La revista Vice ha publicado en su plataforma dedicada a mujeres: Broadly una entrevista a Pamela des Barres, una de las groupies más emblemáticas de todos los tiempos y que sin duda, lleva en su cuerpo y su memoria una parte desconocida de la historia del rock and roll. Desde El Ciudadano reconocemos la libertad de las personas y por eso quisimos compartir contigo esta entrevista que no te dejará indiferente:
Pamela des Barres se acostó con Jim Morrison, tuvo una relación estilo drag con Keith Moon y ha tenido sus escarceos amorosos con Jimmy Page y Mick Jagger. Es la groupie más famosa de todos los tiempos y tiene 67 años.
Des Barres pasó sus años de adolescencia, durante la década de 1960, en los clubes de Sunset Strip, donde actuaban las futuras leyendas de la música como Jim Morrison, los Rolling Stones, The Flying Burrito Brothers o Frank Zappa. Su mayor obsesión era Paul McCartney, al menos hasta que conoció a Victor Hayden, quien a su vez le presentó a su primo, Captain Beefheart. Des Barres se quedó enganchada. Su vida era la música: usaba sus encantos para poder subir al escenario de Whiskey a Go Go, cosía camisas de vaquero para los líderes de las bandas que adoraba y fundó, junto con varias amigas, el primer grupo de rock compuesto exclusivamente por chicas, las GTOs (Girls Outrageously Together). Des Barres fue una groupie de alto nivel: llegó incluso a volar en el avión privado de los Zeppelin y a bailar con Mick Jagger después de una fiesta, mientras este le pedía su opinión sobre Beggars Banquet.
Cuatro memorias aclamadas por la crítica, un hijo y un divorcio después, hoy Des Barres se dedica a impartir clases de escritura creativa, es periodista de rock y autora de varias obras. Su primer libro, I’m With the Band: Confessions o a Groupie (1987) narraba una controvertida historia sobre la sexualidad femenina, el amor, el poder y el rock. Después de una intensa búsqueda de un agente literario dispuesto a publicarlo y de enfrentarse con el rechazo frontal de Random House (Des Barres me contó que negaron su propuesta y añadieron que I’m With the Band «nunca llegaría a ser un libro»), Des Barres acabó elevándose al estatus de escritora emblemática cuando su libro acabó en la lista de los más vendidos del New York Times, donde estuvo tres meses consecutivos. El año pasado, Des Barres creó la línea de ropa Groupie Couture y actualmente pasa la mayor parte del tiempo viajando para impartir sus talleres de escritura.
Cuando fui a visitarla en marzo, para que me hablara de esa transición de groupie a ciudadana de edad respetable, descubrí con agrado que su casa era exactamente como la había imaginado: alfombras color malva, un sofá de terciopelo dorado y piezas que delataban su afición por venerar ídolos, desde un cuadro al óleo de Walt Whitman a retratos vintage de Elvis Presley. Des Barres abre la puerta para recibirme, luciendo un vestido estampado, un collar con la foto de Bob Dylan y el pelo teñido de un brillante caoba. Está descalza y lleva las uñas de los pies pintadas de verde metálico. Su obsesión por la música no ha disminuido un ápice; sigue siendo una «puta lírica», como ella dice, a la espera de que llegue un nuevo Elvis que cambie este mundo superpoblado.
¿De qué forma ha cambiado el concepto que se tiene de ti desde las décadas de los 60 y los 70?
Pamela Des Barres: Todo el concepto sobre mí está cambiando. Antes se me consideraba una antifeminista, una puta que se mostraba sumisa ante estos hombres. Con el paso de las décadas, he visto cómo ese argumento ha cambiado poco a poco… Pero no me escondía. Durante todo ese tiempo, he seguido escribiendo, dando clases y expresando mis ideas sobre la vida. Esta puta no iba a desaparecer después de escribir un libro. Ahora, finalmente, se me considera una feminista, una mujer que hizo exactamente lo que le dio la gana.
Foto vía Henry Diltz.
¿Imaginabas que acabarías siendo escritora?
Me gradué en lenguas inglesas y siempre he escrito. Sabía que todo lo que estaba viviendo haría historia. Hubo muchos momentos que quise que no se acabaran nunca, como cuando subí al escenario con Hendrix o estuve sentada sobre el ampli de Page. Sabía que a la gente le interesaría todo aquello algún día, por lo que escribí muchos diarios. Cuando mi hijo tenía cuatro años, decidí empezar a escribir después de haber asistido a una clase en Every Woman’s Village, un centro de formación para adultos. Inicialmente, escribí el capítulo de los Rolling Stones [de I’m with the Band] para una redacción de clase. Un día, en clase de arte, hice un dibujo de cómo me imaginaba que serían las pelotas de Mick Jagger. ¿Quién me iba a decir que años después acabaría viéndolas en persona?
¿Todavía guardas tus viejos diarios?
Ah, sí. Deberían estar en el Smithsonian. Mi consejero espiritual me dijo que mi mayor momento de fama será cuando haya muerto, pero yo estoy viendo que, poco a poco, la gente me está respetando más que nunca. Cuando salió mi primer libro me criticaron mucho. Fue cuando los primeros casos de sida. Me llamaron zorra tantas veces que no te lo puedes ni imaginar. Cuando iba a los programas de televisión, todos me reprendían: «¡Cómo te atreves a contar esas historias, y con estrellas del rock!». Larry King se lo tomó bien, y Geraldo. Pero el público estaba tan enojado conmigo… Mucha de esa rabia venía de otras mujeres.
¿Crees que has influido en las mujeres de hoy en día?
