En el árido panorama de historia de las ciencias en Chile el libro Bulevar de los Pobres, editado por los historiadores César Leyton, Cristián Palacios y Marcelo Sánchez (Ocho Libro Editores y Museo Nacional de Odontología), se distancia de la mirada positivista y laudatoria acostumbrada en dicha disciplina. El texto reúne artículos de investigación histórica y una valiosa selección de fuentes documentales sobre teorías biológicas que han sido determinantes en la construcción de las prácticas científicas chilenas. A sólo comenzar el libro, los editores se plantean la pregunta ¿Cuáles han sido las puertas traseras por las cuáles se ha naturalizado las ideas de higiene, limpieza, orden y eficacia como indispensable al orden social?
El concepto de bulevar articula el libro, espacio de flujos, de comercio y convivencia, tiene su origen en las reformas urbanas que en Europa reemplazaron las murallas medievales por anchas avenidas denominadas boulevard, palabra que significa ‘defensa’. Según los editores los bulevares “se articularon como nuevas formas de separación expresión de un proyecto de segregación territorial análogo al desarrollado por el colonialismo europeo”.
La selección de fuentes documentales también es un mérito de la publicación. Así tenemos al profesor K. Henckel escribiendo sobre biotipología y psiquiatría (1939), al médico Hans Betzhold dedicado al cuidado racial entre nosotros (1942) o al psiquiatra y político Augusto Orrego Luco traficando doctrinas científicas sobre la sífilis y el alcoholismo (1895).
El libro está estructurado en tres capítulos que integran las dimensiones eugenésicas, higienistas y sociobiológicas de las ciencias en Chile.
LA TECNO-UTOPÍA LIBERAL DE VICUÑA MACKENNA
En 1872, tras volver de un viaje de aprendizaje por Europa Benjamín Vicuña Mackenna inicia la reforma urbana de Santiago, inspirado en la reforma hecha en París por el barón Haussmann (1853-1870). Se trató de un proyecto de ortopedia urbana, “era la utopía higiénica que aspiraba a controlar los miasmas del aire y de la sociedad”, tecno-utopía liberal del reconocido intendente de la capital que es analizada por los historiadores César Leyton y Rafael Huertas.
La intervención de Vicuña Mackenna se inspiraba en el positivismo científico de la época y el liberalismo, ambas doctrinas insertas en un proyecto civilizatorio. El resultado fue una articulación urbana de defensa social contra los pobres en pos de edificar una ‘ciudad higiénica’. La ciudad modificada, comentan los autores, aparece así como un ideal a conseguir.
La remodelación abarcó diversas políticas públicas y de los ‘agentes económicos. Junto a la canalización del rio Mapocho y el empedramiento de algunas calles, se subió el precio del suelo para extirpar los conventillos, donde se hacinaban los pobres; se estableció un muro sanitario de 11 km. en torno del centro de la ciudad para separar la ‘ciudad propia’ del ‘aduar africano’; y se intervino el cerro Santa Lucia, rentabilizándose la explotación de piedra basáltica usada para urbanizar las calles. Como monumento al progreso, en la montaña mágica de Vicuña Mackenna se proyectó erigir en la cúspide del cerro un gran reloj, un faro y un ferrocarril.
Al mismo tiempo se inició la remodelación del barrio La Chimba, al norte del río Mapocho, espacio en donde desde 1872 y hasta 1925 fueron apareciendo instituciones higienistas. La Escuela de Odontología, el Instituto de Higiene Pública y Bacteriología, la Casa de Orates, los hospitales San José y San Vicente de Paul, y las escuelas de Medicina y de Farmacia fijaron desde entonces allí su residencia.
UNA ‘RAZA DE POBRES’
Determinante de la psiquiatría del siglo XIX es la teoría de la degeneración, elucubrada por los alienistas Morel (1857) y Magnan (1895). Se trataba de una explicación etiológica general de la locura y la diversidad corporal que se constituyó como modelo explicativo de las ciencias abocadas a la mente. Su circulación y aplicación en Chile es analizada por el historiador Marcelo Sánchez.
