Estos días he estado indagando ciertos aspectos de las bases de los concursos literarios del Fondo del Libro y la Lectura aquí en Chile, más por hincha pelotas que por querer concursar algo (mis amigos en el poder últimamente no escriben comentarios chistosos en Facebook por lo que debo presumir que estarán algo disgustados conmigo, anda a saber tú por qué), y me encontré con algunos absurdos y contradicciones que he querido compartir en este texto con ustedes, siempre con el afán de construir un mundo mejor, se entiende (¿No?).
Bueno, como les contaba, revisando las bases del Fondo de Fomento para el Libro y la Lectura del Gobierno de Chile, me tropecé con que se considera como textos inéditos aquellos que no han sido publicadas no sólo en libros legalmente constituidos como tales, con ISBN y esas formalidades, sino que no hayan sido publicados en ningún lugar, en ningún formato, ni papel ni electrónico, en ninguna página web, ni en el blog del autor, ni en su Facebook, ni en la pantalla de su ipod! (por usar una imagen exagerada no?) y ojalá que no se lo hayas mostrado ni a tu abuelita porque Google te delatará oh impostor!!!
Lo que me lleva a reflexionar en dos direcciones. La primera es considerar que importantes premios literarios como el premio Casa de las Américas por ejemplo (al menos hasta el año pasado), no considera en sus bases como “editado” aquellos textos publicados en blogs o páginas personales de los artistas, tampoco las fotocopias u otros materiales improvisados de los que se vale un autor para difundir su obra, sino sólo a los textos que forman parte de un libro con todas las formalidades del caso. Por otro lado, las bases exigen que al menos un 70 por ciento sea inédito, dejando un importante margen.
Entonces tenemos que en nuestro país, fondos cuya existencia se supone es la promoción del libro y la lectura, en último caso del robusteciendo de la literatura chilena, no están considerando una muy importante realidad en la que los escritores de hoy deben desempeñarse.
Digo, es muy difícil pensar hoy en día, algún autor con un mínimo de criterio de contemporaneidad que no ocupe las herramientas que la web pone gratuitamente a su disposición. Todos mis poemas están en mi blog ya que es la manera más segura de respaldar la obra frente a robos de computadores, pérdida de discos duros, de los manuscritos en bares o casas de desconocidos u otros siniestros que ocurren, por lo demás bastante frecuentemente en nuestro gremio. Esto sin mencionar la absolutamente necesaria comunicación con una comunidad de lectores, cuyo feedback finalmente es lo que hace posible que uno se levante cada mañana a escribir y le encuentre algún sentido a toda la mierda que lo rodea.
Entonces yo me pregunto, ¿Para qué tipo de escritores están diseñados estos premios?, ¿Para uno que escribe en una cueva durante años sin contacto con el mundo exterior sino solo con su voz interna que le dicta desde el cielo las palabras secretas e iluminadas?, ¿No sería lógico que por textos editados entendiéramos los que en términos jurídicos así lo están bajo las formalidades de un libro editado?
¿No sería esperable que un premio que busca promover el libro y la lectura tuviera un mínimo de flexibilidad considerando que el escritor es un ser que vive en el mundo hoy donde es muy difícil pensar un grado de hacer artístico desligado de Internet?, ¿No sería lógico pensar que el escritor es un sujeto que guarda con este mundo, en el que vive, una fervorosa relación de comunicación lo que le lleva a mostrar de múltiples maneras su trabajo antes de animarse a publicar un libro?
Todas y cada una de las herramientas que usa un escritor para difundir su trabajo, blogs, facebook, revistas electrónicas, plaquettes improvisadas en fotocopias, etc, todo, absolutamente todo, tiene por función fomentar el libro y la lectura. Son los pasos previos y necesarios en la formación de lectores que justifiquen la edición de un libro que no quedará juntando polvo en las estanterías de las librerías o peor aun debajo de la cama del autor.
Y como soy catete, siguiendo este criterio de “inédito” que me parece por decir lo menos estrecho, me pregunto entonces si podrían las plaquettes, fanzines de mala muerte, fotocopias corcheteadas y otras formas de autoedición que yo como muchos de mis pares usamos, si estas “subediciones”, como me aclaró el otro día un colega que se llamaban, podrían concursarse en la categoría de libros editados y me temo que TAMPOCO.
Es decir, mientras el mundo editorial asume la revolución comunicacional que implicó la red 2.0, la articulación del creative commons, y mientras las ferias de libros independientes, con libros hechos a mano por los propios autores y literatura en todo tipo de soportes, florecen por todos lados, nosotros, nuestras instituciones culturales, desconocen esta realidad y funcionan con reglamentos de tiempos de la colonia, con concepto de escritor de claustro, del cual saldría sólo para ir a postular al mentado financiamiento, so pena de muerte si se descubre que ha faltado al código del secreto y ha deslizado algunas de sus obras al mundo de los impíos.
Ya finalizando me pregunto dos cosas: ¿A quién beneficia este criterio?, ¿Al mercado del libro?, ¿A la Cámara Chilena del Libro?, ¿A las librerías?, en el corto plazo puede ser, pero me parece que de ninguna manera a los escritores y siendo un poco menos superficial en cuanto a las ganancias, me parece que a la industria del libro tampoco. Y lo segundo que me pregunto es ¿Cuántas veces pasaron por el trance de la creación la gente que hizo esas leyes? ¿Sabrán alguna vez qué se siente cuando termina un buen poema? Permitidme la duda…
En este sentido creo que es urgente incluir a los propios creadores en el diseño de las políticas que los afectan directamente, ya que nadie mejor que ellos saben cómo funciona la dinámica de la creación y la obra en tanto entidad autónoma.
Lo mismo que los mapuches, reclamamos autonomía y no paternalismo institucional en los temas que nos afectan y o pretenden beneficiarnos. Como dijera un día mi amigo el escritor Marcelo Mellado, “En todos los países, los escritores y artistas trabajan en las instituciones culturales, diseñando o dirigiendo estas políticas, trabajan en los medios de comunicación opinando sobre sus pares, acá todo eso está en manos de terceros”.
No queriendo revolver más el gallinero de lo que ya está, esta serie de reflexiones tienen por finalidad, como les dije anteriormente, al inicio de este texto, y como diría algún candidato a alcalde o presidente, “un país mejor para todos los chilenos” .
Por Eli Neira