¿La profundidad de la experiencia meditativa podría ser social? ¿Qué tiene que ver una experiencia subjetiva con la sociedad? ¿Qué implicancias tiene la posibilidad de meditar en grupo? ¿Podría ayudar la meditación en el proceso constituyente de Chile?
Son varias las interrogantes que para el psicólogo Alfredo Molina Rodríguez resultan más bien una apuesta. Dedicado a la terapia humanista transpersonal y consultor en desarrollo humano, expone sus ideas en su reciente libro SATI Meditación en Acción (Editorial Cuarto Propio).
El autor es un activo practicante de la meditación y viajó por Oriente y Occidente para ampliar su experiencia y conocimiento sobre el fenómeno de la conciencia. En 2010 publicó La danza de la lechuza, por la misma casa editorial.
A través de encuentros meditativos gratuitos, Molina entrega su experiencia a la comunidad. Para ello creó MeditaChile, espacio de encuentro voluntario comprometido con el desarrollo de una perspectiva social de la meditación. Los pilares son la práctica de la meditación, la construcción de comunidad y el compromiso con la transformación social.
Se calcula que la meditación ha sido desarrollada en diferentes culturas y civilizaciones del planeta desde unos cinco mil años.
Molina explica que “el trabajo de MeditaChile se realiza vinculando el arte de meditar a los desafíos sociales del país. Especialmente, nos interesa vincular el desarrollo de las personas con los desafíos de transformación de aquellos órdenes societarios que agreden nuestro sentido de comunidad y al ecosistema en que vivimos, de manera de poder acceder a nuevos modos de convivencia, respetuosos e inclusivos, justos y sustentables, pacíficos y creativos”.
A su juicio “la meditación puede ser un gran aporte para mejorar la calidad de nuestra educación y, también, para promover conductas de cuidado del medioambiente. La práctica de meditar en comunidad nos puede ayudar a hacer una reflexión más serena y con perspectiva del país que queremos; es decir, que meditar podría ser un poderoso aliado del proceso constituyente que se está iniciando ahora en nuestro país”.
¿Qué significa meditar?
– Meditar es hacer una pausa y un espacio en nuestro devenir cotidiano; es retirarnos de nuestros afanes habituales y disponernos a un momento de interiorización, quietud, silencio interior. Se trata de asumir una determinada postura corporal y disponernos a trabajar con nuestros procesos y territorios atencionales.
¿Recomiendas algunas condiciones básicas?
– Buscamos, entonces, un lugar tranquilo y nos sentamos, cerramos los ojos y sentimos nuestra respiración, percibiendo atentamente nuestras inhalaciones y exhalaciones. Así, sosteniendo nuestra atención silenciosa en la respiración, cambiamos poco a poco nuestro estado de consciencia y cultivamos la vaciedad y disponibilidad que hace posible que surjan en nosotros cualidades tales como serenidad, presencia, amor, alegría o gratitud, que son cualidades emocionales y relacionales positivas, que -a mi juicio- tienen un alto valor para nuestra convivencia y futuro desarrollo humano.
MEDITACIÓN COMO PRÁCTICA MÁS ALLÁ DEL LENGUAJE
En el libro hablas de suspender el hábito que tenemos inculcado para conocer, entrenados en el lenguaje ¿puedo inferir que se trata de una experiencia de conocimiento sin palabras?
– Nuestro rasgo común occidental es que nos fascina vivir en el lenguaje y hacer cosas con palabras. Nos hemos hecho muy expertos en ello, y hemos abierto multiversos maravillosos a partir de esa capacidad; sin embargo, el poder del lenguaje también nos atrapa y clausura mundos, esos que la meditación implícitamente nos ofrece recuperar. Incluso, desde la neurociencia se postula actualmente que existen dos espacios cognoscitivos disjuntos: uno que es determinado por el lenguaje, y otro que no es lingüístico y que muy probablemente compartimos con otras especies. Gerald Edelman estudió estos dos tipos de consciencia y propuso sus respectivos mapas neuronales.
