Ciento treinta años pasaron desde que Margarita Foyel, hija del cacique Foyel, murió en cautiverio en el Museo de La Plata. Sus huesos, su cuero cabelludo y su cerebro –al igual que como ocurrió con ella en los últimos tres años de tu vida- fueron expuestos en el museo por más de 100 años. Fue en septiembre de 1887 cuando, con 33 años, murió a causa de una posible afección pulmonar. Sus restos fueron devueltos el año pasado por el museo y el viernes que viene por fin regresará a su tierra donde el pueblo mapuche podrá, en el territorio de la Comunidad Mapuche Las Huaytekas, despedir sus restos.
En esos tres años que vivió en el museo, Margarita fue exhibida como un “objeto viviente” junto, entre otros, los caciques Inacayal, Sayhueque y Foyel. Todos vivían en una habitación en el subsuelo de la institución. El objetivo que se les impuso fue que caminaran por el museo, entre los visitantes, y mostraran sus prácticas cotidianas. Por ejemplo, Margarita tejía en un telar.
Elisa Ose, referente de la comunidad mapuche de “Las Huaytecas”, contó a Infojus Noticias que el “Eluwum” o ceremonia del entierro, comenzará el jueves próximo con una caravana de vehículos de más de 300 kilómetros desde el Mausoleo de Tecka, donde están los restos, hasta la comunidad rionegrina en el paraje El Foyel. “Para nosotros como pueblo nos permite construir y que nuestros antepasados puedan recuperar la dignidad”, dijo Ose.
Desde el jueves próximo se realizará un pernocte hasta el viernes 20 cuando en el amanecer se iniciará la ceremonia de inhumación de los restos, y se espera que el entierro, propiamente dicho, se de en horas del mediodía. La ceremonia estará a cargo una machi o consejera espiritual. Para Ose, y para el pueblo mapuche, la vuelta de Margarita al territorio posee una importancia “espiritual, simbólica y una reivindicación política”.
En la “ceremonia colectiva mapuche, se restituyen a la tierra la fuerza o el newen, son personas vivos y muertos que pasaron a otros lugares. Los cementerios mapuches son lugares muy poderosos con mucha fuerza, una comunidad no está completa si no está completa si no retorna y se juntan todas las fuerzas”, explica Víctor Quilaqueo historiador e integrante del GAJAT (Grupo de Acceso Jurídico por el acceso a la Tierra) que trabaja desde hace un tiempo con la comunidad.
La traición del perito
El perito Francisco Moreno conoció a Margarita e incluso estuvo viviendo con ellos en las tolderías de su padre Foyel en los dos viajes que hizo en la década del 70 del siglo XIX. En esos viajes también conoció a los caciques Sayhueque, Inacayal y el propio Foyel. Todos caciques de la zona cordillerana del Rio Negro.
Con el avance de la frontera que se dió por la denominada “Campaña al Desierto” (el genocidio a los pueblos indígenas) las tierras son quitadas por medio de la fuerza y los caciques y sus familias son enviados a Buenos Aires y los meten presos en la isla Martín García, el campo de concentración predilecto para los pueblos originarios por aquellos años. El perito Moreno cuando vuelve de uno de sus viajes solicitó al entonces Ministerio de Guerra que la familia de Foyel, junto con otros caciques como Inacayal, vayan a “vivir con él” en el Museo de La Plata.
“Básicamente lo que hace Moreno es pedir que los prisioneros de guerra, hombres mujeres y niños, vayan a vivir en el museo para ser exhibidos como piezas vivas de un zoológico humano”, explicó Quilaqueo a Infojus Noticias. Y contó que “ello fue cruel porque el perito siempre se había presentado como amigo de ellos”. Los caciques fueron enviados al museo y murieron allí. Después, sus huesos y ropas fueron exhibidos por más de 100 años.
“Fueron prisioneros del Estado en dos situaciones de cautiverio, en campos de concentración en la Isla Martín García y en la zona del Tigre y después en el museo como objetos exhibidos. Una deshumanización completa”, contó Quilaqueo. El historiador arremetió contra el perito Moreno: “Cuando vio la oportunidad de llevárselos a un museo, lo hizo. Así, colaboró con la misión del Estado argentino de erradicar a los pueblos indígenas y sacarles el territorio”.
Triste, sin sentimientos
George Musters, un viajero inglés que emprendió en 1869 un viaje hacia el extremo sur americano, iniciando un trayecto que empezó en Punta Arenas (Chile) y que recorrió todo lo que sería la ruta 40 en la actualidad hasta el Río Negro y el Limay, inclusive llegando hasta lo que hoy es Carmen de Patagones, la describió de muy joven como una “linda muchacha de diez y ocho años con largos cabellos negros y sedosos, que su doncella, una chica tehuelche cautiva, tenía que peinar diariamente como obligación especial”.
Ya en cautiverio y encerrada en el museo, el antropólogo Herman Ten Kate (1904), encargado de la sección de Antropología del MLP, durante el período de 1893 a 1896, la representó como de carácter “dulce, tímido pero alegre”. Margarita murió en el museo el 21 de septiembre de 1887 en el museo donde pasaba sus días “triste, sin exteriorizar sus sentimientos”.