Cuando escuchamos las palabras Cabaret y París, nos vienen a la mente lugares como el famoso Moulin Rouge, pero a finales del siglo XIX, el auge del interés por lo sobrenatural llevó a la apertura de peculiares cabarets parisinos en los que se llevaban a cabo macabros espectáculos relacionados con la muerte.
En estos establecimientos se llevaban a cabo espectáculos espiritistas en los que se simulaban experiencias sobrenaturales con la “magia” ilusionista.
El Cabaret du Neant (El Cabaret de la nada) y sus dos versiones: El Cabaret de l’ Enfer (cabaret del infierno) y Cabaret du Ciel (cabaret del cielo) y otros como Cabaret Bruyant, Le Rat Mort, Le Loup blanc, L’Ane rouge, La vache enragée, fueron algunos de los lugares oscuros frecuentados por la clase burguesa de la capital francesa.
Aquí te mostramos dos de aquellos cabarets que te adentrarán a la oscuridad.
El Cabaret du Néant, o el cabaret de la Nada, fue fundado en el año 1892 por el ilusionista Antonin Dorville, en colaboración de Geroges Meliés; se ubicaba en Montmarte, el bohemio barrio parisino de moda en la Belle Epoque, en el número 34 del Boulevard de Clichy.
El Cabaret contaba con diferentes salas a las que se accedía por oscuros y angostos pasillos. Los nombres de las salas y su decoración dependían de los actos o espectáculos que se representaban en ellas.
La Sala de intoxicación era el bar del cabaret, donde las mesas eran ataúdes y toda la sala era de tonos oscuros con calaveras y siniestras estatuas decorando las paredes, con iluminación tenue de velas que colgaban de lámparas de esqueleto. Los meseros tenían prohibido sonreír, ni siquiera cuando preguntaban:“¿Qué veneno desea tomar, señor, señora o señorita?”
Otra sala era conocida como la de la Desintegración, allí se representaban algunos espectáculos, todos ellos relacionados con la muerte. El más conocido era el “Pepper´s Ghost”, en el que una persona elegida del público se transformaba en un esqueleto. El inventor fue Henry Dicks, esto se conseguía mediante un efecto óptico, creado con luces y espejos.
El cabaret desapareció en los años 20 , pero gracias al fotógrafo Eugêne Atgest, se conservan numerosas fotografías del lugar.
Le Cabaret de l’Enfer (El café del infierno) se ubicaba en Montmartre en el número 53 del Boulevard de Clichy, en Pigalle. En la puerta se encontraba una boca demoníaca gigante y esculturas de yeso de almas torturadas, que invitaban a los transeúntes a adentrarse en el infierno; la experiencia se tornaba aún más espeluznante al escuchar los gritos de un hombre disfrazado de Satanás, quien daba la bienvenida al lugar con la siguiente frase: “Bienvenidos a la condena eterna”.
Por dentro el lugar tenía forma de cueva, era oscuro y tétrico, con una decoración recargada. Los empleados iban disfrazados de demonios, todas las bebidas y comidas fueron “rebautizadas” con nombres que nos recordaban al averno, así, por ejemplo, si pedías un café con una pizca de coñac, lo ordenabas como un “hervidero de pecados con una pizca de azufre, por favor”.
A mediados del siglo XX, en la década de los cincuenta, las puertas del Infierno de Le Cabaret de l’Enfer, cerraron definitivamente, pero siempre será recordado por su peculiar originalidad.