“Septiembre avanzaba y las tierras ardían en el otoño. Charles tenía trece años. Llevaba tres días en cama cuando sintió por primer vez aquel terror.
La mano le empezó a cambiar. La mano derecha. Charles la miraba y la mano estaba caliente y sudorosa, allí, sola, sobre el cubrecama. Tembló de pronto, sacudiéndose levemente. Luego se quedó quieta y cambió de color.
[…]
–Doctor –murmuró Charles, abatido y descolorido -la mano ya no es mi mano. Esta mañana se convirtió en otra cosa. Quiero que usted me la cambie de nuevo. ¡Doctor, doctor!
El doctor mostró los dientes y le acarició la mano.
–Yo la veo bien. Soñaste, sólo eso. Fue un sueño de la fiebre.
–Pero cambió, doctor, oh doctor –gritó Charles alzando penosamente la mano agitada y pálida -¡Cambió!
[…]
A las cuatro le cambió la otra mano. Parecía casi una fiebre. Latía y se transformaba, célula a célula. Palpitaba como un corazón caliente. Las uñas se le pusieron azules, y luego rojas. Tardó casi una hora en cambiar, y al fin pareció casi una mano como todas. Pero no era como todas. Ya no era él. Charles, tendido, inmóvil, fascinado y horrorizado a la vez, cayó en un sueño pesado”.
A diferencia de otros padecimientos mentales que conllevan movimiento involuntario de extremidades, el síndrome de la mano alienígena mantiene movimientos con propósitos y objetivos claro. De este modo se aclara que no se trata sólo de temblores o reflejos, sino que las extremidades buscan tomar un objeto y usarlo o, por ejemplo, desabrochar una blusa o sacar objetos de una bolsa. Aunque el cerebro es incapaz de controlar a esta extremidad, no pierde el sentido del tacto.
Este particular síndrome fue descubierto a principios del siglo XX, y desde entonces han existido entre 40 y 50 casos registrados. Sin embargo, por su naturaleza, quizá muchos más hayan sido erróneamente diagnosticados.
La explicación científica que existe respecto a la mano alienígena aclara que se trata de un problema con el lóbulo frontal y el cuerpo calloso. El primero de ellos es el encargado, entre otras cosas, de planear y organizar cada movimiento y actividad humana, mientras el cuerpo calloso sirve como enlace de comunicación entre los dos hemisferios para que trabajen de manera conjunta. El problema incide en si el cuerpo calloso tiene algún imperfecto, pues éste puede suponer un déficit en la comunicación entre ambos hemisferios y provoca que los dos quieran realizar acciones por su cuenta.
Los casos del síndrome de la mano alienígena se presentan en personas sometidas a cirugías de cerebro y pacientes que han sufrido de infartos. En el caso de la epilepsia, es frecuente que los pacientes se sometan a una identificación y corte del cerebro en aras de remover las secciones que estén enviando señales eléctricas incorrectas. Sin embargo, si no se pueden identificar, es necesario remover el cuerpo calloso, lo que en ocasiones puede originar el síndrome.
Un caso cubierto por la BBC en el 2011, presenta a Karen Byrne, una mujer de 55 años originaria de Nueva Jersey, quien se sometió a cirugía a los 27 años como parte del tratamiento contra la epilepsia. Aunque este padecimiento fue tratado, la operación le originó que tanto su mano como pie izquierdo se muevan de manera involuntaria. El síndrome se le presentó por primera vez mientras platicaba con uno de sus doctores, quien notó que su mano izquierda le estaba desabotonando la camisa. Confundida, Karen se abotonó de nuevo, y cuando terminó, su mano izquierda intentó desnudarla de nuevo. Situaciones como ésta no fueron episodios aislados, pues Karen refirió que notó cómo su mano izquierda sacaba cosas de su bolsa sin que se diera cuenta.
El Dr. Michael Mosley, quien realizó la serie The Brain: A Secret History – Broken Brains para la BCC, refiere que aunque los hemisferios cerebrales tienen funciones distintas, ambos pueden tener una autonomía y presentan competencia entre ellos. En el caso de la mano alienígena, éste puede representar cómo el hemisferio derecho se niega a ser dominado por el izquierdo, por lo que envía señales a las extremidades izquierdas para que realicen acciones propias.
Además de la referencia en el cuento de Bradbury, el síndrome de la mano alienígena también está presente en la novela Las manos de Orlac, del escritor francés Maurice Renard, en el que cuenta la historia de cómo un célebre pianista sufre un accidente de tren en el que pierde sus manos. Orlac acude a un doctor que realiza transplantes para que le ponga unas nuevas manos, recién cortadas de un asesino aguillotinado. Sin embargo, tras la operación, Orlac comienza a preguntarse si se está transformando en el asesino después del transplante. Esta novela fue adaptada al cine por Karl Freund bajo el nombre Mad Love (1935).
Otra gran alusión a la mano alienígena, y quizá la más popular de todas, es aquella que aparece en la película Dr. Strangelove or: How I learned to stop worrying and love the bomb (1964) dirigida por Kubrick. En ésta, el personaje que da nombre a la película, un experto nuclear con antecedentes nazis relegado a una silla de ruedas, se enfrenta a una mano que no puede controlar, tiene personalidad propia y se empeña en hacer el saludo nazi. La autonomía de esta extremidad se refleja en que porta un guante negro.
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Fuentes:
Alien Hand Syndrome sees woman attacked by her own hand. Dr Michael Mosley. BBC. Enero 2011.
How Alien Hand Syndrome Works. Charles W. Bryant. How Stuff Works.
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