Dicen que una de las señales de la testosterona es el vello facial. ¡Mientras más tupido el bigote, más hombre! La barba y, lo más importante, el bigote, jamás pasarán de moda. Son pocas las mujeres que alegan preferirlos sin barba. Y somos muchas, o muchísimas, las que encontramos un irresistible sex appeal en un hombre que, gracias a su hormona masculina, puede crecer un buen mostacho y que aparte lo porta con gala y estilo. Es por esto, que este artículo viene dedicado a los bigotes más emblemáticos de la historia. Esos que con solo verlos transmiten una ideología completa, un estilo de vida, un arte o una corriente. Bigotes amados o temidos, dementes o más bien cuerdos. Pelo que por el simple hecho de haber crecido sobre los labios de alguien se convirtió en un sello inamovible para la humanidad.
1. Dalí
Me pregunto a veces si seremos capaces de reconocer al Maestro Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech, Marqués de Dalí de Pùbol, sin esos bigotes que desafían las leyes de gravedad.
A pesar de que André Breton, el pionero del surrealismo, intentó separar al pintor de esta corriente, los bigotes excéntricos de Dalí se han convertido en uno de los sellos del surrealismo, de la interpretación del inconsciente sobre un lienzo. La locura, la falta de racionalidad de la que se vale el inconsciente, caracterizan al artista en todas la facetas de su vida, desde su manera de hablar hasta el simbolismo desenfrenado de sus obras. “Cada mañana al levantarme, experimento un supremo placer: ser Salvador Dalí”. Decía.
Tanto el mostacho como su presencia de hechicero, con los ojos siempre bien abiertos, un bastón ostentoso, capa y frases presuntuosas hicieron del pintor un verdadero personaje que no se limita a obras arquitectónicas, pinturas o esculturas plagadas de simbolismo freudiano. Se convirtió en un personaje digno de ser mencionado. Él vive su día a día de acuerdo a la ideología impresa en su arte: al ello, a la megalomanía, la locura. “Si me muero, no moriré del todo” Comentó. Tenía razón. Ese bigote tuyo, mi querido Dalí, es inmortal.
2. Nietzche
El 15 de octubre de 1844 el mundo vio nacer a uno de los filósofos más afligidos pero influyentes del siglo XIX, a un hombre que criticaría hasta la muerte la cultura, religión y filosofía occidental para darles a éstos un vuelco irreversible. ¿Y qué pensamos al escuchar el nombre de este filósofo? ¿Nihilismo? ¿Voluntad de poder? ¿el anticristo? ¿Así habló Zaratustra? ¡Quién sabe! A mí no me cabe la menor duda de que muchos al escuchar su nombre pensamos en su bigote. El bigote más poblado de la historia. Tan pero tan grande que a veces me pregunto si podía comer sin que se le atorara en la garganta una que otra de esas canas puntiagudas que abundaban sobre su labio.
La longitud y cantidad de vello facial de este filósofo podría hacer referencia a su salud mental. En el Nietzche joven encontramos a un hombre cuerdo, estable y sin mostacho. Conforme fue envejeciendo y sus pensamientos aristócratas, poco compasivos y un tanto escépticos se engrandecieron, el filosofo fue perdiendo lentamente la cordura y ganando longitud en bigote. En 1889, Nietzche finalmente sufrió un colapso mental, para entonces el mostacho ya le cubría los labios por completo.
La causa del ocaso de este genio de la filosofía es aún incierta. Se dice que fue sífilis, otros cuentan que fue un tipo de cáncer cerebral. Quién sabe, tal vez fue la potencia de sus pensamientos, de sus ideas, que forjaron una filosofía tan poderosa como ése, su bigote.
3. Chaplin y Hitler
Pongamos un sombrerito de copa, un bastón y un bigote angostito al medio. ¿Quién es? Nuestro muy querido Charlie Chaplin, The Little Tramp. La ecuación de estos tres elementos ha logrado trascender décadas y décadas para convertirse en uno de los signos principales del humorismo. Charles Spencer Chaplin es, hoy por hoy, uno de los personajes más queridos y admirados en la historia del cine y del arte en general.
Datos curiosos del cómico: No se sabe a ciencia cierta si nació en Londres o París. Es el hombre con la ovación de pie más larga en la historia de los Oscares, cuando recibió el Oscar honorífico en 1972. Su hija, Geraldine Chaplin, ha producido varias películas mexicanas. Charles Chaplin, en su primera película hablada, El gran dictador (1940), interpretó a Adenoid Hynkel, inspirado en Adolf Hitler, quien era solamente cuatro días menor que el actor y compartían un gusto muy similar en bigotes.
