Hoy en día todo es susceptible de ser utilizado como insulto: ser alto, ser bajo, llevar gafas, ser cojo, ser flaco o gordo, en fin… Por eso cuando a esta mujer de 34 años le diagnosticaron Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) hace tan sólo 3, ella se sorprendió y pensó en que después de todos los rechazos que había enfrentado en su vida, ahora tendría que aceptar que la llamaran “autista”.
Esta chica escribió su experiencia al diario el País bajo el seudónimo de Chomi Delgado. No quiso revelar su verdadera identidad porque no tiene claro cómo reaccionaría la gente de su entorno si supiera de su autismo. Decidió contar un poco de su historia para que las personas y sobre todo los profesores, conozcan más cosas de este trastorno.
Cuando ella estaba en la escuela tenía habilidades muy parecidas a sus compañeros, pese a que siempre le costó enfrentarse a cosas prácticas como atarse los cordones de los zapatos, mirar el reloj, tener noción del tiempo o la orientación del dinero. La chica sufrió porque sus profesores no entendían que ella no supiera hacer estas cosas y en vez de enseñarle, la castigaban y pedían que se quedara un tiempo extra para atarse los zapatos unas cuantas veces.
Cuanto más mayor se hacía, más se daba cuenta de que en realidad las cosas que le costaba entender eran las inventadas por las personas. Y se dio cuenta de algo muy importante:
“Al final el problema no es que no podamos hacer algo (eso se aprende). El problema radica en el miedo a que la gente nos señale, porque cositas pequeñas que a la gente le pasan casi desapercibidas, para mí suponen agravios terribles. Ahora sé que lo que me pasa se llama hipersensibilidad”.
-Chomi Delgado-
Chomi asegura que cuando en la escuela no sabes hacer algo, eres lento o dejas en evidencia al docente, lo único que hacen los profesores es castigar a los alumnos. Entonces, ¿Cuál es la solución más adecuada?
“Los maestros deberían tener un poco más de formación y adaptarse a las necesidades concretas de sus alumnos. Por ejemplo, los niños con autismo pueden ser más lentos en sus respuestas y en sus gestos, o se comunican mejor haciendo dibujos o señas, o pueden repetir palabras y frases que escuchan, o usar palabras fuera de lugar… También creo que los padres deberían enseñar a sus hijos a respetar a los niños que se comportan de esa manera”.
-Chomi Delgado-
Para Chomi, el saber su diagnóstico le ha salvado su vida y la de su familia. Tiene más paciencia con ella misma, toma una medicación adecuada para regular sus niveles de serotonina y se reconoce a sí misma en el espejo.
“Soy la misma persona que era antes, pero ha salido de la nada un aura que me rodea y me protege”.
-Chomi Delgado-
Pese a que esta mujer se ha ido desenvolviendo de la mejor manera en el día a día, ella confiesa que todavía le falta por aprender. Por ejemplo dice que siempre se equivoca con la gente.
“Las personas con autismo solemos tener más problemas en la interacción, a la hora de interpretar los gestos, las palabras y las intenciones de los demás. En la mayoría de personas hay una campanita interior que te avisa de que, aunque te esté sonriendo, no caes bien a la persona que tienes delante; o de que te la puede armar; o incluso de que se aprovechará de ti. Pues bien, en mi caso esa campanita suena siempre que conozco a alguien. No puedo confiar en la gente, de modo que para no enloquecer, o para no quedarme encerrada en casa, me dejo manipular, ridiculizar y marginar hasta que me canso”.
-Chomi Delgado-
Y esta situación se refleja en algo que le dijo su psiquiatra después de finalizar su sesión: “Te hace falta un poco de pillería de la que les sobra a los demás”, pero Chomi le respondió algo aún más certero y que nos hace reflexionar mucho: “Tal vez sea a ellos a los que les hace falta un poco de la inocencia que me sobra a mí”.
El objetivo de Chomi que es la gente comprenda mejor a las personas con autismo. Y espera que algún día pueda firmar son su nombre sus artículos y finalmente poder decir:
“Soy yo, con mis cordones desatados; soy yo, con mis momentos de desconexión; soy yo, cuando no entiendo una broma absurda; soy yo, a pesar de no saber qué hora del día es; soy yo, ¡qué feliz me hace ser yo!”.
-Chomi Delgado-
Esperamos que el mensaje de esta mujer se difunda y que como sociedad nos involucremos más con estos temas para que exista una total inclusión y nadie tenga que sentir que se debe esconder o camuflar bajo otro nombre para evitar ser juzgada o rechazada.
Fuente: Upsocl