El porno aumenta la cantidad y la calidad del semen, revelan investigadores

Ningún hombre imaginó que una  alternativa para lidiar con los problemas de la infertilidad masculina fuera justamente el porno

El porno aumenta la cantidad y la calidad del semen, revelan investigadores

Autor: Meritxell Freixas

Ningún hombre imaginó que una  alternativa para lidiar con los problemas de la infertilidad masculina fuera justamente el porno. Se conoce que la satanizada masturbación tiene muchos beneficios para la salud. Ahora se sabe que mediante películas, videos, revistas y cualquier presentación imaginable, la pornografía puede resolver las bajas cuentas espermáticas padecidas por muchos hombres hoy en día.

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Nos han hablado de mejorar la alimentación, cuidarse de la ropa ajustada, realizar actividad física, siete, 10, 20 tips para mejorar la calidad del esperma, pero no se había recomendado la terapia pornográfica.

En el año 2015 el porno, junto con 21 voluntarios del sexo masculino, se puso al servicio de la ciencia para un estudio de The College of Wooster, Ohio, publicado en Evolutionary Psychological Science.

Su conclusión fue que los hombres que se masturban con la inspiración de un ‘nuevo estímulo femenino’—incluido cualquier recurso de tipo pornográfico— producen más cantidad de espermatozoides y de mejor calidad.

La interpretación del estudio es que los hombres realmente se benefician, a nivel de cuentas espermáticas, con la fantasía o el encuentro casual con una desconocida.

En el estudio se analizaron las muestras de 21 individuos, comprometidos a una completa abstinencia de alcohol y sexo por 48 horas antes de cada sesión de masturbación. Los voluntarios se ‘inspiraron’ con siete películas pornográficas en un periodo de 15 días. Con una variable más: las primeras seis películas contaban con las actuaciones de los mismos actores hombre y mujer, mientras que la séptima obra era protagonizada por el mismo actor pero con diferente actriz.

El resultado global reveló aumento en el volumen y la cuenta espermática de los voluntarios al masturbarse, y su eyaculación fue más rápida con la película número siete.

Queda la misteriosa posibilidad de que, por alguna razón, todos los hombres coincidieron en ver a la mujer de la séptima película como más atractiva. No se averiguó con los voluntarios cuáles fueron sus niveles de excitación en cada película; sin embargo, el experimento fue diseñado para detectar el factor de novedad, es decir, la mujer de la película siete.

Los resultados del estudio no significan que el hombre está predestinado a engañar a la mujer, aunque sugieren que la evolución de los individuos del sexo masculino ha favorecido que les sea más fácil tener sexo y fecundar a mujeres que no son sus parejas (quizá por ello las amantes siempre salen con la noticia incómoda del embarazo…).

La doctora Laura K. Sirot, coautora del estudio, insiste:

Nuestro estudio no se refiere a que la monogamia sea favorecida o desfavorecida a nivel evolutivo. Sin embargo, estos resultados y otros estudios sobre la eyaculación sugieren que las relaciones sexuales extramaritales pueden haber existido desde hace mucho.

El hecho de que un hombre tenga una gran capacidad de fertilizar a una desconocida en un encuentro sexual casual suena como una irreverente estrategia usada por la naturaleza para asegurar numerosos descendientes a pesar de la monogamia.

Vayamos más allá: el misterio de este descubrimiento es relevante para el campo de la biología evolutiva y la psicología del hombre, pues dicho estudio aplica en la detección y tratamiento de la infertilidad masculina. La primera aproximación médica empleada para determinar la fertilidad de un hombre es la toma de muestra de espermatozoides. De esta manera, los pacientes terminan masturbándose con material pornográfico como inspiración, y esto podría estar arrojando datos falsos sobre la fertilidad del paciente pues, aparentemente, el factor ‘porno-mujer ardiente desconocida’ alteraría favorablemente el conteo de espermatozoides, por lo que el médico diagnosticaría al paciente como sano y fértil cuando puede que en realidad no lo sea.

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