Las publicidades son un elemento central en lo que hace a la construcción de los esquemas estéticos y de los roles que se supone debemos ocupar en la sociedad. De esta manera, por ejemplo, aún en el S.XXI, tras décadas de luchas por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, la mayoría de los comerciales de productos de limpieza siguen enfocados en el modelo de «ama de casa» a la que nada en el universo le genera más goce que tener la media blanca o el piso brillante.
Mirar las tandas publicitarias en la TV puede hacernos sentir que la sociedad está estancada y que continuamos reproduciendo los mismos valores que hace cien años atrás. Y ni hablar de las contradicciones: ¿Cómo pretenden que tengamos un cuerpo estructural si al lado del cartel gigante de la súper modelo hay una súper hamburguesa completa con papas fritas en oferta?
Pero no todo está perdido. Por suerte -aunque muy de vez en cuando- surgen campañas publicitarias que dejan ver el rostro menos sádico del marketing. Esta es una de ellas.
La agencia de publicidad sueca Forsman & Bodenfors decidió ir en contra de los estereotipos físicos que pesan sobre los cuerpos. Si bien es sabido que las mujeres, en un sentido estético, están más exigidas que los hombres, ellos también sufren los cánones de belleza occidentales a los que, siguiendo la lógica del aparato cultural, tendríamos que aspirar.
La innovadora compañía de ropa masculina Dressman, radicada en Noruega, decidió darle otro mensaje a sus clientes y lanzó esta campaña llamada «Underwear for the perfect man» en donde todos y cada uno, independientemente del tipo de físico que tengan, podrán sentirse identificados.
Una experiencia de este tipo fue la publicidad de cosméticos de la marca Dove cuyo lema era «mujeres reales» (que, incluso, la multinacional responsable fue más allá y creó una fundación para el autoestima que funciona alrededor del mundo). Pero esta es la primera campaña que apunta exclusivamente a romper con los estándares masculinos de belleza.