De entre todas las criaturas que vuelan, los murciélagos tienen una característica única y que no se repite en el mundo animal: son capaces de voltearse en el aire justo antes de aterrizar y permanecen después largas horas boca abajo. El equipo de Sharon Swartz, de la Universidad de Brown, se ha interesado por el tema y ha realizado una serie de sofisticadas pruebas con cámaras de alta velocidad para comprobar qué sucede con el vuelo de estos animales.
“Ningún otro animal volador aterriza de esta manera»
Para los experimentos, los investigadores entrenaron a un grupo de murciélagos para que volaran en un espacio cerrado y se posaran sobre una pequeña malla que colgaba del techo. Los vídeos de alta velocidad mostraron a medida que los animales se aproximaban al techo, retraían una de sus alas ligeramente hacia su cuerpo mientras seguían aleteando con la otra completamente extendida. Con esta configuración asimétrica, los murciélagos daban media vuelta y conseguían tomar contacto con sus patas en la plataforma.
Una vez recogidos estos datos, los científicos introdujeron la información en una serie de simulaciones por ordenador para comprobar si el volteo era consecuencia de la inercia o de la aerodinámica. Lo que vieron fue que cuando quitaban las fuerzas aerodinámicas de la simulación, el murciélago virtual seguía aterrizando boca abajo, pero si reducían la masa de las alas, el mecanismo fracasaba estrepitosamente y no había aterrizaje. La conclusión, que se publica esta semana en la revista PLOS Biology, es que la masa de las alas de los murciélagos, otra característica anómala en comparación con otros seres voladores, es la clave para poder hacer este tipo de giros en el aire.
«Los murciélagos aterrizan de una manera única», resume Swartz. «Tienen que pasar de volar con su cabeza por delante a ejecutar una maniobra acrobática que los pone con la cabeza abajo y las patas arriba. Ningún otro animal volador aterriza de esta manera». Lo que indican los modelos, aseguran los autores del estudio, es que el murciélago utiliza un truco aprovechando el momento angular como hacen los saltadores olímpicos al lanzarse a una piscina haciendo piruetas. «Lo que esto nos dice es que en los murciélagos, con sus alas pesadas, las fuerzas inerciales son más importantes que la aerodinámica», explica Kevin Breuer, coautor del estudio. «Es una conclusión un poco contraintuitiva», añade. «Normalmente no pensarías que a un animal no le conviene tener unas alas tan pesadas. Pero aquí resulta que la masa puede usarse en su propio beneficio»
El estudio arroja luz sobre un modo de vuelo en estos mamíferos pero podría tener aplicaciones en la elaboración de dispositivos de vuelo, como aviones no tripulados en los que este tipo de maniobras podrían resultar de gran utilidad.
Referencia: Falling with Style: Bats Perform Complex Aerial Rotations by Adjusting Wing Inertia (PLOS Biology)
via Vozpopuli