Sánchez captura el despliegue de dicha teoría en tres momentos: en 1892, cuando el médico Luís Vergara Flores dedica su tesis al alcoholismo y la degeneración, acusando al alcohol de ser un agente ‘blastoftórico’, o sea, que afecta las células germinales al momento de la procreación, lo que podía generar una ‘raza de los pobres’. También la degeneración se despliega en los artículos del psiquiatra Augusto Orrego Luco publicados en la Revista Médica de Chile en 1905; o cuando los psiquiatras Germán Greve y Hugo Lea-Plaza, en 1915, diagnosticaron como ‘degeneración mental’ a Antonio Ramón, quien atentó contra el general Roberto Silva Renard, quien comandó la matanza de la Escuela Santa María de Iquique.
Sánchez cuenta que Orrego Luco “cuando asumió la presidencia de la Sociedad Médica llamó al gremio a ocuparse de un sector del problema social en el que no tendrían que soportar la competencia de educadores y políticos, llamándolos a ocuparse de la herencia y de los linajes degenerados”.
El historiador está interesado en las consecuencias sociales de una teoría médico científica. Sánchez llama la atención sobre la exitosa versatilidad de la teoría de la degeneración. “Toda anormalidad, toda rareza de la conducta podía ser explicada a partir de la teoría de la degeneración”- comenta. Y ante el degenerado, un condenado biológico, sólo cabía la defensa social.
La teoría de la degeneración, comenta Sánchez, “permitió articular un cierto guion trágico y pesimista en relación a los nuevos sectores sociales que iban emergiendo con la creciente industrialización. Poniendo la atención en la herencia como elemento determinante del destino, se evitaba dar alguna importancia, ni siquiera menor, a las condiciones sociales, la educación, salario, salud pública. Como vemos, en cierto sentido, la teoría de la degeneración continuaba la polémica entre ambiente y naturaleza (nurture y nature en la polémica original) y es al mismo tiempo el precedente de la eugenesia radical y de ciertas tendencias muy actuales como el determinismo biológico obtuso de la sociobiología y de ciertas aproximaciones burdas e instrumentales a la genética y las neurociencias”.
EL RIÑÓN LOBULADO DE WESTENHÖFER
En 1908 llega a Chile el discípulo de Virchow (1), el anatomopatólogo alemán Max Westenhöfer para hacerse cargo de la cátedra de Anatomía Patológica en la Escuela de Medicina. Su llegada no sólo reafirmó la tradición formativa de la medicina chilena que bebía de la vertiente alemana, también fue la oportunidad para el médico alemán de reunir pruebas que conformarían una teoría del origen de las especies alternativa al modelo de Darwin elucubrada bajo la égida del nazismo. Para eso necesitaba recolectar cadáveres de “los araucanos del sur de Chile”.
Los historiadores César Leyton y Marcelo Sánchez analizan la trayectoria de este científico y sus redes en Chile. “Casi todos los médicos anatomopatológicos chilenos que ejercieron durante el siglo XX, fueron formados por él directamente o por algunos de sus discípulos”- comentan los autores. Es decir “bebieron del manantial abundante del determinismo biológico y, ya en el siglo XX, del eugenismo y el racismo más radicalizado”.
En 1910, Westenhöfer hizo un viaje financiado por el gobierno chileno hacia el sur, practicando autopsias a un bebé en Contulmo y otro de Cañete. Como no tuvo más cadáveres a su disposición, organizó una red de tráfico de órganos extraídos en autopsias por médicos locales y que eran enviados a Santiago, comprometiendo médicos de Cañete, Temuco, Valdivia, Osorno y Puerto Montt. Se trataba de obtener datos empíricos para su hipótesis de atavismo morfológico.
Un año después el médico regresa a Alemania al Hospital La Charité de Berlín, prestó sus servicios en la Primera Guerra Mundial como médico militar, lo que le permitió perfeccionar su teoría que había concebido como anomalía de una ‘raza particular de primitivos’, pero que también dice haber encontrado en cadáveres de rusos, mongoles y africanos.
