Un estudio de la Universidad de York en el Reino Unido encontró una fascinante correlación entre la actividad cerebral y nuestros comportamientos motivados ideológicamente, entre ellos el religioso. Publicado en Oxford Journals, los científicos de York y de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) utilizaron electricidad en el cerebro de algunos participantes, y encontraron modificaciones de comportamiento palpables en la religión y el nacionalismo.
Los participantes se dividieron en dos grupos, de los cuales el primero recibió un placebo sin impacto en sus cerebros y al segundo se le administraron dosis de energía eléctrica en la corteza media frontal posterior, una zona asociada a la detección y resolución de problemas. Según el doctor Keise Izuma, uno de los autores de la investigación, se eligió esta zona porque “la gente a menudo recurre a la ideología cuando se le confronta con problemas”.
Posteriormente, ambos grupos tuvieron que hacer un par de pruebas; la primera consistía en pensar en la muerte; la segunda, en compartir sus creencias sobre los migrantes que viven en Estados Unidos. El grupo que recibió energía eléctrica en el cerebro (lo que desactivó temporalmente el funcionamiento de la mencionada corteza) experimentó un descenso de 32.8% en su creencia en Dios, los ángeles o el cielo, mientras que las personas se mostraron un 28.5% más positivas en cuanto a las críticas de los migrantes a EE.UU.
Los investigadores hicieron que los participantes pensaran en la muerte porque otros estudios han mostrado que la gente recurre a la religión cuando se confronta con el miedo a la muerte, creando una zona de confort ideológico; lo mismo ocurre cuando alguien percibido como “extraño” para la comunidad se muestra crítico contra de los valores de dicha comunidad, como en el caso de los migrantes. A los participantes se les pidió que leyeran dos artículos, uno alabando al país y otro –escrito por un inmigrante– criticándolo. En lugar de “exagerar” los valores del grupo –una respuesta ideológica típica de los nacionalistas cuando ven amenazados sus valores–, los participantes tuvieron “reacciones ideológicamente menos motivadas” y se mostraron más abiertos al diálogo.
Los efectos del experimento no serán duraderos, pero es interesante estudiar lo que el cableado de nuestro cerebro puede hacernos hacer y pensar frente a temas e interacciones sociales en los cuales creemos que somos autónomos.