«Hay cosas de la pintura que son verdad para todo en la vida… Hay cosas que no se pueden decir con palabras. Y eso es en cierto modo de lo que trata la pintura… la pintura es una cosa que acarrea todo lo demás»
David Lynch
Desde fines de los años 60, David Lynch ha desarrollado una obra que es extraordinaria en su capacidad para transportar y sumergir al público en mundos paralelos. Ya sea trabajando en cine, televisión, música, sonido, pintura, grabado, o como diseñador, Lynch ha fusionado consistentemente lo familiar con lo inesperado. Crea escenarios que pueden tanto aterrorizar como revelar lo milagroso.
En la multifacética carrera de Lynch la pintura ha sido la constante. Fue el medio con el que comenzó y con el que se ha comprometido más consistentemente. Como sus críticos y colaboradores han señalado, las películas de Lynch tienen la inteligencia visual inconfundible de un pintor sensible al color, la composición, la textura y la capacidad de las imágenes para impulsar la narrativa. «El cine real no se basa para nada en el diálogo», dijo Lynch en una ocasión. «De hecho, no tendría ningún diálogo. Las posibilidades de diálogo son ilimitadas, pero el problema es que por lo general se utiliza simplemente para contar la historia más que como un dispositivo de sombreado». Cuando comenzó a hacer películas en 1967, Lynch aprovechó el poder y el misterio de las imágenes que asimiló en sus años dedicado a la pintura, el dibujo y el grabado.