Lo que llamó como una ‘tríada progónica’ se trataba una conformación anatómica que integraba el riñón lobulado, el apéndice y el bazo. Su teoría fue lanzada en el Congreso de Antropología de Salzburgo (1926) y apostaba a reemplazar la sentencia de Darwin, explicando su teoría como “el mono desciende del hombre”
Explicaba la aseveración colocando como hecho científico el riñón lobulado, característica de los anfibios y que los monos antropoides no presentan. Argumentaba que dicho órgano sí existía en las razas primitivas o inferiores. Más tarde añadiría como evidencia la corva en el pie y la formación maxilar humana. Activo participante de las políticas eugenésicas e higiénicas del Tercer Reich, Westenhöfer publicó en 1942 el compendio de su teoría en el libro Der Eigenweg des Menschen. Tras la caída del nazismo, el médico sin oportunidades de trabajo en su tierra fue convidado a Chile por sus discípulos, quienes en 1951 traducen su libro al español, titulado como El camino propio evolutivo y el origen del hombre.
Discípulo de Westenhöfer fue el médico Otto Aichel, chileno alemán que llegó a ser director del Museo de Antropología de la Universidad de Kiel, dirigiendo viajes arqueológicos América del Sur en busca de evidencias antropométricas y participando de los Tribunales de Salud Hereditaria que decidían sobre la esterilización involuntaria de los ‘defectuosos’. También fiel seguidor fue Aureliano Oyarzún, figura fundadora de la arqueología y etnología chilena. Propagador de la teoría de los círculos culturales que plantea una ‘cuna’, un lugar de origen desde donde se dispersan elementos de cultura material, dedicando especial atención a las influencias materiales y culturales del Imperio Inca en la cultura mapuche. Su teoría era sustentada en el Trinacrio, un dibujo geométrico presente en la alfarería de los pueblos prehistóricos del Chile central. La teoría de los círculos culturales acabó en su versión europea proporcionando ‘pruebas’ de la superioridad racial y militar que justificaba la expansión imperial alemana.
LA PERICIA MÉDICO LEGAL EN BRASIL
La pericia médico legal como forma de producir la verdad en el Brasil de entre guerras es analizado por Luis Ferla (2). En su texto el autor brasileño apunta a dar cuenta como dicha práctica médico jurídica garantizaba la existencia de la criminología positivista de orientación positivista. Disputándole competencia a los juzgados populares y los testigos en los juicios, dicha disciplina se propuso producir la verdad en el campo jurídico.
Ferla destaca como los conceptos de perversión y peligro “pasarían a orientar cada vez más las pericias médico legales y, por medio de ellas, los juicios penales”. Dichas pericias “en cuanto procedimiento médico y también como documento escrito, deconstruye y reconstruye el cuerpo y la mente del delincuente y los traduce en un lenguaje científico”. Así, según el autor, se juzga al individuo construido por dichos documentos, traducido al lenguaje médico-legal.
EL MARXISMO COMO UNA PREDISPOSICIÓN PATOLÓGICA
El historiador de la medicina español Rafael Huertas, por su parte, nos presenta la patologización del marxismo por la psiquiatría franquista, proyecto teórico del psiquiatra Antonio Vallejo Najera, quien estaba afanado en definir una psicobiología del marxismo que permita aislarlo como una categoría antropológica y patológica específica. Siguiendo las modas psiquiátricas de la época, Vallejo utilizando herramientas biotipológicas, la psicobiografía de Kretschmer y los test psicológicos en boga, apostó por determinar una predisposición constitucional al marxismo.
Dichas determinantes circularon en Argentina durante la reciente dictadura cívico-militar y son analizadas por Marisa Miranda, quien se afana a dar cuenta de los dispositivos inmunitarios y las trayectorias epistemológicas que justificaron el secuestro de niños y recién nacidos que eran hijos de ejecutados políticos en la década de 1970 por parte de militares. El remedio reproducía las orientaciones de Vallejo Nájera dadas casi medio siglo antes respecto de que el comunismo es una enfermedad a extirpar de la sociedad y cuya prevención era dejar a los niños en un ambiente ‘sobresaturado de moralidad’.
