El proyecto Unseen Art, llevado por el diseñador Marc Dillon desde Helsinki, utiliza la impresión en 3D para dar a las personas invidentes la oportunidad de experimentar el arte clásico que muchas personas que sí pueden ver dan por sentado. «Imagina no saber qué aspecto tiene la sonrisa de Mona Lina, o los girasoles de Van Gogh. Imagina oír a la gente hablar sobre ellos y conocer su existencia, pero nunca haberlos experimentado por vos mismo. Para millones de personas invidentes, eso es una realidad», explican en un vídeo. Utilizan escáneres de 3D e impresión 3D con base de arena para recrear las obras de arte en una escala y calidad que se pueda exhibir en museos.
A pesar de su enfoque único, el proyecto Unseen Art no es el primero que trabaja con este concepto. La impresión 3D se ha utilizado antes, con los mismos fines. Por ejemplo, este año, estuvo durante meses, en El Museo del Prado, la muestra «Hoy toca el Prado».
«Al fin sé lo que es un primer plano», cuenta Ander Soriano que le dijo un invidente en una ocasión tras «tocar» y «visualizar» una foto. Soriano, director general de Estudios Durero y parte fundamental de la materialización de las obras que para ciegos pueblan la exposición Hoy toca el Prado lleva años haciendo posible que ciegos puedan disfrutar del arte. De las muchas anécdotas que conserva, aquella en la que un hombre le dijo que por fin sabía lo que era un primer plano fue la que más lo emocionó.
«No somos pioneros», dice Fernando Pérez, el comisario de la exposición que ha visto la luz gracias al Museo del Prado y la Fundación AXA, en colaboración con la ONCE. El pionero fue el Museo de Bellas Artes de Bilbao, que realizó hace cinco años una iniciativa como esta. El formato más perfecto para tocar y recorrer con las dos manos es de 1,80×1,20 m.
Después de todo, ¿estas grandes obras del arte no son patrimonio de la humanidad? Festejamos las iniciativas para hacer extensivo el arte a cada vez mayor número de personas.