Nosotras creamos ese look que supongo que ahora llaman «festivalero». Eso fue lo que me impulsó a crear mi propia línea de ropa y tienda en línea, Groupie Couture. Me gustaría que las chicas vistieran como lo hacíamos nosotras: femeninas, extravagantes, descaradas y llamativas. Nosotras queríamos expresarnos, que la gente se girara a mirarnos. Pretendíamos despertar a la gente.
Para mí, tu grupo —las GTOs— ha sido siempre un referente, una banda de chicas rockeras empoderadas. Frank Zappa te produjo y te motivó sin hacer de titiritero, como Phil Spector hizo con las Ronettes.
Me encantaría que las GTOs gozaran de ese reconocimiento. Cuando la gente piensa en mí, no me asocian con las GTOs, piensan solo en que soy una groupie.
Creo que podríamos haber llegado más lejos si algunas de las chicas no se hubieran enganchado a la droga (Frank estaba totalmente en contra de las drogas). Dos de las chicas, Sparky y Lucy, dejaron la banda porque decían que nos estábamos volviendo demasiado comerciales, lo cual tiene gracia. Éramos lo menos comercial que uno pudiera imaginar. Concedíamos entrevistas y recibíamos a la prensa, pero eso era todo. Fuimos artistas de performance antes de que se inventara ese término. Lo de GTOs era un estilo de vida.
¿Había muchas peleas y celos entre las groupies?
Al principio no había muchos celos. Con las GTOs procuramos ser cautelosas y no enamorarnos de los mismos tipos, y la técnica funcionaba. Todas teníamos gustos muy distintos. Nuestras amigas eran tan importantes como nuestras relaciones con los hombres. Pero eso cambió radicalmente durante los 70, cuando entraron en escena Lori (Mattix) y Sable (Starr), de 13 y 14 años respectivamente. ¿Cómo puedes competir con eso? Sable era una verdadera zorrita. Se dedicó a decir cosas horribles sobre mí, porque cuando ella llegó yo tenía 24 años.
Foto vía Henry Diltz.
¿Hubo alguien que pusiera de manifiesto esa diferencia de edad, el carácter pedófilo de esas relaciones?
No, porque no representaba un problema. Ahora todo es muy distinto. Muchos ídolos del rock ingleses están siendo arrestados por mantener relaciones con groupies menores de edad. Era otra época. Las chicas querían estar ahí y los hombres no las acosaban; claro que los padres de aquellas niñas no sabrían nada. No había nada inmediato. Meses después, aparecías en la portada de Star con Jimmy Page, y muchas veces la relación ya se había acabado para cuando salía el artículo.
Mi edad iba en mi contra, porque no podía competir con aquellas niñas. Se interponían en mi camino con puñaladas traperas. Me sorprendió comprobar lo malas que podían ser unas chicas tan jóvenes. No lo digo tanto por Lori, que al fin y al cabo se limitaba a seguir a Sable. Era muy joven, 13 años. Sable tenía 14. Eran una nueva atracción para las estrellas del rock, que ya estaban aburridos. No te haces una idea de cuánto. Recuerdo estar en una habitación de hotel con Mitch Mitchell, quien, de repente, empezó a desmontar los muebles y a pegarlos al techo. Por eso digo que aquellas chicas groupies fueron…
¿Un entretenimiento?
Sigo en contacto con esas chicas hoy en día. Sigo siendo amiga de Lori, que está casada con el tipo que diseñó el nuevo Hyatt. Está bien. Sus escarceos sexuales no le han dejado secuelas ni le han arruinado el futuro. Eso sí: Lori ha tenido muchos problemas por internet. La gente no se cree sus historias. Dicen cosas como, «¡David Bowie no pudo haberle puesto la mano encima a una niña de 13 años!». Sí, claro.
¿Qué paso con el resto de las chicas?
Sable se estableció en Reno, se casó y tuvo hijos. Murió hace unos diez años. Cuando se retiró del panorama musical, no quiso hablar más de todo aquello. Lori era distinta. No se arrepiente de su pasado, a diferencia de Sable, creo.
¿Sigues intimidando a la gente?
La gente se siente intimidada por lo que represento en esta ciudad. Mis dos últimos amores verdaderos tenían 20 años menos que yo y estuve cinco años con cada uno. Los dos se dedicaban a la música, y fue lo que nos unió. Pero ya no quiero salir con chicos jóvenes. Quiero a alguien de mi edad.
Suelo rebelarme contra la consideración de «persona mayor» excepto cuando me dan descuentos. Nadie me cree cuando digo que tengo más de 65 años en el cine o en las tiendas de segunda mano. Como cuando era adolescente, todavía hoy tengo que demostrar que tengo la edad suficiente.
Mick Jagger y los de su clase han roto con el concepto de «persona mayor» y con la misma idea de envejecer. Fíjate en quiénes siguen siendo máquinas de hacer dinero: los Eagles, los Stones, Paul McCartney… Todos están en torno a los 70 años y están enseñándole al mundo —sobre todo a los de mi generación— que no tienes por qué envejecer hasta el final. Estos hombres están demostrando que se puede seguir siendo joven. Eso significa mucho para mí, porque no quiero parar. La actitud del rock ‘n’ roll es de no parar.
Pero, ¿no es distinto envejecer como mujer que como hombre?
Ya no tanto. Existen muchas opciones para cuidarnos. Yo hago muchas cosas para mantenerme activa, como Mick Jagger, aunque se percibe de forma distinta. La diferencia es que los hombres envejecen sin llamar tanto la atención sobre este hecho.