El futuro ha sido entendido como la promesa de un desarrollo en el que el hombre podría, finalmente, dominar las fuerzas meteorológicas, superar sus habilidades físicas y quizá detener o posponer la llegada de la muerte. En este ejercicio, realizado en diversas postales que se vendían en 1900, se expresaba que el hombre contaría con sus propias máquinas para volar, podría cubrir ciudades enteras para resguardarlas del mal clima, produciría “pavimentos rodantes” para evitar la fatiga al caminar y construiría buques anfibios que cruzaran el mar y se reincorporaran a los rieles en tierra. Si bien las predicciones estuvieron lejos de la realidad que hoy vivimos, nos sirven como parámetro para conocer las cuestiones que ocupaban la mente de nuestros antepasados y, quizá, los más profundos anhelos de la humanidad.
Además de las predicciones que se hacían como mero ejercicio de una incipiente mercadotecnia, las patentes de los inventos también reflejaban las ocupaciones de una humanidad en constante desarrollo. La oportunidad de tener una idea brillante que pudiera solucionar una necesidad primaria de la humanidad podía traducirse en una gran fortuna para el inventor, o bien para aquel que lograra patentar la idea. Por esta razón, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX se generó una intensa carrera entre los inventores y buscadores de grandes fortunas. Cientos de hombres y mujeres pasaban horas encerrados para idear un producto que pudiera hacer la vida más fácil y más cómoda. Basta que recordemos cuántos inventos no se desarrollaron en dicha época y que fungieron como una catapulta para la carrera de los inventos. ¿Qué inventos? El teléfono, el fonógrafo, el automóvil, el ascensor eléctrico, los rayos X, la radio, el motor Diesel, el televisor, entre otros.
Sin embargo, otros inventos sólo pasaron a la historia porque hoy los recordamos por proponer soluciones ilarantes a problemas cotidianos, inventos que parecerían ilógicos y absurdos por atender “necesidades” que realmente nunca existieron.
A través de estos prototipos de inventos que fueron patentados pero que nunca se comercializaron, también observamos grandes preocupaciones de la humanidad, problemas que en su momento se convirtieron en verdaderos situaciones comunes como impedir la intoxicación en un incendio, pues en ese tiempo eran muy frecuentes, o presentar una solución al peligro de ser enterrado vivo. Sería por demás interesante conocer qué prototipos de hoy pasarán a la historia como los más ridículos y absurdos dentro de cien años.
Vía CulturaColectiva