Científicos en Estados Unidos unieron los cerebros de dos personas distanciadas por 1,5 km. para que participaran en un juego de preguntas y respuestas usando nada más que sus pensamientos.
Este es el primer experimento que demuestra que dos cerebros pueden estar directamente conectados y de esta manera permitir que una persona adivine qué hay en el cerebro de la otra.
El experimento involucró un juego de preguntas y respuestas, pero en vez de preguntar a cada uno en persona, los participantes fueron ubicados en edificios separados y no estaban permitidos a hablar entre ellos o comunicarse con nada que no fueran los pensamientos transmitidos por Internet.
Utilizando este sistema, los participantes fueron capaces de adivinar correctamente el objeto que su pareja estaba pensando el 72% de las veces.
«Este es el experimento cerebro-a-cerebro más complejo, pienso, que se haya hecho en humanos» dijo el líder de la investigación Andrea Stocco de la Universidad de Washington. «Utiliza la experiencia consciente a través de señales que son experimentadas visualmente, y requiere a dos colaboradores».
Durante el experimento, un participante -el que responde, de ahora en más, «el interrogado»- era conectado a un gorro electroencefalograma (EEG), que registraba toda la actividad cerebral. Mientras tanto, su compañero -el interrogador- estaba sentado en una habitación a 1,5 km de distancia, y tenía una bobina magnética alrededor de su cabeza.
Cada round, el interrogado pensaba un objeto, por ejemplo un perro, y luego, el interrogador debía formular una pregunta con respuesta Sí o No, del estilo: «¿Es el objeto un animal», que aparecía en una pantalla frente al interrogado.
Dependiendo de la respuesta, el interrogado se debía concentrar en una de las dos luces LED en frente a él.
Cuando el interrogado se concentraba en la luz de «Sí», su cerebro activaba la bobina magnética alrededor de la cabeza del interrogador, causándole un alucinación visual llamada, en inglés, «phosphene». Comúnmente tomaba la forma de un flash o de una delgada línea lumínica, y le hacía saber al interrogador que la respuesta era «Sí». Si no había ningún flash, significaba «No».
Los investigadores repitieron el experimento por 20 rounds y tomaron estrictas precauciones para asegurarse de que los participantes no pudieran hacer trampa.
Los participantes fueron capaces de adivinar correctamente el 72% de los objetos. Los científicos creen que el 18% de error se debió a que el interrogador no fue capaz de reconocer la alucinación visual que significaba «Sí».
Los resultados fueron publicados en la revista especializada PLOS ONE.