EL ESTADO COMO UNA AMEBA EN EL PENSAMIENTO DE PINOCHET
El pensamiento de Pinochet antes del golpe es otra interesante apertura que hace el libro en la historiografía chilena. Leyton analiza la relación entre las doctrinas de geopolíticas reproducidas y profundizadas por Pinochet en su época de profesor de la Academia de Guerra del Ejército (1968) y las erradicaciones de los más pobres ocurridas durante la dictadura. A juicio del historiador se trataría de operaciones eugenésicas sobre el conjunto social.
El pensamiento de Pinochet fue determinado por los principios de geopolítica de Friedrich Ratzel y de Rudolf Kjellén, que tenían una concepción darwinista del Estado con metáforas organicistas. Si bien recopila ordenadamente las ideas de otros autores y sus profesores, con acusaciones recientes de plagio (3), a Leyton le interesa destacar la “importancia de la ‘ciencia de la geopolítica’ llegó a tener en el diseño de las estrategias de erradicación que la dictadura militar puso en marcha”.
La geopolítica fue introducida en la doctrina militar chilena por el geógrafo militar Ramón Cañas Montalva, protagonista de la expansión chilena hacia la Antártida, y de Gregorio Rodríguez Tascón, formador intelectual de Pinochet. También define la geopolítica de los militares latinoamericanos la obra de Nicholas Spykman, centrada en la supremacía de Estados Unidos y la lucha contra el comunismo, fuente de la Doctrina de la Seguridad Nacional.
Soporte científico que adaptó proyectos higienistas y eugenésicos, diseños urbanísticos y políticas sociales en la dictadura. De Ratzel, Pinochet bebió de una visión evolucionista y determinista de las relaciones entre territorio y población. Un concepto vital de Ratzel es el de ‘espacio vital’ (Lebensraum). Dichas ideas fueron adaptadas al nazismo por Kjellén
Otra influencia de Pinochet evidenciada en sus obras es el concepto de Heartland, o más conocida como teoría de la región cardinal del geopolítico británico Haldorf John Mackinder, que sitúa esa área pivote en el este europeo y que controlaría el mundo. La apropiación de la teoría por parte de Pinochet considera como eje fundamental la supremacía de Chile en el Pacífico Sur.
Pinochet considera el Estado como una ameba, organismo unicelular que tiene capacidad de desplazarse en busca de nutrientes y que tiene orgánulos que permiten atrapar sustancias nutritivas, digerirlas y eliminarlas desde el interior del citoplasma. En este sentido la mirada del dictador hacia las ‘fronteras internas’ lo llevó a implementar una asepsia territorial que segregó la miseria a través del traslado masivo de pobres desde las comunas de la zona oriente, dando así a Santiago el paisaje de diferenciación social que aún persiste.
La mayoría de los erradicados fueron instalados en las comunas de La Granja, Puente Alto y San Bernardo. También en La Pintana, comuna que de 79 mil habitantes en 1982 pasó a 148 mil en diciembre de 1984, o sea, un crecimiento de un 88% que no estuvo acompañado de la provisión de servicios comunitarios, escuelas, puestos de salud y plazas que absorbieran dicha demanda.
“Pinochet no administra solamente la muerte, sino también la vida, la gestión de la población en términos biológicos”- comenta el autor – Tuvo especial preocupación por el control de la población. Los militares hablaban de la extinción de la especie chilena. Consideremos que la natalidad es un tópico recurrente en la matriz de pensamiento fascista. Hablan de poblar las áreas vacías y repoblar el territorio. Acusaban al mismo tiempo una ‘macrocefálica’ de Santiago”.
