucede muy a menudo porque el amor no se elige, el amor acaba apareciendo a medida que conocemos a alguien. Y pasar tiempo juntos, y las relaciones sexuales ayudan a todo ello.

PERO ¿NO PODEMOS SER AMIGOS CON DERECHO SIN MÁS?

Una relación de “amigos con derecho” puede durar todo lo que ambas personas quieren que dure. Pero ¿conoces a muchos que se hayan mantenido así por años? Seguramente la respuesta sea no. Puede que hayan tenido idas y venidas. Pero mantener una relación que no es relación de pareja, pero tampoco es de amistad en el tiempo es muy complejo. Por un lado, aunque los dos tengan claro lo que son, y no aparezcan esos sentimientos de los que hablábamos en el párrafo anterior, puede ocurrir que la relación acabe cansando. Como ocurre en las relaciones amorosas, se alcanza una rutina que empieza a aburrir. Al fin y al cabo, conoces ya muchas cosas de la otra persona, ha perdido el poder de sorprenderte en todo momento y, al mismo tiempo, no acaba de convencerte para nada más. Entonces ¿sigues en un punto muerto? Puede que sí. Pero la mayoría no lo hace.

La gracia de tener a alguien que no queremos como pareja, es precisamente la de conocerle poco a poco, la de que sea capaz de sorprendernos, o simplemente que en la cama, nos encanten las relaciones que podemos tener. Pero toda esa gracia, con el tiempo, acaba perdiéndose. Aunque el sexo siga siendo increíble, verse ciertos días, a ciertas horas, o hacer las mismas cosas empieza a ser, con el paso del tiempo, la misma cosa. Entonces, aquellos que siguen sin pensar en atarse, descubren a otra persona de la que conocen muy poco y les resulta interesante. Por esa razón se puede poner fin a una amistad con derecho.

Pero además de que se acabe un “amigo con derecho” por sentimientos de alguna de las partes, y porque acaba resultando una relación monótona, también pueden ocurrir malentendidos. ¿Hasta qué punto hemos adquirido un compromiso con esa persona? ¿Debemos avisarla de un cambio de planes con la anticipación que a una pareja, que a un amigo, o que a qué? ¿Debemos considerarla dentro de nuestra vida en cuestiones como salir con amistades comunes? ¿Debemos pedirle consejo y contarle cosas propias? Un montón de preguntas que quizás parecen absurdas, pero que si has tenido un amigo con derecho, entenderás. Al fin y al cabo, es una relación de la que pocas veces se habla, que la sociedad no nos ha enseñado a entender. Y de ahí que surjan tantas dudas. Y precisamente por qué no hay una fórmula establecida, las respuestas pueden ser muy diferentes. ¿Qué pasa si tu amigo entiende que debe ser de un modo y tú de otro? Que hay problemas. Pero ¿tú no pensabas que tener un amigo con derecho no traería jamás complicaciones? ¡Mira por dónde!

Los “amigos con derecho”, por mucho que si vives una relación así actualmente lo niegues, son un poco como los amores de verano. Sabemos que tienen fecha de caducidad en el mejor de los casos, por lo que hay que disfrutarlos mientras duren. Y si luego se acaba, sin importar por qué razón, siempre que sea posible, que esa relación se convierta en una amistad. Si no se puede, pues a otra cosa.

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