Si hubiéramos vivido en 1902, lo más probable es que nunca nos hubiéramos imaginado que en 2015 el presidente de la nación más poderosa de Europa sería una mujer. Dada la cantidad de desigualdad que todavía impera en todo el mundo, esto no se puede considerar un triunfo.
Actualmente las mujeres ocupan sólo 12% de los consejos de administración empresarial en todo el mundo y sólo 4% de los puestos directivos. Evidentemente algunas cosas han cambiado respecto a la “igualdad” entre hombres y mujeres, sin embargo, el maltrato y el abuso siguen dominando nuestra heteropatriarcal mente.
Este año las poetas mexicanas Paula Abramo, Maricela Guerrero y Xitlálitl Rodríguez realizaron una pieza titulada Ropa sucia, cuyo detonador fue una declaración hecha por Jesús García Sánchez (a.k.a. Chus Visor), dueño de la editorial Visor, quien en una entrevista dijo:
Lo siento, pero creo que la poesía femenina en España no está a la altura de la otra, de la masculina, digamos, aunque tampoco es cosa de diferenciar. Desde luego, si vas a coger a las poetas desde el 98 para acá, es decir, todo el siglo XX, no ves ninguna gran poeta, ninguna, comparable a lo que suponen en la novela Ana María Matute o Carmen Martín Gaite. No hay una poeta importante ni en el 98, ni en el 27, ni en los 50, ni hoy. Hay muchas que están bien, como Elena Medel, pero no se la puede considerar, por una Medel hay cinco hombres equivalentes.
La pieza consistió en generar el hashtag #RopaSucia pidiendo a las personas que escribieran en Twitter frases misóginas del medio cultural con ese mismo hashtag, después esas frases se bordaron en ropa interior. En el montaje de la pieza se representaron las estadísticas de algunos premios con jabones.
Este y otro tipo de acciones buscan concientizar y generar una reflexión a partir de esa desigualdad aún imperante. Pero si aún hoy se sigue pensando que las mujeres no puede desarrollarse en tal o cual tema, ¿qué habrán pensado al respecto hace más de 110 años?
Incluso en 1902 fue posible imaginar a las mujeres ocupando todos los roles que se acostumbraba que ocuparan los hombres, gracias a las lentes, escribe Laura Hudson en Boing Boing, de “la fantasía y la ciencia ficción”, que “a menudo pueden ayudar a abrir nuestras mentes detrás de las limitaciones del mundo en que vivimos, imaginando un mejor lugar”.
El artista Albert Bergeret fue el encargado de crear, en 1902, las tarjetas comerciales que aquí mostramos. Una selección de 20 fotografías llamada Les Femmes de l’Avenir (Las mujeres del futuro).
Sólo un tema entre muchos en una serie de diferentes conjuntos de tarjetas, este “intento retrofuturista por ampliar el papel de la mujer en la sociedad” nos mostró un “mundo pequeño y de moda” donde “se les dio un papel de mayor igualdad en la sociedad a las mujeres”.
Puede que sea así, pero así como no podemos prever con precisión el futuro, también podemos no llegar a un consenso sobre el significado del pasado. En el Daily Mail Maysa Rawi está de acuerdo con Hudson sobre la “calidad de pin-up de muchas de las imágenes”, que muestran “una gran cantidad de brazo”.
Sin embargo, Rawi menosprecia todo el conjunto de imágenes pues nacen, según dice, con “la intención de capturar las fantasías de los hombres en lugar de ser parte de un movimiento feminista”. Tal vez esa es otra manera de ver las tarjetas de Bergeret.
En algunos casos, Bergeret no tiene que extrapolar el momento ni imaginar un futuro pues las mujeres podían ejercer la abogacía ya en 1900, sirvieron en el ejército durante la Revolución Francesa, aunque no pelearon. Desde 1879 los colegios habían sido abiertos a las mujeres. Algunas cuantas trabajaban como médicos y periodistas en la época de Bergeret. Marie Curie, como recuerda el artículo de Open Culture, “había descubierto el polonio y acuñó el término “radioactividad”, ganando el Premio Nobel en 1903″.
Pero las mujeres francesas tendrían que esperar varias décadas para entrar en la mayoría de las profesiones representadas en estas imágenes. Tal vez Bergeret pudo imaginar fácilmente a mujeres generales, alcaldes, bomberos, soldados, etc., a diferencia de la mayoría de los hombres que aún hoy tontamente creen que las mujeres tienen capacidades distintas.