Mucha gente en el mundo sufre diabetes. Sólo en Estados Unidos -lugar donde se desarrolló este proyecto- la cifra estimada es de más de 29 millones de personas. En Chile, la prevalencia de diabetes es mayor que en el resto de América del Sur, con un 11,9% (registrado hasta 2014) de chilenos que la padecen, y se cree que para 2035 esta cifra aumentará a 17,5%, según indica la Federación Internacional de Diabetes (IDF).
Muchos de los pacientes con diabetes necesitan inyecciones regulares de insulina, aunque lo ideal sería administrarla oralmente. Si bien los medicamentos orales que ayudan a estimular la producción de insulina en el cuerpo están disponibles desde hace tiempo, una pastilla que suministre insulina directamente sigue siendo un objetivo muy buscado en el campo médico. El principal obstáculo para su desarrollo ha sido llevar al medicamento a través de la hostil barrera proteolítica del estómago e intestino, sin destruir a la propia proteína.
Un equipo liderado por Samir Mitragotri y Amrita Banerjee, en la Universidad de California en Santa Bárbara, Estados Unidos, está desarrollando una pastilla de insulina que va por buen camino para transformarse en una vía oral eficaz para regular los niveles de azúcar en la sangre en personas diabéticas, para que puedan prescindir de los molestos pinchazos.
La clave de la nueva píldora es una innovadora combinación de recubrimiento entérico de la cápsula portadora y parches de polímero mucoadherente cargados de insulina. Estos parches de polímero mucoadherente fueron optimizados por Banerjee como parte de su trabajo durante la investigación.
La nueva pastilla ha demostrado su resistencia a la acción de los ácidos estomacales gracias a la protección del recubrimiento entérico de la cápsula y su eficacia al liberar su carga en el intestino delgado. Allí, la cápsula se abre para soltar los parches que se adhieren a la pared intestinal, evitando el acceso de las enzimas proteolíticas a la insulina y, con la ayuda de un amplificador de permeación, depositándola para que pueda pasar hasta la sangre.
La tecnología de suministro de fármacos en la que trabajan Mitragotri y Banerjee, también podría llegar a aplicarse en terapias para otras enfermedades.
Fuente: NCYT