Si bien al principio las reformas que impulsó Michelle Bachelet fueron criticadas por la oposición, hoy comienzan a resonar de a poco entre los ciudadanos que han entregado un respaldo considerable a las medidas. Al menos así lo reveló el Barómetro de la política de CERC-Mori de este mes, donde la Reforma Laboral del Gobierno obtuvo un 49% de apoyo en octubre de este año.
Por otra parte, la Reforma Educacional que aún no convence a Chile Vamos, consiguió en esta ocasión un 49% de respaldo, versus el 38% del año pasado. La directora de Mori, Marta Lagos indicó que la adhesión a las reformas no tienen por qué verse traducida en mayores niveles de aprobación del Gobierno ni a la Presidenta.
Dentro de la misma Reforma Laboral y en relación al paro de la ANEF y el Registro Civil que ya cumple más de un mes, un 66% cree que es bueno que Chile cuente con sindicatos más fuertes y se destacó también que el sentimiento respecto a las huelgas es mayormente de solidaridad (55%), seguido por un 18% de indignación, un 15% por indiferencia y un 9% por compasión.
Lagos explicó que generalmente existe un apoyo a la huelga independiente cuál sea la demanda, pero que ahora hay que preguntarse si con esas huelgas más duras habrá o no un cambio de actitud hacia las huelgas.
El 69 por ciento de los chilenos es partidario de que los trabajadores negocien colectivamente y el problema está en que esa mayoría no se ve para nada reflejada en los medios. Porque finalmente se infiere que son sólo los movilizados quienes están en contra de un sistema cuando en realidad la sociedad también los apoya y sostiene en sus demandas pero tanto el Gobierno como la prensa perjudican una imagen sindical que habla por la mayoría que no tiene o no expone una voz.
Así pasa también, por ejemplo, con el movimiento estudiantil, que siempre se ve afectado por la violencia que se expone en los diarios y sobretodo en la tele: encapuchados arriba de los paraderos y semáforos fuera de su eje en todos los canales, escenas terribles que siempre tiñen de gris los colores claros de un movimiento que avanza en pro de futuras y actuales generaciones, pero que se daña y se desacredita por exhibir desaforadamente las problemáticas que conlleva una marcha, en vez de mostrar padres, niños y abuelos caminando, apoyando y exigiendo una mejora en la política y el sistema actual del país. Entonces, la postura de los medios siempre será apuntalar la criminalización de cualquier forma de organización social.