El mundo según Kerouac

La aparición de Diarios (1947-1954), nos concede sumergirnos de lleno en la época más productiva del gran autor de Massachusetts. Vida privada, ambiciones, misticismo y procesos creativos confluyen en estas notas personales, realizadas antes de que la marea del éxito lo convirtiera en icono generacional.

El mundo según Kerouac

Autor: Lucio V. Pinedo

Se publicó Diarios (1947-1954), de Jack Kerouac, por primera vez en castellano, por Editores Argentinos. Se trata de todo un acontecimiento editorial tanto para los fanáticos y seguidores del autor de En el camino como para aquellos interesados en los beatniks estadounidenses y su generación.

Aunque en estos diarios aparecen datos sobre la vida privada del propio Kerouac y de quienes constituían el núcleo de aquella generación de escritores, poetas y músicos (Allen Ginsberg, Timothy Leary y William Burroughs, entre muchos otros y otras), lo más interesante es que, a través de sus páginas, nos enteramos cómo fue el intrincado proceso creativo que derivó en la terminación y publicación de esa novela paradigmática de la segunda mitad del siglo pasado.

Según el crítico Elvio E. Gandolfo, «los Diarios operan realmente como un libro o, mejor, dos libros. Uno va desplegando la escritura y el mundo cotidiano, familiar y social de Kerouac mientras escribía El pueblo y la ciudad, una visión de Lowell, su lugar de infancia y juventud. El otro tiene que ver con En el camino, el impacto monumental que torció incluso la publicación de su obra […]. Son dos libros porque son bien distintos, en tono y estructura».Tapa-Kerouac-Inrocks

Gandolfo apunta que la aparición de estos Diarios, así como con las Cartas a Ginsberg (Anagrama), «la principal leyenda que demuelen» es el «supuesto puro flujo espontáneo con que Kerouac habría escrito En el camino en tres semanas», ya que «en los Diarios, la escritura de En el camino tiene numerosas instancias previas y se va construyendo de a poco, con varios cambios de dirección».

A continuación, reproducimos algunos párrafos del libro (traducción de Martín Abadía):

Estoy pensando en hacer de En el camino una historia vasta de la gente que conozco además de un estudio de lluvias y ríos. Allen manifiesta estar cansado de mi obsesión por las «lluvias-y-ríos», pero creo que es solo porque no he explicado de forma manifiesta lo que significan: como lo que hice en el cuaderno «Registros» en las páginas que abarcan «de Nueva Orleans a Tucson». Eso lo tengo claro en mi mente.


 Todavía no siento que En el camino haya comenzado. Sin embargo, en el trabajo mismo hallaré mi camino. Mientras avanzo (y especialmente en el trabajo definitivo de esta noche) me doy cuenta de que quiero una estructura diferente así como un estilo diferente en este trabajo, en contraste con El pueblo y la ciudad… Cada capítulo una línea de verso dentro del poema épico total, en vez de cada capítulo como una declaración en prosa de ancho cauce dentro de la novela épica total. Es por eso que quiero emplear capítulos cortos, cada uno con un encabezamiento como un verso, y muchos, muchos capítulos así; lenta, profunda, melancólicamente desarrollando la melancólica historia y su largo viaje con brazos abiertos hacia espacios extraños. Y establecer un ritmo de tales capítulos cortos hasta que sean como un collar de perlas. No una novela como río, sino una novela como poesía, o mejor, un poema narrativo, un epos en un mosaico, una suerte de preocupación arabesca… libre de vagar lejos de las leyes de la «novela» como fueron fijadas por las Austen y los Fielding hacia una zona de mayor meollo espiritual (que no puede ser alcanzada sin este aparato técnico, al menos en mi caso) donde moran los Wm. Blake y Melville e incluso el desigual Céline de los capítulos cortos. Quiero decir cosas que solo Melville se permitió decir en La Novela. Y Joyce.


Lo que se fue en el camino. Eso es lo que dice Dean, cuando, después de sus visiones de marihuana, uno se apoltrona en un sofá y se pregunta quién es. «Lo que se fue en el camino…»: la vida es un viaje en el camino, desde el útero hasta el fin de la noche, siempre estirando el cordón plateado hasta que se quiebra en algún lugar.. quizás cerca del fin, quizás no hasta el final, quizás al principio del viaje.

¿Adónde estamos todos? Idos en el camino… ¿Qué hay al final?


 Ya van 32.500-palabras desde que empecé el 9 de noviembre, o mejor que 1500 palabras por día.. por sentada, muy elevado. Aunque se trate solamente de un primer borrador, y todavía no tenga idea de adónde voy con él, me deleito con las cifras, como siempre, porque son la evidencia concreta de la mayor libertad que siento al escribir comparado con Pueblo + Ciudad. Sin embargo, ¿quién podría hablar de su calidad? He estado sentándome + escribiendo con perfecta calma, y espero poder seguir así desde ahora en adelante y escribir muchos otros libros buenos todos entrelazados. Igual -últimamente- hay en mí una sensación de vacío.. no de aburrimiento, solo de vacío + incluso falsedad.


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