Según Leyton, la modificación ocurre en la vivienda de los pobladores, que es objeto de intervención a través de la erradicación y su instalación en los extramuros de la ciudad en una nueva tipología habitacional: las viviendas sociales (3). Intervención del hábitat de los pobres, lo cierto es que la asistencia del Estado a las personas erradicadas tiene su metáfora en las casetas sanitarias que eran construidas para que los pobladores edificaran sus casas en torno de ellas. Espacios mínimos de cocina y baño para los pobres, quienes eran acompañados con orientaciones sobre cómo transformar un espacio reducido y precario en un ‘hogar ordenado’. A la par se privatizaban los servicios básicos, como la luz y más tarde el agua potable, lo que insertaba obligatoriamente a los pobladores en las relaciones económicas del neoliberalismo, fundamentalmente a través de la deuda. El crédito hipotecario dado a muchas de estas familias llegó a consumir el 30% del ingreso familiar.
Leyton destaca que “una ley sobre la población de 1979 se inicia abordando la fecundidad de la población. A través del control de la reproducción, los militares quieren que la población aumente para así producir un mercado de consumo interno. En esa época en los currículos escolares, por ejemplo, el tópico de sexualidad se cambió a reproducción. En esa ley se refleja el pacto entre los militares y neoliberales, pues su objetivo fue aumentar la población para el ejército, mano de obra trabajadora y masa para el consumo”
“Creo que hay una ciencia de la erradicación nutrida de varias disciplinas y corrientes teóricas. Es el higienismo actualizado a través de un discurso sanitario. La eugenesia estaba en la vivienda social, el medio ‘socioecológico’ a intervenir. Cuando erradican a las personas en los extramuros de la ciudad, sólo les entregan una caseta sanitaria con alcantarillado. Dicha construcción funda la deuda que ancla las personas al territorio”-comenta Leyton.
“Se reavivó una eugenesia social, reinstalando el modelo de segregación decimonónico, determinando una zona inferior, una ciudad de pobres, y una zona superior, una ciudad/gueto de lujo, conectada a la aldea global”. Según Leyton se trata de un organicismo social que juega con el imaginario del emprendimiento y el ascenso social. “El determinismo económico es la nueva grilla que define la lucha por la vida”- argumenta.
Los caminos del determinismo biológico culminan en el Seminario dedicado a Darwin en Santiago en 2009 organizado por la Fundación Ciencia y Evolución. Integrada por empresarios y científicos, los autores del libro ven en dicho evento la continuidad de un determinismo biológico, hoy desplegado en los avances de la genética y la neurociencia.
Bulevar de los pobres resulta indispensable para entender los caminos de la ciencia, sobre todo hoy que el despliegue de las verdades científico-biológicas en torno del cuerpo y el comportamiento de las multitudes es elocuente. Tal como señalan los autores del libro “el legado darwinista social del siglo XIX parece renovarse: control y selección migratoria, biometría, antropometría, genética, teoría del capital humano, test de inteligencia, cirugía plástica generalizada para alcanzar la belleza de la norma, saqueo genético a las comunidades originarias, entre otros sucesos ¿Serán tiempos de una nueva especie humana, la especie neoliberal?”.
Mauricio Becerra Rebolledo
@kalidoscop
El Ciudadano
FOTO PORTADA: Mapa de Santiago de Ernesto Ansart (1875), época en que Vicuña Mackenna definía el cordón sanitario de la ciudad.
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(1) Rudolf Ludwig Karl Virchow fue un médico y político alemán. Es considerado en «padre de la patología moderna» al profundizar la mirada médica a la patología celular.
(2) Luis Ferla es un historiador brasileño, autor de Feios, sujos e malvados sob medida (2009)
(3) Juan Cristobal Peña: La secreta vida literaria de Augusto Pinochet, Santiago, 2013.
(4) Un mayor desarrollo de esta idea está en Rodrigo Hidalgo: La vivienda social en Santiago de Chile en la segunda mitad del siglo XX: Actores y tendencias espaciales. En Santiago en la Globalización ¿una nueva ciudad?, Ediciones SUR, 2004.