Desarrollar una mayor conciencia ambiental es una tarea en la cual todos debemos sumarnos. Nadie puede permanecer ajeno a los cambios que hoy afectan a nuestro medio ambiente y tenemos el deber de trabajar para minimizar los impactos que hoy afectan nuestro planeta.
En tal contexto, se inserta el Día Mundial de la Tierra, fecha que fue instaurada el 22 de abril de 1970 con la finalidad de promover políticas, de generar acciones que permitan avanzar hacia una educación para el desarrollo sustentable.
La tarea es compleja porque aunque se manifiesta la voluntad de contribuir al cuidado ambiental, las acciones de quienes tienen la facultad de decisión, no demuestran un real compromiso. En nuestra región tenemos casos concretos que reflejan esta incongruencia entre el discurso y la acción, resta recordar el deterioro del Santuario Carlos Anwandter y los proyectos hidroeléctricos.
Ante esta realidad, es relevante que la sociedad civil organizada se fortalezca y logre una participación activa y real, donde su opinión tenga voz y voto. Además, que las empresas apliquen una efectiva política de responsabilidad social y ambiental.
En nuestro país urge tener una política más clara y un paso importante sería la protección de las cuencas hidrográficas. Sobre este punto, existe un proyecto de reforma que es esencial aprobar, pues permitirá declarar constitucionalmente el agua como bien de dominio público, cualquiera sea el estado en que se encuentren, el lugar en que estén depositadas o el curso que sigan, incluyendo en este sentido a los glaciares.
Sin duda tenemos que avanzar y en este camino quiero destacar especialmente el trabajo desarrollado por la WWF (Fondo Mundial para la naturaleza), que impulsó el Decreto Presidencial (Nº264) que establece una reserva de caudales para conservación en el río Chaihuín. Una acción que permitirá proteger nuestra biodiversidad y en especial, nuestro futuro.
Por Alfonso De Urresti