Alguna vez un excelente maestro creía que la especie humana era tan susceptible a la música, al canto y al baile, porque podemos hacer consciente el latir del corazón, nuestro primer compás y tempo en la vida; el ritmo del corazón es el tiempo primigenio que rige nuestra vida como animal y nuestra vida como humanos.
El corazón como órgano esencial, es una excelente metáfora para hablar del ritmo y del tiempo en que los sonidos, perfectamente mezclados e interactuando conforman melodías.
Hablando de bailar y de la historia, se cuenta que en lo colegios espartanos donde se enseñaba a los guerreros a convertirse en hombres, para después ir a pelear cuerpo a cuerpo contra los persas, una de las clases que necesariamente debían tomar y el dominio de ésta era bailar. Si esto fuera sólo un mito, como metáfora es algo interesante.
Se parte del supuesto de que los soldados espartanos debían aprender a bailar entre ellos, debido a que en batalla, las distancias en las que maniobraban eran muy cortas, el pelear hombro con hombro dependía de la sincronización que pudiesen tener entre ellos, con esto no dejando que los enemigos rompieran la línea de ataque. Sin sincronización, podrías haberle cortado la cabeza a tu compañero sin querer.
El bailar es compartir, es interactuar para un fin último, el fin de estar con el otro en un acto en el que se necesitan dos, o más.
Las posturas evolucionistas que hablan sobre la función del bailar, explican que es un desarrollo natural para la selección de parejas, por otra parte se habla del desarrollo cultural de la danza como una forma de identificación con un grupo en específico. Como ritual y ceremonia, las dos explicaciones básicas se acoplan perfectamente.
Por parte de las teorías sociológicas, se habla de que el bailar es un acto importantísimo como catalizador de socialización, por el hecho de que se necesita estar sincronizados – como los espartanos -, para realizar dicha acción. Si se mira desde un punto de vista psicológico de masas, basta para que una persona comience a marcar el ritmo con un dedo para que se contagie y se socialice la acción y fundirse en “una sola alma”. ¿Nunca han estado en un concierto o en una fiesta, y por más introvertidos que sean se dejan llevar y contagiar por el espíritu de la masa?
Bailar con amigos es una de las cosas más divertidas, ya sea que en verdad sepan bailar o sólo se muevan con el reducido repertorio de pasos que les enseñó su tía y con los que se salvan cada fiesta.
Químicamente también tiene una explicación. Bailar con amigos, con pareja o solo, detona un proceso en el cual tu cerebro libera endorfinas. Dicha sustancia es llamada “químicos de la alegría”, ya que es la encargada de generar las sensaciones de placer que se derivan de acciones como el besar, comer chocolate, y en este caso; bailar. Se explica por qué el llevar a cabo actividades en sincronización con otros humanos, detona sentirnos bien. La buena compañía es uno de los valores más preciados y más cuando entre los congregados los une el sentimiento de pertenencia.
Un estudio realizado en Brasil – y que puede ser consultado aquí -, demostró una vez más que el bailar con personas alrededor, libera endorfinas. El que libere endorfinas el cuerpo tiene muchos beneficios, el principal de estos es que el umbral del dolor se eleva, pudiendo soportar dolores físicos y emocionales de mayor intensidad.
El experimento realizado consistió en juntar a 264 estudiantes brasileños, dividirlos en grupos de control con tres sujetos cada uno y ponerles una serie de pasos que debían seguir por determinado tiempo, a unos se les pidió que sentados realizaran movimientos en concordancia, y a otros se les pusieron pasos en los que debían moverse utilizando todo el cuerpo, es decir con bailes más elaborados y de mayor gasto de energía. Al terminar se les realizaron dos pruebas, una en la que por medio de un cuestionario estandarizado contestaban preguntas sobre lo que sentían al bailar con otras personas, esto para comprobar la tesis de que el bailar genera vínculos sociales fuertes; el otro experimento relacionado con los umbrales de dolor constó en colocarles un brazalete que presionaba el brazo y medir el nivel de presión soportado.
Se concluyó, que efectivamente aquéllos quienes realizaron bailes que involucraban el moverse completamente, soportaban más dolor que los que sólo lo hicieron sentados. Otro hallazgo interesante, es que no sólo el bailar aumenta tu umbral del dolor, el factor de sincronización también es determinante para elevar dicho umbral y soportar más dolor.
Quizá la hipótesis sobre los espartanos ahora tenga más sentido, el bailar o pelear sincronizadamente, elevaba la capacidad de sentir dolor, así como generar cohesión y confianza, dos cosas importantes para las relaciones humanas y para el trabajo en equipo. Así que ya sabes, bailar con tus amigos ayuda a sentirte mejor, no sentir tanto dolor y generar vínculos de confianza, y lo mejor de todo, es la diversión que esto conlleva, sin mencionar las bondades que la actividad física acarrean al corazón, y el lado humano que se llena en el momento de compartir con alguien la pisa de baile, o la sala de su casa.
La danza es un caos en constante ordenamiento, que permite conectar con quien se lleva a cabo. El no conocer a una persona y poder bailar con ella en mutuo consenso sin pisarse lo pies, es un acto muy elevado de conexión intuitiva.
Fuente: culturacolectiva.com