La ciencia no ha estado exenta de sexismo y prejuicios de género, histórica y globalmente. Sin embargo, desde los comienzos de la búsqueda de conocimiento, las mujeres se las han arreglado para estar presentes, jugando roles fundamentales en la investigación y elaboración de métodos y teorías, desde la experimentación médica en la antigüedad, pasando por las protociencias y llegando a la consolidación de las ciencias modernas.
El veto de las mujeres en la ciencia no sólo existió durante la Antigüedad o la Edad Media, sino que pasó por muchas fases históricas, incluyendo la modernidad. Uno de los casos más conocidos de la exclusión de mujeres científicas del reconocimiento público, es el de Lise Meitner, la física que trabajó investigando física nuclear y radiactividad y quien, junto a Otto Hahn, descubrió la fusión nuclear. Hahn obtuvo el Premio Nobel, mientras Meitner fue ignorada por el comité del Nobel.
La contribución de las mujeres en todos los campos de la investigación e invención, no suele ser materia de cultura general, pero hay historiadores que se han dedicado a sacar sus nombres del anonimato y darles un lugar en el relato del conocimiento.
Actualmente las mujeres forman parte de los equipos de trabajo como iguales y se valora sus méritos. Hasta Google ha hecho una serie de reconocimientos para traer los nombres de las mujeres de la ciencia y la tecnología al conocimiento popular con sus doodles conmemorativos, como el del 9 de noviembre de 2015, dedicado a la actriz e inventora Hedy Lamarr, quien sentó las bases del wifi al inventar el espectro ensanchado.
Aún hay un largo trecho por andar en lo que concierne a la difusión; sobre todo a incentivar el interés de niñas y jóvenes en la ciencia y romper los límites que imponen los estereotipos femeninos.
En Chile también hay muchas mujeres que se han dedicado a la ciencia en todas sus áreas y se han destacado por sus investigaciones y aportes, individualmente o en conjunto.
Aquí te presentamos sólo algunas de las más destacadas en la actualidad.
1.- María Teresa Ruiz: Astrónoma y profesora de la Universidad de Chile. En 1997 fue la primera mujer en recibir el Premio Nacional de Ciencias Exactas de Chile, donde se destacó el impacto internacional de sus trabajos y el descubrimiento de una supernova en el acto de explotar, dos nebulosas planetarias en el halo de nuestra galaxia y la primera enana café próxima al sistema solar. Actualmente, maría Teresa Ruiz es directora de la Fundación para el Desarrollo de la Astronomía de Chile, y defiende la difusión de los descubrimientos por toda la comunidad chilena, las escuelas, la vida cotidiana y la cultura en general, mucho más allá de la esfera especializada.
En palabras de Ruiz: «Hacerse preguntas inútiles es lo que ha llevado a la humanidad hasta donde estamos hoy; hacerse preguntas que creen lo inédito, y no cómo voy a hacer un tomate que dure más tiempo. Es útil eso, pero hay otras preguntas que han empujado a la humanidad para saber cómo es el universo en que vivimos. Es el mismo impulso que tuvieron los grandes científicos que exploraron la tierra. Ahora estamos explorando nuestro sistema solar y con nuestras mentes estamos explorando el resto del universo. El día que dejemos de hacer eso va a empezar la declinación y muerte de nuestra especie”, expresó a El mostrador
2.- Emilia Díaz: A los 22 años, Emilia ideó un biosensor que indicaría cuándo el agua está contaminada por la marea roja, evitando la muerte de personas al ingerir mariscos contaminados. Su emprendimiento marcó un hito en la biotecnología e impresiona que haya tenido un logro como éste, tan joven. Su descubrimiento lo realizó mientras cursaba el tercer año de Ingeniería en Biotecnología en la Universidad Católica. El biosensor de marea roja altera el código genético de ciertas bacterias para que estas funcionen como un sensor, indicando cuándo el agua está contaminada. “Este proyecto soluciona un problema que tenemos en Chile: mucha gente se intoxica e incluso muere por comer mariscos contaminados”, señaló Emilia a Revista Paula. Con un fondo Corfo, costeó viajes a Estados Unidos, Europa, Australia y Nueva Zelanda para mostrar su proyecto. “Allá hablaba con científicos destacados o rectores de universidades, y me trataban de colega. Eso acá en Chile no se da. Te miran como una cabra chica jugando a ser científica”, cuenta.
3.- Verónica Burzio: Bioquímica de la Universidad Austral y Doctora en Biología Celular, Molecular y Neurociencia de la Universidad de Chile. Verónica está dentro de un equipo de investigación que desarrolló un método para aniquilar las células cancerígenas sin causar daño al resto del organismo.
La investigación se realizó a partir del descubrimiento del padre de Verónica, Luis Burzio, quien en 2004, ganó el premio Pasteur por la identificación de una diferencia entre células normales y cancerígenas a nivel del ácido ribonucleico, el cual participa en la síntesis de las proteínas y realiza la función de llevar la información genética.
El método lograría eliminar eficazmente las células cancerígenas sin dañar al resto de los tejidos. Además, impediría que el tumor primario reaparezca después de ser extirpado. «Nuestro enfoque es muy diferente al resto de investigaciones que se están realizando a nivel mundial, sin embargo creo que con este proyecto, íntegramente realizado en Chile, ganaremos la carrera [contra el cáncer]”, señala Burzio a Conycit.
4.- Andrea Slachevsky: Su mérito es acercar la neurociencia a la comunidad. La neuróloga de la Universidad de Chile estrenó recientemente un libro con sus columnas de divulgación científica publicadas en la revista Qué Pasa. Andrea pretende derribar mitos establecidos sobre la mente humana, aclarar ciertos conceptos alejados de la población y abordar las principales patologías de nuestro cerebro. Desde 2011 que la neuróloga publica cada mes su columna Cerebro Cotidiano.
Su libro, en un relato accesible y cotidiano, la convierte en una pionera, ya que pocas científicas chilenas lanzan libros relacionados con las ciencias. “Las librerías están llenas de libros de autoayuda, pero no es tan frecuente encontrar obras que aborden la neurociencia de manera masiva”, argumentó a Conicyt.
Fuentes: Biobio, Conicyt, El mostrador.