Diego Brancatelli es un periodista que avala el proyecto de gobierno que lleva a cabo Cristina Kirchner, sin temor a las críticas. Polémico, lo atacan incluso compañeros políticos. Hace días, publicó un libro, Todos contra Branca; Branca contra todos. Ahí relata sus inicios en la profesión, su presente y su futuro como actor político, su amor por el fútbol y su militancia en el peronismo.
Los temas del libro, concretamente, son «la grieta», «los gorilas», «cadenas nacionales», «periodismo militante», «el humor político», «Néstor Kirchner», «Cristina Kirchner», «El Diego», «Fútbol para todos», «El mundial 2014», «los economistas que no pegan una», «de dónde venimos», «hacia dónde vamos», «los logros» y «la juventud en la política».
Nosotros estuvimos en la presentación del libro, donde el periodista habló largo y tendido. Contó que una de las preguntas que suele hacerle la gente es «¿vos sos así o te hacés?». «”¿Te puedo hacer una pregunta… vos sos así o te hacés?” Yo entonces digo: ¿yo soy así, cómo? Porque dentro del así puede ir desde lo bueno a lo malo y un abanico de posibilidades intermedias. Entonces yo explico: yo soy así. Yo soy peronista de sangre tana y, en mi vida, error o acierto, todo lo que quiero lo defiendo con pasión. No entiendo la vida de otra forma, o sea, lo que a mí me mueve es la pasión y las convicciones y las ideas. Yo voy a querer ganar en todo y voy a defender todo a muerte. No entiendo de grises, no entiendo de tibiezas, no es “bueno, sí, me da lo mismo”. A mí no me da lo mismo, no me da lo mismo el país que quiero, el país para mis hijos, un proyecto político, ganar o perder en el futbol. No me da lo mismo en nada. Voy a defender lo que ellos llaman fanatismo y yo llamo pasión. Punto».
En la extensa presentación, Brancatelli habló sobre diversos temas. Para esta nota, elegimos uno: el periodismo. Pero para poder desarrollarlo, primero debemos comentar la introducción que hizo Brancatelli.
Pretenden descalificarlo con el adjetivo «militante». Él expresó: «’militante’ es aquel que se compromete con algo o con alguien, no hace falta ser político o kirchnerista. Ser militante es comprometerse con el otro. No es una frase vacía. Ser militante es entregar el tiempo propio por una causa». Y agregó: «La palabra ‘militancia’ no tiene que ser un insulto. Hemos recuperado, gracias a este gobierno, el interés de la población por la política y la participación de los jóvenes, y eso está bien».
Luego, Brancatelli explicó que «hay un encasillamiento: tus propios colegas te dicen ‘militante’ y eso, para ellos, significa ‘no objetivo’ (¡como si existiera la objetividad en el periodismo!); te dicen ‘militante’ y lo asocian con ‘periodista pago’, ‘comprado’; te dicen ‘militante’ y lo asocian con ‘fanatismo’. O sea, te dicen ‘militante’ y con eso pretenden descalificarte o sacarte de carrera».
«El periodismo está disfrazado de esa objetividad que no existe». «Se la dan de “somos periodistas, estamos para criticar, estamos para denunciar, y eso es el periodismo, sino, es propaganda”», parodió el comunicador. «¡No! El periodismo está para ser equilibrado, para gritar lo que hay que gritar, pero también, para, a la gente, llevarle la buena noticia. No podemos tener pesimismo todo el día. Entiendo que hay cosas que están mal, pero alcanza con que lo digas una vez, no cada veinte minutos, taladrándole la cabeza a la gente con malas noticias».
A esta actitud, Brancatelli la llamó «abanico del desánimo»: «todas malas, no ven una bien». «Lo único que hacen es esforzarse por encontrar el error. Cadena Nacional: inauguró hospital, ruta, fábrica, hizo siete ocho anuncios espectaculares; termina y se quedan el de detalle de que Cristina dijo tal cosa o usó tal tono».
Y remató: «Hay un interés clarísimo en perjudicar a este gobierno. Leuco, Lanata, Longobardi, Majul desean que este gobierno pierda y se vaya. Eso está claro. Pero no lo dicen: al contrario, se ofenden si uno les dice que son periodistas opositores. Y uno podría decirles tranquilamente ‘son militantes de la oposición’. ¡Y lo son! Pero tendrían que asumirlo. Reconocé y levantá la mano: ¿desde dónde hablás?».