Todo ocurrió en 1926: Jorge Luis Borges, escritor célebre argentino que empezaba a dar sus primeros pasos ya firmes y seguros dentro de la escena literaria, había demostrado un fuerte interés en su prima, también escritora: Norah Lange.
“En 1926, la encantadora pelirroja Norah Lange comenzó a acaparar toda la atención de su primo Jorge Luis Borges, siete años mayor. La pareja salía a caminar por el barrio de la joven, lejos de las miradas de doña Berta, que tenía cinco hijas, pero sólo dos ojos.”, relata el historiador y escritor argentino Daniel Balmaceda.
Pese a algunos momentos de intimidad leves, como las caminatas por las calles porteñas, la timidez del escritor era más fuerte y la amistad no podía transformarse en algo más. Borges, a pesar de ello, guardaba una última esperanza. ¿Cuál era?
El sábado 6 de noviembre a la mañana, en la Sociedad Rural Argentina ubicada en el barrio de Palermo, Ricardo Güiraldes sería agasajado por el éxito de su obra cumbre. La reunión se denominaba, justamente, Fiesta de Don Segundo Sombra. Borges invitó a Lange a que lo acompañara a tan prestigioso evento y allí intentaría declararse. Sin embargo, algo inesperado ocurrió.
Esa mañana, Norah Lange (de 20 años) conoció a Oliverio Girondo (de 35) a instancias del propio Borges. “En el almuerzo posterior a la presentación se sentaron uno al lado del otro. Cuenta Norah: «Él había comprado una botella de vino especial y la tenía en el suelo, al lado de la mesa. Yo la tiré en un descuido; Oliverio me dijo con su voz (de caoba, de subterráneo): Va a correr sangre entre nosotros»”, relata Balmaceda que sucedió.
Así, Borges volvería solo de aquella reunión, habiendo oficiado de celestino involuntario de Oliverio Girondo, rumeando algún poema de corazones rotos por las calles de Palermo y dedicado para su prima.