Quisimos reunir algunos principios científicos (los que no involucren nuestra propia estupidez) que expliquen el misterio de por qué somos nuestros peores enemigos cuando estamos ebrios.
Para lograrlo, decidimos entrevistar a Kevin Strang, médico y catedrático asociado en el Departamento de Neurociencia de la Universidad de Wisconsin en la Madison Medical School, para que nos explique la #ciencia detrás de todo.
Así, debemos empezar explicando algunos factores que hacen que un cerebro alcoholizado sea tan distinto a uno sobrio.
Strang nos pidió que imaginemos al cerebro como si fuera una “computadora con un procesador RAM muy poderoso y mucha memoria”. Así, conforme la cantidad ingerida de alcohol aumenta, “la velocidad RAM, disminuye”.
Básicamente, somos PCs de mier*a cuando estamos ebrios.
A continuación, las preguntas importantes que deben ser respondidas…
1. ¿Hay alguna razón por la que enviamos mensajes o actuamos impulsivamente inclusive cuando nuestro yo sobrio sabe que no debemos hacerlo?
Esto sucede porque de alguna manera, te vuelves “miope”. Esto implica que sólo puedes enfocarte en lo que pasa frente a ti y “no en lo que pasará en el futuro ni mucho menos comprender la causa o el efecto de una situación”. En esencia, haces lo que te hace sentir bien en ese preciso momento, por lo que tu cerebro ignora por completo lo mal que sabe que te sentirás al día siguiente.
2. ¿Por qué estar ebrios nos ayuda a expresar sentimientos?
3. ¿Es más probable que digas la verdad cuando estás ebrio?
El alcohol te hace propenso a decir la verdad o a mentir dependiendo de en lo que tengas enfocada tu mente en ese momento, dice Strang; de modo que le dirás la verdad a tu ex (que todavía tienes sentimientos hacia su persona) sólo si es que en ese preciso momento quieres hacerlo.
4. ¿Hay alguna razón por la que somos unos caramelos y queremos comprarle tragos a todo el mundo?
5. ¿Por qué la necesidad de darse un atracón?
“En la base de tu cerebro, hay centros que se encargan de que respires y de que tu corazón lata; es decir, de pensamientos básicos”, explica Strang. “A un nivel apenas secundario se encuentran factores como el apetito”.