En el ámbito de la XIV Asamblea Ordinaria del Sínodo de Obispos, el Papa Francisco pidió qe no se pierda el debate en torno a la familia, no reducir los focos de discusión a los divorciados, si se casan o no, hay que pensar también en lo que atraviesa a las familias del hoy.
“La doctrina católica sobre el matrimonio no está en cuestión en la asamblea precedente ni ahora, es la doctrina que conocemos y conserva su validez y no será tocada”, agregó el Santo Padre a los participantes, según relató Lombardi.
En tanto, el arzobispo Claudio Celli, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, ratificó en sintonía con Francisco que “el Sínodo tiene una visión amplia. La Iglesia es universal, no un gueto”, y apuntó que en el Aula Sinodal “se respira una Iglesia guiada por el Espíritu Santo que sopla donde quiere y que sorprende continuamente”.
No es desacertado pensar que hoy las familias no se conforman de la misma forma que en años anteriores, o por lo menos lo que el común denominaba “tradicional”, hoy la familia “tipo” se hizo a un lado, se complejizó, se amplio. Desde familias ensambladas, las cuales implica la convivencia de “los tuyos y los míos”, padres o madres de igual sexo, entre otras formas diversas de conformación. Esta conformación no implica disfuncionalidad, va de la mano de la apertura y ampliación de derechos de minorías y de las nuevas concepciones de ver a la familia. Un divorcio ya no es algo trágico, es algo muy común.
La mirada se corrió de eje. Hoy el debate no tiene que estar en cómo ampliar la visión familiar, sino, cómo dejar de tener perspectivas que responden a un papel hegemónico.
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