La fracasada venta de Chilevisión

¿Por qué no devolverle el manejo del canal a la Universidad de Chile, como fue en sus inicios? Así, aquél quedaría en manos de una institución que nos pertenece a todos y donde se da la mayor excelencia profesional

La fracasada venta de Chilevisión

Autor: Wari

¿Por qué no devolverle el manejo del canal a la Universidad de Chile, como fue en sus inicios? Así, aquél quedaría en manos de una institución que nos pertenece a todos y donde se da la mayor excelencia profesional.

Lo que más falta en nuestros medios y en nuestra sociedad en general es pluralismo e independencia profesional. Esta venta fracasada puede ser una gran oportunidad para remediar nuestras falencias.

Recordemos también que la frecuencia 9 de televisión abierta que ocupa Megavisión, le fue arrebatada por la dictadura en los años 80 a TVN, que la utilizaba como canal cultural, para cedérsela al finado Ricardo Claro. Esto también debiera repararse y devolver la frecuencia 9 a TVN para recuperar así el canal cultural, como 13 Cable pero con señal abierta.

Los Cerrillos, Transantiago, Ferrocarriles

La posibilidad de reabrir Los Cerrillos parece una magnífica perspectiva y desde ya felicito anticipada y entusiastamente al Gobierno del Presidente Sebastián Piñera para el caso de que esto se concrete.

Además, creo que Los Cerrillos debiera reinaugurarse como el segundo aeropuerto de Santiago y no meramente como un aeródromo de emergencia y ello debiera ir acompañado de la planeada línea 6 del metro, que parte de Cerrillos hacia el oriente hasta Pedro de Valdivía y desde ahí hacia el norte de Providencia.

Si esta muestra de sensatez del actual Gobierno se materializa, resurgen las esperanzas de reparar otras herencias negativas de pasadas administraciones, como sería, e. g., entregar el control de flota del Transantiago a una empresa que lo ponga en funcionamiento, en vez de seguir regalando el dinero de todos nosotros a la empresa Sonda. También debiera ponerse el mayor empeño en resucitar el tren fantasma a Puerto Montt y hacer de Ferrocarriles una empresa moderna y eficiente, dándosele preponderancia al ferrocarril como transporte que una nuestra extensa geografía. A este respecto y a falta de grandes construciones para festejar el Bicentenario podríamos también reinaugurar la Estación Mapocho para su destino original.

Una Constitución para el Bicentenario

Como tras la derrota concertacionista y los procesos eleccionarios internos de los partidos, se perfilan desplazamientos a mediano plazo, como lo sugieren, entre otras, las últimas declaraciones de Ignacio Walker, creo que lo conveniente para todos y que, además, pondría un cierre digno a la siempre inacabada Transición a la democracia, sería terminar drásticamente con el fraude del binominal y la Constitución de 1980 y someter a la aprobación del pueblo soberano una nueva Constitución de contenido democrático -como lo contemplaban todas las candidaturas presidenciales diversas a la derecha- que instaure el régimen parlamentario que funciona con éxito en los cinco continentes, lo que, además, sería la mejor manera de celebrar el Bicentenario.

Ideas para el Bicentenario

Ante la evidencia insuperable de que ya no habrá grandes obras para celebrar el Bicentenario, la posibilidad de reabrir Los Cerrillos me parece una magnífica y sabia decisión. Aquí propongo más ideas sensatas para conmemorar el Bicentenario:

-dar apropiado término al proyecto de la Plaza de la Ciudadanía, mediante el hundimiento de la Alameda bajo esta explanda peatonal, como estaba planeado en el proyecto original.

-devolver la sede del Congreso Nacional a su antiguo Edificio en Santiago.

-construir gran cantidad de estacionamientos para bicicletas y partir dando el ejemplo en el mismo Palacio de La Moneda, para que los que quieran puedan llegar a trabajar en este tipo de vehículo y construir otro a lo largo de todo el costado norte de la Plaza de Armas, separando a los peatones del tránsito vehicular que llega por Monjitas.

-prolongar el Paseo Ahumada por Arturo Prat hacia el sur hasta avenida Matta, revalorizando así el decaído sector sur de la Alameda.

-dar cumplimiento al plan de Alcaíno de cubrir el hoyo de la Norte-Sur. como se hizo al llegar a la Alameda.

-eliminar los bandejones centrales de la Alameda, que tienen el ancho de 8 vías vehiculares y nadie los utiliza y ampliar la veredas de la misma avenida, atorgándole así la perspectiva de la que actualmente carece.

-dar inicio a un Plan Alameda que agregue a lo anterior el fomento de construcciones habitacionales de calidad con edificaciones de la altura de aquellas del Barrio Cívico y que contemplen edificios con marquesinas sobre las ampliadas veredas, posibilitando la instalación de cafés restaurantes, comercio, gallerías, teatro, etc..

-eliminar el enrejado perimetral del antiguo Parque Cousiño y ver la posibilidad de prolongarlo hacia el sur hasta el Centro de Justicia en Pedro Montt.

Esto sólo en lo que dice relación con obras materiales, pero hay muchas más posibilidades para conmemorar adecuadamente el Bicentenario.

Por supuesto, la manera más barata, digna y democrática de celebrar estos 200 años, sería con la aprobación por el pueblo soberano de una nueva Constitución de contenido plenamente democrático, a diferencia de la actual, la que fue impuesta por un gobierno de facto y luego reformada con la sola anuencia de nuestra desprestigiada clase política y sin ninguna intervención ciudadana.

Democracia que no es tal

Si en nuestra Transición hubiéramos seguido el ejemplo español y nos hubiésemos dado una Constitución democrática -como aquélla fruto de los Pactos de La Moncloa- a estas alturas, haría ya tiempo que se habría producido la tan cacareada alternancia y todas las fuerzas políticas habrían gobernado durante algún período al menos, porque habríamos vivido libres de la camisa de fuerza que representa la actual Constitución y sus leyes de supermayoría que nos legó la dictadura y que nuestros políticos no han tenido la consecuencia y el coraje de intentar eliminar, habiendo preferido repartirse el poder sin consideración por la voluntad de los gobernados. De ahí el repudio ciudadano que los hermana, el que afecta a todos los sectores, por lo que nadie puede darse aires de triunfo. La verdad es que en nuestra  falsa y distorsionada democracia ya no existen los triunfadores, sino sólo los derrotados.

Ello ocurre porque después del histórico triunfo popular y la derrota de la dictadura aquel lejano 5 de octubre de 1988, nuestros líderes nos abandonaron y prefirieron pactar una transición con aquel régimen de facto a espaldas de la ciudadanía y dando consensualmente por concluida la transición y por reinstaurada la democracia. Ello nos mantiene -a más de 20 años del fin de la dictadura y con el ex dictador ya muerto- viviendo en una democracia de mentira, donde nunca ha gobernado la mayoría, sino el consabido aliancertacionismo bastardo que provoca el empate permanente que se genera por la aplicación del antidemocrático y fraudulento sistema binominal (33%=66%) que nos legó la dictadura y del que nuestros representantes han terminado profitando por 20 años y sin rubor aparente.

Por Rafael Enrique Cárdenas Ortega

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