Sobre la base del Calendario Maya, suele comentarse que dicha civilización pronosticó su propio final para una fecha concreta, la cual supuestamente se cumplió, aunque la realidad parece ser otra.
Al respecto el profesor Nicolai Grube, antropólogo y director del Instituto Americanista de la Universidad de Bonn dice al respecto: “Los mayas habían hecho numerosas profecías y también habían hecho predicciones en torno al final del mundo. Había profecías de grandes inundaciones y terremotos, sin que se refirieran a un momento determinado, es decir sin dar una fecha exacta, lo que es un buen indicativo, puesto que las verdaderas profecías nunca dan fecha exacta, precisamente porque si las personas cambian, cambia también su destino, con esto se ve que siempre existe un camino de salida. Los mayas no predijeron su hundimiento, tampoco se hundieron, sus descendientes siguen viviendo actualmente en Guatemala y México con una población de entre 6 y 8 millones de personas. Por lo que hablar de la desaparición de los mayas, es un gran error”.
Se podría afirmar que el concepto “2012” como final del mundo, es algo que no proviene de los mayas, sin embargo muchas personas intuyen que grandes cambios están a las puertas, ¿por qué? En la actualidad gana terreno la profecía dada en nuestra época a través de Gabriele de Würzburg, en la que descubrimos claras indicaciones sobre el futuro poco halagüeño que se cierne sobre la humanidad, si no damos la vuelta a tiempo, aunque como ocurre con las verdaderas profecías, nunca incluyen una fecha concreta.
Hoy la humanidad se sienta sobre un polvorín creado por nosotros mismos y por eso en la profecía actual se habla de la desaparición del mundo, lo que no tiene nada que ver con la desaparición del planeta Tierra, sino con lo mundano, lo referente al ego, lo que tiene que ver con pensamientos belicosos y egoístas.
Se sabe que durante el 2012 se producirá una actividad incrementada del sol, lo que se conoce como tormentas solares, una actividad que puede poner en peligro las grandes infraestructuras electrónicas con graves consecuencias. Si se producen fuertes corrientes de vientos solares en la ionósfera, pueden producirse desplazamientos en la estructura del espacio, lo que puede dar lugar a alteraciones en las órbitas de los satélites sin que estos lo detecten, por lo que seguirán emitiendo sus señales, aunque erróneas. No es difícil imaginar la situación que podría generarse en el tráfico aéreo y marítimo o con los sistemas relacionados con GPS.
En 1994, dos satélites se apagaron durante tormentas magnéticas, debido a esto el servicio telefónico de todo Canadá fue interrumpido durante meses.
En agosto de 2008 se publicaba en RP-Online un informe de científicos franceses que estudiaron en los Alpes la influencia de las tormentas solares sobre los aparatos electrónicos, llegando a comprobar que las mismas podían desconectar el chip de memoria tanto de los ordenadores personales como de computadores centrales.
En agosto de 2009 la revista Zeit Wissen publicaba un informe con el título: «El infierno viene del cielo»; en él no se hablaba de los satélites pero sí se hablaba muy detalladamente de las tormentas solares como la acontecida en el 2003 sobre Suecia. En aquel entonces dejó de funcionar la central eléctrica de Malmö con lo que miles de suecos se quedaron sin corriente eléctrica.
La profecía en el tiempo actual aclara que la fuerza de nuestros pensamientos, los contenidos de nuestros pensamientos y palabras son exactamente igual de venenosos y destructivos que nuestras actuaciones. Y ese es al fin y al cabo el clima que llevamos en nosotros y el que atraemos sobre la Tierra, y todo forma el aura del planeta. Por ello las profecías son advertencias, son grandes oportunidades para las personas, pues el Espíritu de Dios siempre nos ha tendido la mano a tiempo, siempre nos ha advertido para cambiar nuestro comportamiento, también en la actualidad.
Por Juan Lama Ortega