Un relato agridulce sobre la soledad y el vacío, mientras que, al mismo tiempo, evoca una sensación de libertad, esperanza y armonía. El tono frío y oscuro crean un hermoso contraste con la piel humana, que parece aún más delicada y vulnerable. Las fotografías de Weronika Izdebska (residente polaca) son extrañas y poéticas.