China es, posiblemente, uno de los países con mayor número de religiones y creencias, desde el budismo hasta el cristianismo, pasando por filosofías de carácter más local como el taoísmo, un concepto que, a pesar de haber escuchado en más de una ocasión, no hemos descubierto aún del todo.
Como muchas otras filosofías orientales, el taoísmo potencia la fusión del hombre con la naturaleza e incita a la relajación como freno a la estresante vida del nuevo milenio pero, ¿en qué consiste realmente la filosofía taoísta?
La filosofía innombrable
Según las enseñanzas del maestro Lao Tsé, el cual debió vivir en algún momento del siglo IV A.C., el taoísmo no es una religión en sí misma, ni tan siquiera una filosofía según el prisma desde el que se la observe.
Recogidas sus enseñanzas en el libro Dào Dé Jing, la particular Biblia del taoísmo, estas aluden a dos conceptos llamados yin (ente pasivo, femenino, frío) y yang (activo, masculino, caliente), dos fuerzas que se contradicen y pertenecen al mismo mundo, expresadas con el ejemplo de la montaña, la cual no sería montaña sin la solana (yang) y umbría (yin). La montaña sería representada por el tao, el cual no puede ser expresado más allá de simples ejemplos «materiales».
El siguiente texto, extraído de Dào Dé Jing ejemplifica algo mejor parte de las enseñanzas de Lao Tsé:
Reconocer algo como hermoso
convierte en feas otras cosas.
Y, cuando descubrimos la bondad,
ponemos también de relieve la maldad.
Ser y no ser se apoyan uno en otro,
difícil y fácil se crean mutuamente,
largo y corto son interdependientes,
alto y bajo se definen el uno al otro
y todo antes genera necesariamente un después.
Por ello el maestro
actúa sin decir nada
y enseña sin abrir siquiera la boca.
El taoísmo no obedece a unas normas o preceptos, ni tampoco a un dios. Es una enseñanza que nos ayuda a abrazar la vida y nuestro entorno, con la respiración como principal aliada.
A diferencia de Occidente, Oriente venera la naturaleza, y en lugar de conquistarla, se funde con la misma. Esta es la base para aceptar nuestra posición en el mundo y vivir el presente siguiendo unas pautas orientativas: descansar cuando lo necesitemos, el no-forzamiento, aprender a vivir con las imperfecciones (yin) que complementan las perfecciones (yang) y, especialmente, no tener expectativas, pues estas arruinan la percepción del ahora y erosiona nuestra existencia.
El tao, en sí mismo, es eterno hasta que es pronunciado, lo cual anula su efecto de fluir libremente junto a los dos conceptos que engloba y que no son, de ningún modo, eliminatorios, sino que deben confluir juntos, como la vida, la naturaleza o el espíritu.
La filosofía taoísta engloba numerosos preceptos innumerables en un artículo, pues las opciones pueden ascender a 6.5 billones, el mismo número de habitantes de un planeta Tierra que debe encontrar su propio camino para establecer el -te (o capacidad extraordinaria para vivir).
Preguntarse en qué consiste la filosofía taoísta es una pregunta contradictoria en sí, pues por un momento interrumpimos el fluir del ente y su capacidad para englobar esos dos conceptos llamados yin y yang, cuyo símbolo se ha convertido en el mayor exponente de esta creencia en el resto del mundo. Toma aliento, fluye, no escuches, no conquistes y, ante todo, SÉ, con todo lo bueno y malo que ello conlleve.
Fuente:IM