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Entonces, de alguna forma, la meditación despierta esa otra forma de conocimiento…
– La meditación es una práctica que nos da la posibilidad de articular ambos tipos de consciencia, la cognición reflexiva y la cognición primaria, que se nos muestra a través de la experiencia corporal, cuando enfocamos nuestra atención en las sensaciones del cuerpo.
Lo que comentas en el libro respecto de habitar el cuerpo…
– Habitar el cuerpo es algo fundamental para nuestro bienestar, pero no es algo que hagamos muy frecuentemente, especialmente en Occidente. El cuerpo sigue siendo negado: primero fue la religión con sus tabúes; y, rotos aquellos, son las tecnologías de comunicación y virtualización las que ahora nos desarraigan de ese habitar. La contemplación de las sensaciones del cuerpo es uno de los fundamentos de la meditación, una de sus bases, y en ello trabajamos con nuestra atención cuando nos sentamos a practicar. ¿Qué cambia cuando hacemos esto? Cambia nuestro estado global y, por cierto, nuestro estado de consciencia; cambia nuestro observador y también el flujo de contenidos que se aparece ante el acto de conocer; cambian las cualidades de nuestra experiencia, de manera que es la realidad misma la que se ve modificada. ¿Desaparece el misterio? Por supuesto que no desaparece, pero nuestra relación con aquello que desde el infinito nos desborda se torna diferente, se transmuta en una conversación silenciosa, de gran visión y recogimiento. Allí, en esa morada –como diría Teresa de Ávila– ocurren cosas de mucho secreto entre el alma y Dios.
EVIDENCIA DE LAS DISCIPLINAS CIENTÍFICAS
¿Qué evidencia científica hay respecto del beneficio de meditar?
– La evidencia científica disponible nos muestra que la práctica regular de la meditación genera efectos positivos a nivel físico, emocional, mental y social. Mejora desde nuestra respuesta inmune hasta nuestra percepción del sentido de la vida, pasando por el balance emocional y las relaciones con los demás. Meditar es útil no sólo para un mejor equilibrio personal entre cuerpo y espíritu, sino que también trae beneficios como práctica de transformación de nuestras relaciones y de la sociedad en que vivimos.
Debido a sus efectos positivos ya demostrados esta técnica es utilizada en distintas clases de terapia, para abordar cuadros de ansiedad, depresión y adicciones. También es usada en el deporte y en la formación de líderes. La meditación reduce los riesgos cardíacos en un 40 por ciento, mejora la concentración, la memoria, y disminuye significativamente el estrés. Su aplicación en educación es cada día más frecuente. Algunos países, como Buthan, ya la han integrado en sus programas de educación pública desde temprana edad.
La meditación es una práctica muy subjetiva ¿cómo relacionas esto con la dimensión social?
– Por ejemplo, si en un determinado barrio, o comuna, o colegio, muchas personas meditan, entonces es más probable que en dicho lugar las relaciones humanas mejoren, que se reduzca la violencia y se incrementen los espacios de cooperación. Esto es así, porque todos estos factores se relacionan con la presencia de una habilidad emocional denominada “empatía”, la cual se desarrolla activamente a través de la meditación.
MIRADA SOCIAL DE LA MEDITACIÓN
¿Podrías desarrollar más tu idea de una mirada social de la meditación?
– La perspectiva social de la meditación es un nuevo paradigma que releva el valor de esta práctica para los fines de una dialéctica evolutiva y transformadora de nuestra sociedad. Desde este enfoque se propone que la meditación es una estrategia válida para una metanoia colectiva, ya que tiene el potencial de gatillar cambios a distinto nivel: cambios en las perspectivas y actitudes mentales de los individuos, cambios en las relaciones y emociones sociales, cambios en las lógicas de acción de las organizaciones humanas.
Gandhi y Krishnamurti nos han dicho que la paz individual es la paz del mundo. Yo creo que necesitamos dar un paso más y trabajar en paralelo el cambio de consciencia y el cambio de las reglas sociales. Eso es lo que plantea la perspectiva social de la meditación.
Mauricio Becerra Rebolledo
@kalidoscop
El Ciudadano
+ INFO: MeditaChile