Dicen que tenemos teléfonos celulares por encima de nuestras posibilidades, o al menos, del de nuestras baterías. Quedarse sin energía se ha convertido uno de esos “dramas del primer mundo” para el que han inventado incluso una palabra: la nomofobia. Es una abreviatura de la expresión española “no-mobile-phone-phobia”, y fue acuñado durante un estudio realizado por la oficina de correos británica para estimar la ansiedad que sufren los usuarios de teléfonos móviles cuando lo tienen desconectado, no tienen cobertura o están lejos de él.
En ese momento se les ocurrió la idea:
“ojalá pudiéramos enchufarlas a las plantas”
En un ejercicio de innovación y creatividad, pensaron si realmente sería posible ese deseo y si se podría desarrollar una tecnología que permitiera usar recursos naturales como fuente de energía. Después de tres años de investigación crearon un cargador que, en lugar de enchufarlo a la corriente eléctrica, se introduce en la tierra de una planta sana.
«Nuestra tecnología se basa en aprovechar la energía de las plantas. Hemos creado un biocircuito que permite cargar dispositivos portables básicos y, además, proteger a la planta».
Las tres ingenieras destacan un detalle muy importante: que la carga de un dispositivo no daña la planta. El tiempo de carga es de hora y media, y por el momento, funciona para smartphones, tabletas, lámparas pequeñas y dispositivos USB. Las investigadoras siguen trabajando en el proyecto y esperan poder comercializarlo en un futuro. Su nombre: E-kaia.