Más de 30 metros por debajo de las bulliciosas calles de Londres hay un espacio cavernoso abandonado. Originalmente construido para servir como refugio antiaéreo durante la Segunda Guerra Mundial, fue diseñado para albergar y proteger la vida de casi 8.000 personas. El espacio permaneció abandonado durante cerca de 70 años, hasta que los empresarios Richard Ballard y Steven Dring decidieron convertirlo en la primera granja subterránea del mundo llamada Growing Underground.
Un lugar en el que no brilla el sol ha resultado ser un escenario ideal para un huerto. Las camas hidropónicas apiladas verticalmente son lo mejor para el cultivo de pequeñas hortalizas de hoja verde que tengan un ciclo de crecimiento corto como el berro, la albahaca tailandesa y la mizuna o mostaza japonesa.
Con un puntero control computarizado de temperatura, iluminación y nutrientes, la granja subterránea puede ofrecer productos constantemente, sin luz solar (¡ni pesticidas!) y con un 70% menos de agua que las granjas convencionales. De ahí el nombre de la compañía: Zero Carbon Food.