¿Cuál es el carácter de una nueva oposición?
Tras la primera cuenta pública, mucho se ha comentado el tono, las formas y las iniciativas más importantes reseñadas por Sebastián Piñera. Sin embargo, pocos se han atrevido a señalar que el fondo del asunto es que asistimos a un gobierno de continuidad, que consagra el duopolio que ha co-gobernado Chile en la postdictadura.
La Concertación y la derecha, hoy denominada Coalición por el Cambio, están mimetizados, y sus diferencias son cosméticas y estéticas, dado que garantizan un rumbo común, sustentado en su apego irrestricto al modelo de democracia restringida de sello neoliberal. Hasta aquí nada nuevo.
La prueba de esto es que sus principales personeros, se disputan la autoría de los proyectos de ley, en los cuales pueden subsistir matices en la manera de abordarlos, mas no grandes diferencias en torno a sus directrices y orientaciones estratégicas. Piñera ha optado por nutrir su estilo personalista con algunos ejes que marcaron la discursividad concertacionista, disputándole los códigos de su praxis política.
Eliminar el 7% de salud a los jubilados, inscripción automática y voto voluntario, incremento al royalty, duplicar la subvención escolar y la inversión en ciencia y tecnología, perfectamente pueden contarse entre las demandas que los gobiernos concertacionistas fueron incapaces de abordar y ejecutar y de las cuales hoy se apropia la derecha.
Todo esto desconcierta a la Concertación, que no tiene capacidad de reacción.
Por ello sigue siendo necesario e indispensable que la articulación de una nueva oposición, sea sobre nuevas bases políticas. No es posible que nazca nada nuevo, desde las bases de una coalición que ha sufrido desgarros y desmembramientos estructurales. No es suficiente contar con una oposición reactiva y testimonial, que no establezca nuevas lógicas de operación y de acción para configurar un nuevo ciclo político.
Este nuevo ciclo político no se fundará desde quienes co-administran el Estado, sino desde la capacidad de asociatividad, propuestas y movilización, que se generen desde una nueva mayoría ciudadana, que se reconozca desde la diversidad de tradiciones, pero que muestre la capacidad de converger sin soberbia ni promoviendo diálogos entre convencidos y cuatro paredes. La nueva oposición debe construirse democráticamente.
Por Alexis Meza Sánchez
Académico Escuela de Historia y Ciencias Sociales Universidad Arcis