No obstante, el bigote del dictador alemán es más angosto y corto que el de Chaplin. Se nota que lo recortaba cada tercer día. Ese bigote al estilo cepillo de dientes, es la huella de una de las tragedias más traumáticas de occidente y fue debido a este personaje y a la manera de afeitarse que el uso de éste es ahora algo más bien maligno y perverso. Una estampilla facial que representa una doctrina maldita.
4. Cantinflas
Según la RAE, el verbo cantinflear significa hablar de forma disparatada e incongruente, sin decir nada. Sólo un personaje tan memorable como éste es capaz de inmortalizarse en un verbo y quedar plasmado en el diccionario de una de las lenguas con más hablantes del planeta. Pero nos queda también muy claro que su nombre no fue lo único que trascendió, ese extraño bigote que sólo crecía en las comisuras de los labios es el rasgo que uso Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes para darle personalidad a su personaje Cantinflas, un hombre de barrios pobres.
Se cree que este actor de la Época de oro del cine Mexicano, fue fuertemente influenciado por, el anteriormente mencionado, Chaplin. Se nota en cómo construyó una variación del mismo personaje pero sumergido en diferentes papeles, situaciones o profesiones. Para Cantinflas, en cualquiera que fuera su papel, no podían faltar esos labios, enmarcados por un bigotito peculiar entablando conversaciones aparentemente normales que acabaría complicándose al punto de ser incomprensibles. “¡Ahí está el detalle! Que no es ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario”. “Hay momentos en la vida que son verdaderamente momentáneos”.
Es por esa sonrisa, la inocencia de sus bromas, su uso absurdo del lenguaje, sus frases disparatas, una actuación a la que como mexicanos nos sentimos tan identificados, que nos hemos encariñado tanto con este personaje, completito, incluyendo su bigote. ¿Cómo dice que me dijo que dijo?
5. Fu manchú
El estereotipo de bigote asiático por excelencia. ¡Ése es! Porque si nos pidieran improvisar un disfraz de chino no hay nada mejor que el bigote al estilo Fu Manchú, delgado pero con las puntas largas para que caigan por debajo de la barbilla. Y sí, sin duda todos hemos visto alguna vez a ese sujeto de ojos rasgados, expresión poco piadosa y un extraño sombrerito negro. ¿Pero quién es? Fu Manchú fue creado por el escritor de novelas Sax Rohmer (sí, un Británico definió uno de los estereotipos chinos más abordados en Occidente) y es un villano que odia a los occidentales, pero aún más importante, a los blancos. El pobre es, en cada una de sus apariciones, derrotado por el investigador inglés Sir Denis Nayland Smith.
El malvado genio criminal, tiene amplios conocimientos de venenos y es capaz de crear aparatos viles para destruir a Occidente. El personaje, así como su bigote, se convirtió en un arquetipo utilizado por este lado del mundo, para hacer referencia a la otra esquina del globo terráqueo.
6. Pancho Villa
Y hablando de estereotipos, nos guste o no, el Señor Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido como Pancho Villa, instituyó la manera en la que al extranjero le encanta retratar al pueblo mexicano. Este representante de la Revolución Mexicana fue el general de la famosa División del Norte que derrocó el régimen de Victoriano Huerta. Pero una vez que Carranza tomó su puesto como presidente, el Centauro del Norte se levantó en armas una vez más, pero ahora en contra del gobierno constitucionalista y proclamó después el suyo propio. ¿Dejà vu?
Héroe para algunos y villano para otros cuantos. Fue capaz de cruzar las barreras que normalmente instituye el tiempo. Sus fotografías muestran esa apariencia desaliñada sobre un caballo con las balas que siempre amparaba sobre el pecho, los ojos oscuros y la tez morena, el sombrero y ese bigote . ¡Ese bigote!
La mezcla de todas estas características, no se han convertido solamente en una parte más de nuestra historia, sino que fue y es, el prototipo de mexicano que usan ellos, allá afuera, para determinarnos. Así lo quiso Hollywood, así lo transmiten los medios de comunicación masiva en el extranjero. Por eso cuando llegan de visita y nos ven andando por las calles, preguntan maravillados: “¿Dónde quedó el sombrero? ¿Y dónde quedó el bigote?” ¡Ay, querido, no! Lamento decepcionarte pero, aunque no lo creas, el Pancho Villa Style ya está muy pasadito de moda por acá.
¡Y hay más! Ese pelo sobre el labio, tiene un poder a veces subestimado. Y si siguen sin creerme díganme ustedes. ¿Quién sería Freddy Mercury sin su mostacho? ¿Mario Bros? ¿Gandhi? ¿Vicente Fox? ¿O Incluso Frida Kahlo? No sé, yo creo yo que si rasuráramos a Porfirio Díaz se le quitaría lo imponente, a Edgar Allan Poe esa apariencia de perturbado, a Albert Einstein su esencia de físico medio loco y a Santa Claus lo tierno.